Después de aproximadamente ocho horas de viaje hemos aterrizado en Los Ángeles. Tan pronto como llegué le avisé a Leo quien me advirtió portarme bien. Honestamente lo noté muy paranoico y renuente con el hecho de que yo esté de vuelta aquí. Y no es para menos, tenemos una tendencia de que cosas horribles suceden cada vez que nos separamos. Pareciera que la única forma que tenemos de estar bien es estando juntos en todo momento.
Aunque de igual manera no creo que haya mucho que pueda pasar cuando solo estaré un día aquí. Sé que no será tan fácil convencer a mi madre, pero una vez que lo haga, espero que ella decida irse voluntariamente o yo tendré que buscar la manera de persuadirla para que se vaya.
En el aeropuerto, opto por pedir un taxi para no levantar sospechas cuando llegue al departamento de Isabella que es en donde mi mamá me avisó que se encuentra. Al parecer todos están reunidos allí esperándome, y están ansiosos por verme.
Me angustia un poco pensar en cuál será su reacción o la cantidad de preguntas que harán. Estoy más que segura que me someterán a una especie de interrogatorio, por lo que tengo que ser lo más breve con las respuestas que dé.
En todo el trayecto desde al aeropuerto hasta que llego al edificio de Isabella, mis manos se mueven inquietas. Al adentrarme al ascensor mi cabeza da vueltas por la creciente preocupación. Y cuando llego al departamento y estoy a punto de tocar la puerta, para mi sorpresa esta se abre antes de lo esperado, y mi gesto de sorpresa es imborrable cuando veo que es Keyla la persona quien ahí se encuentra y de inmediato se lanza a abrazarme.
—¡Gianna! —exclama eufórica.
Yo entro en una especie de shock al verla, pero acepto el cálido abrazo de mi amiga. No puedo creerlo, perdí la cuenta del tiempo que tenía de no verla, y está aquí.
—Keyla —manifiesto, atónita.
—No lo puedo creer ¡Estás bien! —formula con mucha alegría al apartarse.
—Y tú estás aquí.
—Claro, como no iba estarlo ¡Gianna nos tenías al borde de la locura!
—Lo siento.
—Nada de lo siento, yo estaba a punto de irme, pero tu mamá está adentro —me hace saber.
Pero justo cuando estoy a punto de dar un paso para entrar a verla, Keyla me detiene.
—Espera un momento, Gia —expresa haciendo que la observe con rareza al verla sacar un frasco de perfume de su cartera.
Y al tenerlo en manos de inmediato me rocía de pies a cabeza, haciendo toser por el intenso olor de la fragancia.
—Key ¿qué... —estoy a punto de decir, pero ella me interrumpe.
—Ya me di cuenta del porqué de tu repentina desaparición —formula en voz baja. —Hueles a perfume de hombre, Gianna
Quedo helada al escucharla decir eso, pero ella en cambio me dedica una sonrisa pícara.
Joder.
—Ahora sí podemos entrar —manifiesta entrelazado nuestros brazos luego de que técnicamente me ha bañado de loción.
Al ingresar a la estancia aún pasmada por la forma en la que mi mejor amiga se enteró de la causa de mi "desaparición", todo empeora cuando sentado a la par de mi madre observo a Jace.
—¡Hija! —salta del sofá mi madre, para acercarse a toda prisa junto con Isabella y su prometido.
—Gianna —me nombran los demás.
—Hola, mamá —manifiesto hacia ella. —Hola chicos —saludo a los demás.
—Mi niña no sabes cuan preocupada estuve por ti —expresa mi madre con la voz entrecortada luego de abrazarme. —No sabes lo mucho que me alegra saber que estás bien —manifiesta comenzado a llorar.
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MÁS MÍA QUE SUYA
Novela JuvenilGianna ha pasado los meses más difíciles desde su ruptura con el que fue el amor de su vida. Ella atraviesa una nueva etapa e intenta encontrarse a sí misma de nuevo. Cada vez queda menos de la chica sensible que conocimos en un principio, y va abri...