CAPÍTULO 3. VÍBORA

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Alessia no podía creerlo. Ella. Cantando frente a más de 160 millones de espectadores. Ella, la elegida para representar a su país. Su canción, superando a la del resto de concursantes, había sido la victoriosa.

Se echó a llorar, mientras sus padres corrían al escenario a abrazarla. Sus compañeros también le dieron la enhorabuena, los chicos de Fly le dieron su número, al igual que Blas, Malú se mostró extremadamente amable, pero Daniel...

- Enhorabuena, supongo. - Dijo el chico en voz baja, aprovechando que las cámaras apuntaban hacia la presentadora del programa y los padres de Alessia, quienes, emocionados, estaban siendo entrevistados. Miró a los lados, y se acercó a su oído. - Más te vale mejorar esa actuación de mierda. Estar buena y fingir que eres una chica dulce de pueblo puede que te haya hecho ganar este concurso, pero, ¿Eurovisión? Lo dudo.

La morena no podía creer lo que le había dicho el chaval. ¿Qué se había creído el imbécil ese? - A lo mejor si no te hubieses comportado como una víbora en tu entrevista, hubieses quedado en mejor lugar. Pero decidiste ser la serpiente que estás siendo ahora.

- Ese puesto era mío. Llevo soñando con esto toda mi vida.

- Pues ya somos dos. Y yo he ganado. Tu canción era buena. Pero la mía también. Preséntate el año que viene de nuevo, puede que ganes, pero este es mi momento. No el tuyo. - respondió ella, desafiante, mientras el chico le agarrraba del brazo, apretando.

- ¿Tu momento? No durarán mucho estos 5 minutos de gloria.

- Puede. Pero para no durar mucho, te lo estás tomando muy a pecho, ¿no? - El chico se le quedó mirando a los ojos, furioso. - No vas a hacerme llorar con tus palabras de crío mimado. Acepta que he ganado, y que estoy feliz. El resto lo han hecho.

El chico rió. - La felicidad no dura mucho, Alessia.

La única verdad que había dicho en esa conversación.

13 de marzo. 2021. 22:43

Tras ir de compras con la estilista que le habían asignado y hacer un montón de pruebas de vestuario, por fin estaba volviendo a casa. Su padre conducía lo más rápdio que le permitía el límite de velocidad, todos estaban hambrientos y deseaban llegar a casa a cenar.

No había casi nadie en la carretera. Cada 5 minutos se encontraban con algún coche, pero nada más. El silencio de la noche solamente era interrumpido por la familia de tres, quienes hablaban animadamente sobre la idea que había tenido Alessia para la presentación, aunque aún debía convencer a sus superiores de algunos detalles sobre la actuación.

Todo iba bien. Hasta que aquel coche rojo llegó a su altura. Alessia no entendía por qué no les adelantaba, le estaba poniendo nerviosa. Se giró sobre su asiento, para mirarlo. Un hombre lo conducía, tenía matrícula capicúa.

Llevaba días bastante paranoica por los paparazzi. tenía muchas entrevistas, y, cuando terminaban, los periodistas la acosaban a la salida, como si no hubiesen tenido suficiente con acosarla sobre preguntas sobre su vida personal en la rueda de prensa. No quería que ahora le siguiesen hasta su casa en Ocaña. Pero sabía que no tardarían mucho en acosarla hasta en su propio pueblo. Pero, por suerte, el hombre les adelantó tras unos dos minutos tras ellos.

Llegaron a casa no sin antes haber pasado por la pizzería de su calle. Cenaron una pizza de barbacoa y unas coca-colas en el salón, y se fueron a dormir, agotados.

A eso de las 4 de la mañana, Alessia se despertó para ir al baño. Se notaba muy mareada y le dolía la cabeza, no entendía qué era lo que le estaba pasando.

Decidió bajar al servicio de la planta baja, donde tenían el botiquín, a por un Paracetamol. Cuando salió del baño con la pastilla en una mano, dispuesta a tomarse un vaso de agua lo vio: la puerta del garaje estaba a medio abrir. Ella recordaba haberla cerrado, así que se acercó a ver qué ocurría. Al abrir del todo, tropezó con un cable. "¿Un cable?", lo agarró, y lo siguió hasta el tubo de escape del coche, el cual estaba arrancado.

Tres palabras: Monóxido de carbono.

Corrió escaleras arriba, siguiendo el cable hasta la habitación de sus padres. Aporreó todo lo que pudo la puerta, pero no se abría. tenía un mal presentimiento, así que corrió a su cuarto, abrió la ventana, y saltó de su balcón al de sus padres. La ventana no se abría, y las cortinas estaban corridas, asi que, cogió una de las macetas y rompió el cristal. Metió la mano por el agujero que había hecho, con tan poco cuidado que se cortó, pero no le importaba. Llegó hasta el pestillo

Sus padres estaban en la cama, dormidos plácidamente. La puerta tenía cinta aislante por dentro, ademas de tener en medio un mueble para que nadie entrase, y el cable terminaba en el cabecero de su cama.

Alessia gritó tanto para despertarlos, que despertó a sus vecinos, quienes llamaron a la policía.

Cuando llegaron y consiguieron tirar la puerta abajo, Alessia estaba en el suelo, y sus padres seguían en la cama. Apagaron el motor del viejo Renault, llamaron a emergencias y se llevaron a los tres al hospital más cercano.

Cuando abrió los ojos, lo primero que hizo la chica fue preguntar dónde estaban sus padres. El silencio de las enfermeras solo confirmó lo que ella ya sabía.

Nunca había llorado tanto. Tenía los ojos rojos, y los párpados inflamados cuando entró la psicóloga del hospital, junto con un policía.

- Hola, Alessia. - Dijo la mujer, sentándose a su lado. - ¿Cómo estás? - Alessia solamente respondió con más lágrimas. - Sé que esto es muy difícil para ti, pero este es el inspector Martínez.

- Se ha abierto una investigación sobre lo que le pasó a tus padres... Pero creemos que es un suicidio. La ventana estaba cerrada, al igual que la puerta.

- Mis padres no se suicidarían. Nunca. - Respondió ella entre lágrimas. - Éramos felices.

- Lo sé... Pero tus padres tenían alguna deuda con el banco pendiente. - Ella conocía esa deuda, pidieron un préstamo al banco cuando abrieron su propio bar hacía año y medio, pero no les quedaba tanto para pagarla. Nada tenía sentido.

- No lo entiendo... Con lo que hubiese ganado yendo a Eurovisión... Podrían haberla pagado...

- Hay padres a los que les avergüenza mucho pedir dinero a sus hijos.

- Mis padres me hubieran avisado si había algún problema. No se han suicidado. Haga su trabajo e investigue. - Respondió ella, poniéndose muy nerviosa, mucho más de lo que ya estaba. la psicóloga hizo ademán de cogerle la mano, pero ella la retiró rápidamente. - Mis padres me querían. Eran felices. No me hubieran dejado sola. Y menos ahora que estaban tan emocionados con el concurso.

- Sólo hago mi trabajo, Alessia. Voy a investigar todas las vías posibles, pero mi deber es informarte de a dónde apunta la investigación. - Dijo el inspector, algo brusco. - Siento mucho tu pérdida. cuando tenga nuevas noticias, te llamaré. Este es mi número. - El hombre dejó una tarjeta sobre la mesilla de noche, y se fue.

La psicóloga quería hablar con ella. Pero Alessia la echó, qudándose sola, abrazando a su almohada, dejando un río de lágrimas sobre ella.

Nada volvería a ser lo mismo.

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¡Hola! No me matéis mucho JAJAAJ había que empezar con la historia de verdad, sorry. Espero que os guste, si comentais lo agradecería un montón, es un gran apoyo para mí <3 nos vemos en el siguiente!


LA PAURA DEL BUIO - MåneskinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora