CAPÍTULO 45. EL CAMERINO NÚMERO 13

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Alessia cayó, contra la pared, mientras se llevaba su mano hacia la clavícula. Pablo se agachó, y, mientras Miguel le chillaba, le arrancó el destornillador a la morena de golpe, quien empezó a notar cómo la sangre salía del agujero que Pablo acababa de hacer en su cuerpo.

Era el mayor dolor físico que había tenido en su vida, y, sin embargo, no podía ni gritar. Estaba demasiado en shock, Pablo, ¿todo este tiempo había sido Pablo? "Está más cerca de lo que piensas", recordó la chica las palabras de Daniel, en su cabeza, mientras veía cómo Pablo se apartaba de ella. He estado tan ciega.

El chico se giró hacia Miguel, quien se abalanzó contra él, peleando. - ¡Qué cojones haces, Pablo! ¡Qué cojones le has hecho! - Gritaba Miguel, desde encima de Pablo, mientras le agarraba del cuello de la camisa. Pablo, con un brazo, rodeó el cuello de Miguel, atrayéndole hacia él, y, con la mano libre y el destornillador, apuñaló al chico, en la espalda, haciéndole sacar todo el aire de golpe.

Enpujó a Miguel a un lado, y, mientras hiperventilaba, se puso de pie.

- ¿Qué está pasando? - Preguntó Carlos, mientras entraba en el camerino, alertado por el ruido. En cuanto vio toda la sangre, se le cayó el teléfono al suelo del susto.

El chico se quedó de piedra, mientras Pablo tiraba de él más para dentro, y cerraba la puerta.

- ¿Pablo...? - Todos se quedaron con la duda de qué era lo que Carlos iba a decirle a su amigo, porque Pablo cogió y le clavó el destornillador en la base del cuello.

Carlos se apoyó contra la puerta, confuso, mientras llevaba una mano a su cuello. Pablo le quitó el destornillador, haciendo que la sangre del rubio saliese a borbotones.

Alessia se arrastró hacia Miguel, con mucho dolor, y le cogió de la mano, al verle llorando, mirando a su amigo. - Tienes que aguantar... - Susurró ella, con mucho esfuerzo. Le dolía todo, y le costaba respirar. La chica se giró hacia su derecha, y, al ver el móvil de carlos caído junto a ella, fue a cogerlo, pero Pablo se tiró sobre ella, evitando que la chica diese al botón de "Llamar a emergencias".

El chico fue a clavarle el destornillador de nuevo en la espalda, pero debía de estar cansado, porque esta vez solamente consiguió desgarrarle un poco la piel, eso sí, la escoció bastante.

Pablo se levantó, con el teléfono de carlos en la mano, y empezó a caminar de un lado al otro de la sala.

Alessia no podía dejar de mirar a Carlos, cuyo cuerpo ya estaba en el suelo, y seguía soltando mucha sangre. Su hombro también sangraba mucho, pero no era ni la mitad comparado con lo del chico. - Pablo, por favor. - Pidió la chica, mientras se arrastraba hacia Carlos, y ponía su mano en su cuello, intentando presionar la herida, pero no tenía fuerzas. - Por favor, déjales... El problema lo tienes conmigo.

- No... No sé qué hacer. - Dijo el chico, nervioso, mientras comenzaba a golpearse la frente con el dorso de la mano. - No se supone... Tú no... ¿Por qué has tenido que...? ¡Mira lo que he hecho por tu culpa! - El moreno se acercó a ella, y la levantó agarrándole de los pelos. - ¡Mírales! ¡Mira lo que me has hecho hacer! - La tiró contra la pared, para volver a comenzar a dar vueltas en círculos. - Tengo... Tengo que salir de aquí. Pero... ¿Cómo?

- Si les dejas en paz, te ayudo. - Dijo Alessia, viendo como Miguel hacía lo mismo que ella, intentar taponar la herida de Carlos, pero con más éxito. - Venga...

- ¿Qué piensas hacer?

- Tú... Si me llevas... Podemos salir por el sótano... Y coger la furgo... Las llaves están en el bolsillo de Carlos... Podemos decir a los de seguridad que... Que se me ha caído un foco... Y que me estás llevando a urgencias...

LA PAURA DEL BUIO - MåneskinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora