LEO.
Apenas he dormido algunas míseras horas, y malditos toques insistentes que provienen de la puerta hacen que me despierte con dificultad. Me pongo de pie, y al mirar hacia la cama, detallo el cuerpo de Rebecca totalmente desnudo y su cabello rojizo extendido por toda la almohada. Pronto imágenes de lo sucedido entre nosotros me invaden, poniéndome en alerta. Tengo que comprar la maldita pastilla.
Los toques insistentes se vuelven a repetir con mayor fuerza, y tardo en aproximarme a la puerta para ver quién diablos jode tanto a estas horas de la mañana.
—Que ya voy, joder —espeto ya que no se callan y me están provocando dolor de cabeza con ese golpeteo.
—Señor Hertzman —me nombra un hombre vestido de seguridad al abrir la puerta.
—¿Qué quiere? —cuestiono sin comprender por qué está aquí.
—Buen día señor, lamento la molestia a esta hora de la mañana, pero me encuentro aquí por un extraño acontecimiento sucedido en la madrugada —me explica y yo sigo sin entender de que carajos está hablando.
—No entiendo a qué se refiere.
—Aproximadamente a las dos de la madrugada del día de hoy, una señorita de cabello cobrizo, hurtó de un miembro del personal de limpieza una tarjeta de acceso a todas las habitaciones del hotel.
«—¿Cómo entraste?».
«—Tengo mis trucos».
Está loca de remate.
—A la joven se le vio ingresando a suite con esa tarjeta, señor —continúa diciendo el hombre.
—Espere un momento —expreso cerrando la puerta.
Camino de regreso hacia la cama, y sin cuidado alguno tomo a la jodida ladrona del brazo, sacando bruscamente su cuerpo de la cama para ponerla de pie, estando adormilada.
—Leo ¿qué te pasa? —balbucea restregando sus ojos que apenas se pueden mantener abiertos.
—¿Dónde diablos tienes la tarjeta que hurtaste?
—¿Qué?
—No te hagas la estúpida, dime en donde la dejaste.
—¿De verdad me despiertas así sólo por una tonta tarjeta?
—Entrégamela —demando.
—Dios —expresa rodando los ojos con fastidio y sin más se dirige hacia la sala de estar, precisamente hasta el sofá en donde capto se encuentra la dichosa tarjeta. —Ten —suelta tendiéndomela.
Yo la tomo molesto, y me dirijo hacia dónde se encuentra el guardia de seguridad esperando.
—Tenga —suelto al mismo tiempo que le entrego la tarjeta en las manos. —No quiero preguntas, ya tiene la tarjeta así que puede largarse —manifiesto cerrando la puerta en su cara. —¿Cómo diablos se te ocurre robarte eso? —cuestiono encarando a Rebecca que se mantiene desnuda ante mí.
—No fue nada, no hagas un escándalo por eso —replica acercándose. —Mejor disfrutemos del poco tiempo que tenemos antes de salir —expresa intentando tocarme, sin embargo, yo la alejo.
—Vístete y vete de aquí.
—Leo...
—Y procura no robarte nada más —digo callándola abruptamente, para luego ingresar al baño a tomarme una ducha esperando a que se largue.
Después de darme un baño y prepararme para salir, tomo mi teléfono para marcarle de inmediato a Sean. Cuando él contesta le pido que venga directamente a la habitación porque no quiero arriesgarme a pedirle lo que quiero por llamada, y que alguien más se entere. En menos de cinco minutos escucho los toques en la puerta, y cuando voy a abrir, me encargo de que él pase rápido.
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MÁS MÍA QUE SUYA
Novela JuvenilGianna ha pasado los meses más difíciles desde su ruptura con el que fue el amor de su vida. Ella atraviesa una nueva etapa e intenta encontrarse a sí misma de nuevo. Cada vez queda menos de la chica sensible que conocimos en un principio, y va abri...