SEBASTIEN.
En el preciso momento que mi boca impacta en la suya, siento como si perdiera el control de mí mismo, y dejara la compostura de lado. Sus labios se perciben como terciopelo entre los míos, su aliento es sumamente delicioso y refrescante. Y el tacto de sus manos sobre mi pecho aun con la camiseta puesta, solo me hace desear deshacerme de la misma, para sentir su toque directo en mi piel.
No puedo evitarlo, y en consecuencia de la fiereza de nuestro beso, la tomo de sus caderas impulsándola para que enrede sus piernas mi alrededor. Al separarme por únicamente unos segundos me es imposible no fijarme en como su vestido se ha subido casi a la altura de su cintura dejando su ropa interior a la vista. Tengo que ordenarme a mí mismo a no ir más allá, gracias a la imagen que inevitablemente me ha provocado una erección.
Continuo nuestro contacto, adentrando mi lengua a su boca, y ella consigue llevarme el ritmo perfectamente. Enseguida yo tiro de su labio inferior, causando que ella sujete con fuerza mechones de mi cabello.
—¿Por qué? —la escucho preguntar entre jadeos, aprovechando los breves momentos en que dejo de besarla.
—Me atraes —contesto volviendo a unir nuestras bocas por varios segundos en los que no deseo desprenderme de ella, hasta que me hace separarme casi a regañadientes.
—Eso no es lo que pareció en la entrevista —formula con la respiración agitada.
—No era lo que quería que pareciera —digo desplazando mi mano a lo largo de su pierna.
—¿Por qué no me quiso contratar antes y ahora sí? —replica colocando su mano en mi barbilla. —¿Qué lo hizo cambiar de opinión?
—Que me gustes no tiene relación con que quiera darte el empleo —le aclaro bajándola de vuelta al suelo. —Te juzgué mal allá, y me equivoqué.
—¿A que vino realmente señor Falls? —cuestiona con recelo.
—Sebastien —la corrijo.
Me hace sentir como un anciano que me llame así, tomando en cuenta nuestra diferencia de edad.
—¿Cuál es la verdadera razón de su presencia, Sebastien? —se rectifica fijando su vista en la mía.
—Ya te lo dije, quiero emplearte.
—¿Y usted cree que es correcto besar a sus empleadas? —cuestiona haciéndome sonreír.
—Fuera del trabajo sí.
—Yo no creo que sea debido besar a mi potencial jefe —replica con repentina seriedad apartándose de mí. —Perdone, no estaba pensando con claridad al hacerlo —manifiesta caminando hacia el otro lado de la habitación llevándose una mano a la cabeza.
—Fue un beso que ambos quisimos no hay nada de malo en eso.
—Apenas y lo conozco —manifiesta. —Y... ni siquiera tengo idea de cómo supo en que número de departamento vivo, y sumado a eso ¡usted es el jefe de mi amigo!
—Tienes razón en lo primero, y por eso me gustaría que pudiéramos conocernos, Gianna —suelto. —Respondiendo a lo otro, es fácil convencer a la recepcionista de este edificio —continúo diciendo. —Y finalmente, no le veo el problema con que sea el jefe de tu amigo. Si aceptas mi propuesta también seré el tuyo.
—El problema es que no quiero volver a involucrarme con mi jefe otra vez —manifiesta bajando la mirada.
Yo la observo con extrañeza, tratando de descifrar lo que me acaba de decir.
—¿Otra vez? —cuestiono.
—Creí que usted ya había atado cabos —contesta. —Mi ex pareja, Leo, supongo que sabe quién es.
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MÁS MÍA QUE SUYA
Teen FictionGianna ha pasado los meses más difíciles desde su ruptura con el que fue el amor de su vida. Ella atraviesa una nueva etapa e intenta encontrarse a sí misma de nuevo. Cada vez queda menos de la chica sensible que conocimos en un principio, y va abri...