—Gianna Coleman —escucho el llamado de alguien captando mi atención.
Al levantar mi mirada del ordenador, me sorprendo al ver un hombre que carga un enorme ramo de flores.
—Soy yo —replico algo vacilante y el sujeto que supongo es un repartidor se acerca a mí.
—Un presente para usted —manifiesta tendiéndome el arreglo floral gigantesco.
Algo titubeante tomo el ramo que me cubre casi por completo, y no puedo quedar más sorprendida al ver y sentir el aroma que emanan todas estas flores de cerca. Observo a mi alrededor y mis compañeros de área no disimulamos la expresión de impresión y perplejidad que tienen nuestros rostros.
—Firme aquí, por favor —me pide el caballero, y colocando el pesado ramo en mi escritorio, tomo la pluma para firmar la entrega. —Que tenga buen día, señorita —se despide y seguidamente parte del lugar.
Ante la mirada de todos detallo el precioso arreglo maravillada, y al observar la tarjeta que se encuentra en medio de las flores, la tomo inmediatamente. Supongo que esta demás describir la forma en la que me sonrojo al leer la nota. Lo supuse desde que llegó, pero al leer el nombre de Jace en la tarjeta la sonrisa que emito es tan grande que provoca que mis mejillas duelan:
"Si te lo preguntas, no podía elegir una, son todas tan hermosas que me recuerdan a ti.
Pd: No tengo idea de cómo terminé en tu departamento, pero te agradezco que me hayas dejado dormir en tu cama".
Jace Taylor.
Llevo una mano hacia mi boca, todavía asimilando lo increíble que es. De pronto siento mis ojos humedecerse, pero respiro hondo para no soltar ninguna lagrima y hacer el ridículo en mi trabajo. Cielos, Jace es... ni siquiera tengo palabras para describir lo increíble que puede ser. Siento que esto es demasiado para mí, tanto que no lo merezco.
Pero oigan, un momento. Vuelvo a leer la nota una vez más, y mi atención se centra en un detalle que he pasado por alto. Jace manifiesta que no recuerda el haber llegado al departamento, eso significa que tampoco se acuerda de lo que sucedió en mi habitación ¿o no? Solo espero que sea lo que creo porque no podría con el gran bochorno de él viéndome a lo Adán y Eva.
—Vaya, y mi novio se queja después de comprarme una misera rosa en la floristería de la esquina —replica Olivia, una de mis compañeras de trabajo, al acercarse a mi escritorio para detallar el ramo que me ha enviado Jace.
—No creo que tu novio tenga el mismo poder adquisitivo que el suyo —interviene Sara, quien se encuentra al otro lado dirigiéndose a Olivia. —O tienes mucha suerte o eres muy astuta al buscar tipos con dinero —suelta ahora hacia mí, sonando algo despectiva.
Sara es una chica de cabello corto y muy bonita para ser honesta. Pero es el tipo de compañera que genera una energía negativa en el ambiente laboral, y la mayoría prefiere estar lejos de ella. Pocas veces me ha dirigido la palabra desde que llegué aquí, y cuando lo ha hecho solo ha sido para soltar comentarios parecidos al que acaba de hacer.
—Si tuviera su cara tampoco me conformaría con un pobre diablo —le contesta Olivia. —Bien hecho, chica —expresa hacia mi dedicándome un guiño.
Dejando atrás esa rara charla entre ellas dos, cuando ambas chicas se van, yo tomo mi celular y le escribo un texto de agradecimiento a Jace. Que por cierto cuando me desperté en la mañana, todavía seguía durmiendo, supongo que se despertó y marchó poco después de que me fui. Espero que se haya comido el desayuno que le dejé en el horno. Le dejé una nota en la mesita de noche indicándole sobre la comida y el zumo de naranja que le preparé.
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MÁS MÍA QUE SUYA
Novela JuvenilGianna ha pasado los meses más difíciles desde su ruptura con el que fue el amor de su vida. Ella atraviesa una nueva etapa e intenta encontrarse a sí misma de nuevo. Cada vez queda menos de la chica sensible que conocimos en un principio, y va abri...