EPÍLOGO

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(Está canción y la letra fue de mis inspiraciones para escribir la historia.)

[2 de mayo, 2014]

Mi vida había cambiado. Los tiempos eran distintos ahora que tenía 33 años, y cada día traía consigo nuevas preguntas y maravillas.

-¿Entonces se llaman cuerpos celestes? -preguntó la vocecita de mi pequeña pelirroja, con los ojos llenos de curiosidad mientras me miraba.

-Hay millones de nombres para la astrología, cielo -respondí con una sonrisa, tomando su mano, disfrutando de ese momento sencillo pero lleno de significado.

-¡Me encanta venir aquí, tía! -gritó James Sirius mientras corría junto a Albus Severus-. Es increíble que tú hayas hecho todo esto.

Una sonrisa se dibujó en mis labios al verlos correr llenos de energía. Mis tres sobrinos eran hermosos, tan llenos de vida y alegría que iluminaban cualquier lugar en el que estuvieran.

-Bueno, yo lo hice, pero este lugar es de todo el mundo mágico -les recordé mientras me acercaba a ellos, mi tono suave pero firme-. Recuerden siempre compartir lo que es valioso.

-Debería ser solo tuyo -dijo Lily Luna, aferrándose aún más a mi mano con ese tono dulce de quien no quería compartir lo que ama.

-No, cielo. Este lugar es hermoso, pero lo hice para compartirlo con todos -le respondí con una sonrisa, mientras seguíamos caminando hacia el cuarto nivel del mirador de estrellas, donde el cielo parecía estar más cerca y el mundo más vasto.

Me había convertido en astróloga. El cielo y sus acompañantes siempre me parecieron fascinantes, una mezcla de belleza e intriga. Al descubrir este lugar, con sus diferentes niveles de altura, lo convertí en una ventana al universo, abierta para que cualquiera pudiera admirar las estrellas.

-¡______! -gritó Harry desde abajo, con su voz inconfundible.

-¿Pasa algo? -pregunté, asomándome por el barandal del segundo nivel.

-Baja -ordenó, con ese tono mandón que siempre usaba-. Y trae a los niños.

Suspiré suavemente antes de girarme hacia ellos.

-Tal vez más tarde subamos de nuevo, lo prometo -les dije-. Su padre nos llama.

Ellos asintieron, obedientes como siempre, y bajaron corriendo. Esa disposición a seguir instrucciones era algo que adoraba de ellos.

Descendí tras los niños, ocultando mis manos dentro de la polera lila, sintiendo la brisa fresca en mi rostro mientras intentaba adivinar qué querría Harry esta vez.

Cuando llegué junto a ellos, Harry me miró de inmediato y tomó mis manos con una firmeza que me hizo detenerme.

-Tenemos que irnos -dijo en un susurro tembloroso-. Un hombre en Londres está huyendo de los aurores...

-Bien -respondí, tratando de mantener la serenidad, aunque mi mirada se desvió hacia James Sirius, que en ese momento perseguía al escarbato que le había regalado por su décimo cumpleaños, ajeno a la gravedad de lo que estaba ocurriendo.

Sentí un peso en el estómago, pero no quise alarmarlos. Sabía que la seguridad siempre estaba en la cuerda floja, especialmente en tiempos como estos.

James Sirius salió corriendo tras el escarbato que, como siempre, se dirigía hacia los niveles más altos. Ni siquiera lo pensé; mis piernas se movieron solas mientras corría tras mi sobrino, dejando a todos atrás. El peligro del acantilado más arriba me helaba la sangre. Sabía lo que podía pasar si él llegaba demasiado lejos.

𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐑𝐄𝐀𝐓 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐎𝐅 𝐓𝐇𝐄 𝐇𝐄𝐈𝐑◇𝑻𝑶𝑴 𝑹𝑰𝑫𝑫𝑳𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora