CAPÍTULO XXXV

11K 883 588
                                    

Nuevo día y entrando al fin de semana que tanto ansié llegara. Los últimos días han sido de locos y llenos de un cúmulo de emociones. Desde ayer no he dejado de pensar en Leo y en lo que podría haber sucedido con... su hija. No entiendo porque el pensar en esa palabra me resulta muy difícil, supongo que todavía no lo asimilo del todo. Sin embargo, deseo de todo corazón que la pequeña se encuentre bien.

Hoy también me encuentro muy ansiosa y emocionada, porque tendré mi cita diagonal salida de amigos con Jace. Me lo tomo de ambas formas debido a que para nosotros esto significa las dos cosas. No tengo idea de a donde me llevará, él solo me dijo que podía vestirme casual, y es lo que he hecho. Me he puesto un vestido floreado de color blanco, y unas zapatillas de ese color. Siendo honesta tengo muchas expectativas sobre hoy. Aunque algo que realmente me preocupa es que el hombre que no debería, esté invadiendo mi mente a cada rato, y no me permita concentrarme en Jace.

No lo sé, creo que el haberlo estado viendo tan seguido y esa cercanía, está produciendo esto. Probablemente me acostumbraré y pronto esto pasará.

Unas horas después, me encuentro caminando hacia las afueras del departamento, donde consigo ver a Jace esperándome apoyado en su coche. Al verme él, me sonríe contagiándome de esa luz que emana. Se ve guapísimo como siempre. Lleva puesta una camiseta de color rojo vino, jeans de mezclilla, una gorra negra, y me rio al ver sus zapatillas porque es el mismo estilo del que yo llevo puestas.

—Hola —digo cuando he llegado a donde se encuentra él, quien no espera para brindarme un abrazo.

—Hola, preciosa —replica dejando un beso en mi mejilla. —¿Cómo te encuentras?

—Bien—contesto. —Oye, me gustan tus zapatillas —formulo porque creo que no se ha percatado de que llevamos las mismas.

—A mí también me gustan... —va a decir, pero se detiene cuando observa mis pies, y pronto se echa a reír. —No lo había notado —manifiesta atrayéndome hacia él para abrazarme nuevamente hundiendo su rostro en mi cuello.

—Estamos en sintonía —expreso sonriente, para luego caminar con él hacia la puerta del copiloto, la cual Jace me abre en un gesto caballeroso. —Muchas gracias —digo antes de entrar. —Tengo que decir que te veo muy bien hoy.

—Ese es un halago para mi después de la tremenda borrachera de antier, créeme no acostumbro a tomar de esa forma —me hace saber antes de encender el auto y partir.

—Todos nos hemos pasado de copas alguna vez.

—Si, aunque esta en especial me costó caro por haber tenido que faltar ayer al entrenamiento —replica. —Tuve que pagar una multa, pero el dinero no es nada comparado a los insultos de Meier.

—Ay no, Jace, que mal —suelto verdaderamente apenada. —Si lo hubiera sabido te habría despertado antes de irme para que no faltaras.

—No te preocupes, preciosa. No tenías como saberlo. Además, me gustó conocer tu habitación y probar el desayuno que me preparaste —replica echándome un vistazo fugaz. —Te lo agradezco.

—No hay de que —manifiesto.

—Ahora, no recuerdo mucho de lo que sucedió, espero no haberme sobrepasado contigo, o haber dicho tonterías.

—Para nada, nos divertimos.

Y también me viste desnuda, pero por suerte no lo recuerdas.

—Es un alivio escuchar eso — contesta y yo sonrío.

—Me da curiosidad saber a dónde me llevaras hoy —suelto al no tener idea de hacia dónde nos dirigimos.

—No quiero decir mucho, pero estoy seguro de que te gustará.

MÁS MÍA QUE SUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora