CAPÍTULO IV

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— ¡Dios no lo puedo creer! —digo al poner los pies en el suelo. — ¿Cómo es que estás aquí? —le cuestiono sin poder asimilarlo todavía.

— Pues tuve que comprar un vuelo extremadamente caro a última hora, para así poder acompañarte.

— Diablos, te quiero tanto Ady —expreso abrazándolo otra vez. — Perdón, ensucié tu camisa — digo al ver la humedad en su camiseta por mis lágrimas.

— No te preocupes muñeca.

— Adam, cariño — dice mi mamá aproximándose a mi amigo para abrazarlo.

— Feliz navidad Dayanne — replica él.

— ¡Ady! — exclama mi tía con una gran sonrisa en el rostro al verlo.

— Hola Maggie — dice al corresponderle el saludo. — Feliz navidad a todos — manifiesta, y por un momento que parece apenas un segundo noto que su mirada recae en Ethan quien se encuentra con la vista fija en su plato, y la expresión en su rostro refleja todo menos alegría. Algo sucedió entre estos dos.

— ¿Adam vas a comer? — le pregunta mamá.

— Por favor, muero de hambre. El vuelo se me hizo eterno.

— Muy bien, ahora te sirvo — expresa. — Mientras tanto puedes ir a dejar tu equipaje a la habitación.

— De acuerdo — replica Ady. — ¿Gia, me ayudas por favor? — cuestiona, y yo asiento tomando una de sus maletas para luego subir hasta la planta superior.

Al entrar a la recámara asignada para Adam que es justo la que está frente a mi cuarto, colocamos su equipaje en el closet. Mientras acomoda sus cosas no puedo dejar de verlo. Todavía no lo creo, estaba mentalizada en que no vendría y ahora mi mejor amigo se encuentra aquí. 

— Listo, traje algunos regalos, pero se supone que debemos abrirlos por la mañana, así que todavía no se los daré — me explica, pero yo me mantengo en silencio. — ¿Muñeca te encuentras bien? — pregunta al ver que no emito palabra alguna.

— Abrázame — es todo lo que digo.

— Gia... — formula para luego envolverme con sus brazos en un fuerte abrazo. Y mis lagrimas no tardan en caer en todo lo que transmite y me recuerda estar así con él.

El último abrazo de Leo, el dolor que embarga a mi corazón al saber que no está conmigo. En como fantaseé alguna vez vivir una navidad con él. En todo lo que pudimos haber sido pero la vida o el universo me demostró que no estábamos destinados a ser.

— Conmigo puedes llorar todo lo que quieras — suelta Ady haciendo que me aferre aún más a su persona.

— No sé porque es tan difícil — digo entre sollozos. — Cuando pienso que voy por buen camino, vuelvo a caer en lo mismo. En estos dolorosos recuerdos que se clavan como una estaca en mi pecho y me impiden respirar.

— No te sientas mal muñeca — replica mientras pasa sus manos por mi cabello. — Es normal, aunque sea duro es parte del proceso y la consecuencia de lo que implica amar tanto a alguien.

— Siento... siento que sin importar cuanto tiempo pase nunca voy a lograr recuperarme totalmente, porque sin importar que, sé que nunca voy a amar tanto a alguien como lo amé a él.  

— Te entiendo.

— Sabes, el día en que vino, me partió tanto el alma ver en la condición en la que estaba — expreso separándome de Ady.  — Me suplicó que lo escuchara, me pidió perdón — digo rememorando sus palabras. — Y creo que soy una estúpida por pensar esto, pero siento que lo hizo de corazón.

MÁS MÍA QUE SUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora