Mi respiración se atasca, y ningún gesto se muestra de mi parte. Jace y yo nos encontramos a una gran distancia, pero eso no impide que rompamos nuestra conexión visual. Él se mantiene con esa hermosa sonrisa en su rostro, y segundos después me es imposible no contagiarme de la misma. Una genuina y auténtica sonrisa también se forma en mis labios, y aún a la lejanía ambos comenzamos a reír como locos. Como dos personas que no podrían estar más contentas al verse después de tanto tiempo, y que su sola presencia les llena de amor y energía.
Sacudo mi mano en lo alto dedicándole un saludo, y cuando él me corresponde de la misma forma no tardo en sonrojarme. De pronto, a Jace se acerca otro de los jugadores de su equipo casi que tirándosele encima supongo que en celebración por la victoria. Él logra recomponerse, y seguidamente se acerca a decirle algo al oído de su compañero. De inmediato veo como este otro dirige su vista hacia mí, y sorprendiéndome, me dedica un guiño luego de darle una palmada en el hombro a Jace, que en cambio le da un empujón mientras su compañero que creo también es su amigo, no deja de reír.
Observo graciosa toda la situación, hasta que noto que llaman a Jace, y él dedicándome una sonrisa final se retira del campo junto con su equipo. Un pequeño sentimiento de tristeza se instala en mí, al darme cuenta de seguramente no podré verlo otra vez. Y dispuesta a salir del estadio con Bella, ambas comenzamos a caminar rumbo a la salida.
— ¿Qué te pareció el partido, Gia? —me pregunta Isabella a medida avanzamos entre la gente.
—Estuvo genial —admito. —Gracias por invitarme.
—De nada, eres una grata compañía —replica. —¿Qué te parece si vamos por algo de cenar ahora?
—Sí, me parece...
—Señoritas deténganse —me hace callarme abruptamente el hombre de seguridad que se ha interpuesto cortándonos el paso.
—¿Qué pasa? —le pregunta Bella igual de confundida que yo.
—Tienen que acompañarme —replica con seriedad.
—¿Qué? ¿Por qué? —contesta ella.
—Síganme por favor —suelta ignorando las palabras de Isabella.
—Pero ¿A dónde? —cuestiono yo sin entender que es lo que ocurre.
—Síganme —nos reitera por lo que Isabella y yo nos volteamos a ver confundidas, luego de comenzar a caminar detrás del guardia.
—¿Qué es lo que sucede? —susurra Bella en mi oído.
—No lo sé —manifiesto.
Dirigiéndonos con total desconcierto a donde quiera que este hombre nos esté llevando, caminamos hasta llegar a una especie de pasillo que parece conectar con el interior del estadio de fútbol. En todo ese trayecto mis ojos se fijan en los posters e imágenes que se encuentran en las paredes del lugar. Todas son en referencia a Los Eagles, en las cuales también se muestran fotografías de los jugadores. Tengo que confesar que mis ojos se iluminan cuando me percato de la imagen de Jace siendo figura en uno de esos cuadros.
—Esperen aquí —nos indica el guardia al llegar a un pasillo más grande, perdiéndose en el camino.
—Oiga ¿pero por qué nos trajo aquí? —suelta Isabella sin obtener respuesta de su parte. —¡No nos puede dejar así! —exclama. —¿En dónde estamos?
Yo por mi parte no puedo responder porque estoy igual de confundida. No se hacia dónde lleva este lugar, ni porque nos hicieron venir hasta acá. Siento que verdaderamente nos podríamos meter en problemas al estar aquí sin autorización, a causa del enigmático guardia.
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MÁS MÍA QUE SUYA
Novela JuvenilGianna ha pasado los meses más difíciles desde su ruptura con el que fue el amor de su vida. Ella atraviesa una nueva etapa e intenta encontrarse a sí misma de nuevo. Cada vez queda menos de la chica sensible que conocimos en un principio, y va abri...