CAPÍTULO LVII

7.4K 575 225
                                    

Por favor contesta, por favor contesta, por favor contesta.

Ruego internamente para que él finalmente se disponga a atender al menos una de las decenas de llamadas que le he hecho desde ayer. Sé que está muy molesto por lo que hice, aun mas sabiendo lo mucho que detesta a Jace.

Y no ayuda en nada el hecho de que todavía me encuentre en su casa, esperando a que mi madre despierte para irnos de aquí.

Soy la única persona que se encuentra despierta a esta hora, aparte de Neville el gato de Jace. Aunque creo que lo estoy comenzando a irritar por la forma en la que mi pie se mueve incesante producto de la ansiedad que toda esta situación me provoca.

—Hija, buenos días —aparece por fin mi madre en la sala de estar, luciendo muy fresca. Al parecer ya se ha duchado. —Me sorprende verte despierta tan temprano. Hare café ¿quieres?

—Mamá...

—También haré algo para desayunar, espero que tu novio no se moleste por el atrevimiento.

—Jace no es mi novio —le aclaro.

—¿Pero lo fueron cierto? Es lo mismo —expresa buscando la cocina, hasta que la encuentra.

—No lo es, él y yo no somos nada.

—Y eso es una verdadera pena —formula haciéndome rodar los ojos irritada.

—Mamá tengo que hablar contigo.

—Por Dios, pero que enorme es esta cocina ¿no te gustaría vivir en una casa así? —dice ignorándome rotundamente.

—Dayanne, escúchame —suelto elevando la voz consiguiendo por fin llamar su atención.

—Gianna ¿Qué tienes en el cuello? —cuestiona observando fijamente esa zona.

Y es ahí cuando lo recuerdo, teniendo que cubrirme con la mano las marcas que Leo me ha hecho.

—Es... una picadura —miento bajando tratando de sonar convincente.

—Pues ponte una pomada o algo —expresa regresando a buscar ingredientes en la nevera.

¿Por qué siento que me está evadiendo a propósito?

—Oye, enserio tenemos que hablar —suelto acercándome a cerrar el refrigerador para tener su completa atención.

—¿Qué te sucede?

—No podemos estar aquí —suelto.

—¿Por qué? A Jace no le molesta.

—Es por él mismo que no quiero estar aquí —confieso. —Mamá, Jace y yo terminamos, y esto no está bien. Es demasiado atrevimiento.

—Ay, Gianna no empieces con lo mismo —dice restándole importancia a lo que digo.

—Mamá, tú no tienes idea de lo incómoda que me siento —suelto, desesperada. —No quiero quedarme aquí más tiempo.

—Ya te dije que no nos iremos hasta que se haya resuelto lo de tu departamento, es muy peligroso —contesta consiguiendo que empiece a enfadarme por su terquedad y lo poco empática que está siendo conmigo. —Siéntate, te haré de comer.

—No —vocifero.

—Hija.

—Estoy cansada de que no me escuches, así que no si quieres irte conmigo me voy yo sola —dejo salir retirándome de ese lugar.

—Gianna —me llama alzando la voz.

—¡Me largo, mamá! —espeto, cansada de toda esta situación.

MÁS MÍA QUE SUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora