CAPÍTULO VII

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LEO.

La música del club en el que me encuentro no deja de retumbar en mis oídos mientras yo me encuentro sentado en uno de los sillones de la zona VIP. La pastilla que acabo de ingerir ha comenzado a surgir efecto, impidiéndome ver las cosas con claridad y brindándome la reconocida sensación de euforia en mi cuerpo. Todo a mi alrededor parece borroso y confuso. Mis sentidos se encuentran nublados, pero mi respiración y frecuencia cardiaca han aumentado debido a toda la mezcla de estupefacientes que he consumido. Ni siquiera me preocupa que esté a punto de tener un paro cardiaco al sentirme así, porque si ese fuera el caso, en verdad lo agradecería.

Luego de perder la cuenta del tiempo en que he estado aquí, trato de levantarme por el repentino agobio que estoy comenzando a sentir al encontrarme rodeado de tanta gente. Sin embargo, en mi intento de ponerme de pie, un cuerpo del que no me había percatado antes, me empuja de vuelta hacia el asiento para seguidamente posarse sobre mi regazo. No puedo divisar el rostro de la persona debido a las luces del club que pegan directo a mi cara. Pero por su silueta, sé que es una mujer la que ahora se encuentra meciéndose encima de mi provocativamente restregando su coño sobre mi entrepierna. Su acto no me resulta excitante en lo absoluto, pero de igual forma no la aparto, y dejo que siga con sus movimientos repetitivos, mientras acaricia con sus manos mi pecho y recorre con su lengua mi cuello. No puedo pensar con claridad lo que estoy haciendo, lo único que sé es que necesito despejarme, olvidarme del mundo, de la mierda que me rodea, pero principalmente de ella. Pero claro que lo último resulta muy contradictorio después de lo que hice.

— ¿No preferirías ir a un sitio más privado? — susurra la mujer en mi oído con voz seductora. Y al no recibir respuesta directa de mi parte, planta un beso en mis labios y luego introduce su lengua en mi boca para intentar juguetear con la mía, acto que al principio no es correspondido, pero al cabo de unos segundos la atraigo hacia mi sujetando fuertemente su cabello, y enredo mi lengua con la suya en beso con suma agresividad que de alguna manera consigue algo de excitación en mí. — Creo que ese fue un sí — la escucho formular agitada al separarnos, para después tomar mi mano para ponerme de pie, y salir caminando detrás suyo.

Por un momento mientras camino detrás de esta mujer, su cabello y su cuerpo me hacen recordarla. Por un instante me imagino que es la hermosa diosa de ojos avellana la persona con la que estoy bajando los escalones de este sitio, que es la mano de mi mujer la que lleva sujeta la mía. Pero en el instante en que llegamos a la parte principal del club y la chica desconocida voltea permitiéndome detallar su rostro con mayor claridad, toda esa ilusión se esfuma. Sería una puta mentira si dijera que la persona que va junto a mí no es linda, porque lo es. Pero no es ella, no es Gianna. Maldición es que es tan estúpido todo esto. Hago todas estas mierdas para ver si de alguna forma logro olvidarla, y contrario a eso lo único que consigo es recordarla y verla en cada puto sitio al que volteo. Está tan jodidamente incrustada en mí que hacer esto se siente como una maldita traición.

— Sígueme por aquí — me saca de mis pensamientos la voz de la mujer a medida nos encaminamos por un oscuro pasillo. Y en el momento en que entramos a una especie de habitación con las paredes pintadas de rojo y poca iluminación, me comienzo a debatir si en realidad quiero hacer esto. Y la verdad es que no, en lo absoluto lo quiero, pero lo necesito. — Desvísteme — me pide ella colocándose frente a mí mordiéndose levemente su labio inferior. A lo que yo tomo la parte inferior de su vestido y fácilmente lo deslizo por sus brazos dejándola en ropa interior.

Después de haber retirado su prenda, ella se deshace por sí misma de su sujetador permitiéndome ver sus prominentes senos expuestos y sus pezones rosáceos, y por último se quita su braga lentamente quedando completamente desnuda frente a mí. Al observar su cuerpo sin ninguna tela que la cubra, reafirmo lo anterior, es muy linda y su piel no tiene ninguna imperfección. El prototipo perfecto de la chica que tiempo atrás habría hecho salir conmigo y con la que me hubiera acostado por mero placer.

MÁS MÍA QUE SUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora