El tiempo lo cura todo. Esa es una frase que he escuchado demasiadas veces desde que llegué aquí, pero que no creo que aplique conmigo. Porque no importa cuánto tiempo pase, no logro dejar atrás lo sucedido. He intentado con toda mi fuerza y voluntad despertarme con una actitud positiva cada día, pero cuando parece que estoy logrando obtener un pequeño avance, sus llamadas me invaden, y el recuerdo regresa. Es esa sensación de impotencia al no poder cambiar de página en este libro tan tortuoso a lo que llamo vida, lo que me abruma. Parece una tarea irrealizable el olvidarlo, y entonces me pregunto cómo podré dejar atrás la memoria del hombre que sigue totalmente vivaz en mi mente. El hombre que me marcó, al que le entregué mi cuerpo, amor y alma. Y que se incrustó en mi corazón para siempre.
Porque es que nada se olvida, Leo para mí sigue más presente que nunca, y eso me hiere. El daño que me hizo es irreparable, y el sufrimiento por el que pasé es imperdonable. No obstante, mis pensamientos enfermizos me dicen que lo necesito, y que, además, atienda el maldito teléfono que está sonando ahora mismo, porque anhelo escucharlo. Anhelo oír su voz, y estar junto al hombre con el que creí podía ser feliz. Y son estas circunstancias en las que tu fuerza de voluntad se pone a prueba. Tu corazón reta a tu cerebro en una pelea entre la cordura e insensatez. La tentación es fuerte y caer en el peligro resulta fácil. Pero a pesar de todo eso, y tal como lo he venido haciendo desde que regresé a Boston; me elijo otra vez a mí. Y no me permito ceder, dejando que la llamada finalice por su cuenta.
El no contestar a todos sus llamados y mensajes ha sido jodidamente difícil, y aunque como lo dije al principio, me encuentre en un abismo de tristeza y depresión, estoy poniendo todo mi empeño para salir de ahí. Lo estoy intentando, aunque parezca que terminaré cediendo. Me encuentro dando todo de mí, para no regresar a esa relación que me hizo tanto daño. Por primera vez en mi vida, siento que me estoy dando el valor que merezco. Y aunque sea duro, ahora más que nunca entiendo que ninguna cantidad de amor que sienta hacia otra persona, debe ser mayor al que tenga por mí misma. He aprendido de la peor forma que debo alejar de mi vida todo lo que me hace daño, y que, ante todo, siempre debo pertenecerme a mí, a nadie más que a mí. En los últimos tres meses lejos de esa ciudad, he aprendido que soy todo lo que tengo, todo lo que valgo, y por sobre todo que únicamente soy mía. Mia y no de nadie, mía y no del dolor; mía y no suya. Más mía que suya.
ESTÁS LEYENDO
MÁS MÍA QUE SUYA
Teen FictionGianna ha pasado los meses más difíciles desde su ruptura con el que fue el amor de su vida. Ella atraviesa una nueva etapa e intenta encontrarse a sí misma de nuevo. Cada vez queda menos de la chica sensible que conocimos en un principio, y va abri...