CAPÍTULO XVII

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LEO.

La aguja traspasando mi piel deja marcada la tinta en mi cuerpo. En muy poco tiempo ya he me he hecho tantos tatuajes que pareciera que vengo todos los días por uno nuevo. Al principio esto me sirvió para concentrarme en otro tipo de dolor, que no fuera el de la grieta en mi pecho. Pero ahora pareciera que inclusive a esto me he vuelto inmune, y ya no siento.

No hay un jodido día en que no piense en ella. Ya han transcurrido seis meses desde que no estamos juntos, y la posibilidad de volver a verla otra vez, parece tan lejana e improbable. Intento asimilarlo de una vez por todas, ella no regresará y si lo hace nunca más querrá verme. Sin embargo, no puedo aceptarlo, mi corazón se rehúsa a hacerlo. Es imposible dejar ir a alguien que te ha tocado lo más profundo del alma que creías no tener, y que, de alguna manera, pero sin éxito te hizo tener la intención querer cambiar por ella.

Me siento agotado mentalmente por todos los días en los que paso pensando en una manera en la que pueda conseguir que me perdone. Pero al mismo tiempo siento que es tan estúpido pensar en algo, cuando al otro segundo me estoy drogando, o cogiéndome alguna mujer por despecho. Me arrepiento al segundo después de hacerlo, pero lo vuelvo a repetir. Digo quererla, pero soy incapaz de hacer las cosas bien, y luego odio admitir que soy la clase de hombre que ella jamás querrá tener de vuelta en su vida.

La subestimé. Subestimé a Gianna demasiado. Subestimé su capacidad para deslindarse de mí y sacarme de su vida. Y ese fue mi error. Haberme comportado como un hijo de puta sin medir las consecuencias. Y soy tan imbécil que seguramente así seguiré siendo hasta el último de mis días porque no conozco otra manera de confrontar lo que me aterra. Y esto me ha hecho confirmar que, en mi caso, ni el amor que pueda sentir hacia alguien más, me hará reparar lo jodido que estoy por dentro.

—Viejo, ya hemos terminado —me avisa el tatuador en el momento en que termina de limpiar la zona del tatuaje.

Me levanto del lugar en donde estaba recostado y al mirar en el espejo, el tatuaje en numeración romana de su fecha de nacimiento, me siento satisfecho con el resultado. No hay otra forma en la que la pueda tener conmigo que no sea esta.

—¿Qué te parece? —me pregunta el tipo.

—Quedó bien —contesto.

—Tienes que estar muy enamorado para hacerte los tatuajes que te has hecho —lo oigo decir.

O jodidamente loco para hacerlo a pesar de que ella ya no está conmigo, pienso, pero no respondo ante eso, y cuando finalmente cubre el tatuaje, le pago por su trabajo, me coloco mi camiseta y salgo de ahí rumbo a mi auto. Al subir a este, enciendo el motor y rápidamente lo pongo en marcha.

Conduzco por varios minutos sin tener idea de hacia dónde me dirijo. Al menos estando en mi auto siento algo de paz sin tener que estar escuchando las mierdas que todos me dicen sobre lo que debo hacer, decir o cambiar. La mayor parte del tiempo lo único que deseo es tener la habilidad de desaparecer, de extinguirme de una buena vez, o de simplemente no ser yo. Me siento jodidamente cansado de mí mismo.

Muchas veces me pregunto por qué lo hice. Por qué elegí tomar este camino sin saber cómo manejarlo. Creí haber tomado la decisión correcta al alejarme de ellos. Sería yo por mi propia cuenta consiguiendo haber salido de ese infierno. Sin embargo y cuando ya fue muy tarde para entenderlo, estaba inmiscuido en otro peor. Nunca quise ser esta mierda que soy ahora. ¿Fama? Jamás la busqué, sólo quise demostrarle a mi padre, que un hijo de puta como él nunca me impondría que hacer.

Él quería que su jodido hijo trabajara para él en su maldita cadena hotelera. Me da risa de sólo imaginármelo. No iba ser un peón de ese maldito imbécil, eso era todo lo que pensaba. Lo odiaba, me cuestionaba en ese entonces como podía detestar tanto a mi propio padre, pero rápido llegaba la respuesta y de manera gráfica. Es que ni, aunque me pida perdón en su lecho de muerte, que dudo mucho que lo haga, le perdonaré todo lo que nos hizo a mamá y a mí. Lo odiaré hasta el día en que muera y no hay manera de que eso cambie.

MÁS MÍA QUE SUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora