CAPÍTULO XXX

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JACE.

—¡Dos vueltas más y finalizamos! —nos indica en el entrenador a lo lejos mientras todo el equipo corre de un extremo a otro del campo.

—¿Dos más? Ya dimos como quinientas vueltas —manifiesta Dave quejándose a mi lado sumamente cansado.

Y no bromea. El entrenamiento de hoy ha sido exhaustivo, hemos tenido cortos periodos de descanso en el que apenas podemos hidratarnos. Y todo sumado a lo caluroso que está el día, ha resultado demasiado agotador a pesar de tener una buena condición física.

—Con esto reafirmo mi pensamiento de que Meier nos odia —expresa mi amigo casi que con la lengua de fuera tirándose a la grama, al completar la última vuelta.

Yo me tiro al campo al lado de Dave, y seguido después el entrenador anuncia el final de las practicas por hoy. Mierda, esto estuvo fuerte pienso tomando aire con la vista fija en el cielo.

—Taylor —me nombra Dave.

—Dímelo.

—¿Has hablado con tu chica? —cuestiona, haciéndome sonreír al recordarla.

—Aún no —replico. —No quiero parecer muy intenso.

—Esa es una excusa barata —manifiesta. —¡Estás perdiendo el tiempo! Y tú ya has esperado mucho por ella.

Debo aceptar que tiene razón, esperé mucho por tenerla cerca otra vez. Ahora tengo la oportunidad de acercarme a ella sin nadie que se interponga, y necesito aprovecharlo.

—¿Crees que debería escribirle ahora?

—¿Y todavía lo preguntas? Hazlo, invítala a salir —suelta. —Puedo asegurarte que aceptara. La vi, Jace. Créeme que tú también le gustas.

—Eso lo sé —replico.

Sin importar que tan enamorada decía estar de Leo, siempre noté su reacción ante mí. Desde un inicio, ese día en el que chocó conmigo al salir del elevador percibí la atracción instantánea entre ambos. Por eso no me quise rendir con ella, sabía que yo le gustaba, aunque equívocamente quisiera a otra persona.

—Tu no me dijiste nada sobre su amiga —le digo poco después. —¿Te gustó?

—La señorita Isabella —expresa riendo. —Es bonita, pero no me quiso dar su número telefónico —confiesa y yo me suelto a reír.

—No pegas una —digo entre risas.

—Claro que lo hago —formula. —Ha sido específicamente con ella que mi encanto natural no funcionó.

—Por supuesto —contesto mofándome, para luego ponerme de pie y dirigirme hacia las duchas.

Al haberme duchado y cambiado de ropa, antes de partir del centro de entrenamiento del equipo, converso un rato más con mi amigo, hasta que él se marcha. Antes de irme, yo me dispongo a sacar mi móvil y seguidamente busco el número de ella para marcarle. Al encontrarlo una sonrisa se forma en mis labios al leer como se ha agendado. Simplemente ha puesto "Gia" con una carita haciendo un guiño, pero sin razón alguna esto me hace reír por la ternura que me causa. Es algo natural de Gianna, es muy dulce y tierna. Y eso me hace parecer un loco ahora porque no dejo de sonreírle a mi teléfono.

Finalmente me dispongo a llamarle, y esperando impaciente a que conteste, solo espero que no me rechace o esté ocupada.

—¿Hola? —escucho decir su hermosa voz al instante en que contesta.

—Hola —formulo, sin embargo, ella se mantiene algunos segundos en silencio.

Jace ¿eres tú?

MÁS MÍA QUE SUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora