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Día 9 del #Flufftober de Es de fanfics: Beso en la frente.

Abandono Voluntario: Los personajes de Hetalia le pertenecen a Hidekaz Himaruya.

«Consuelo»

Alfred suspira frente al ventanal de un edificio de la universidad, aun tratando de acostumbrarse a la nueva imagen reflejada y sin poderse creer que esté usando lentes. No les gusta. Uno, porque le hacen ver más ñoño de lo que es y dos, porque el convexo es más grueso de lo que hubiese imaginado. ¿No se le ven un poco raro los ojos?

Aun así, sabe que no puede quejarse más, especialmente cuando, en verdad, los necesita. Así que, resignado, acomoda su mochila y se dirige a su primera clase.

Varios de sus compañeros se sorprenden de verlo con montura, pero... no dicen más, por suerte. Aunque nunca falta uno que se atreve a más, como pedirle prestado sus lentes para probárselos. Nunca hubiese imaginado cuán molesto sería aquello.

Al finalizar su curso, Alfred se encamina al laboratorio y se encuentra con Iván.

El ruso, obviamente, alza las cejas al ver su nueva imagen.

— Estás usando lentes

Alfred rueda los ojos.

— No.

E ingresa al recinto, siendo seguido por Iván.

— ¿Qué problema tienes?

— No te importa —Toma asiento. Iván hace lo mismo, pero sentándose en la silla de al lado—. ¡Hey!, tú no eres mi compañero en esta clase. Vete a otro lugar.

— ¿Por qué te molestas?

— Largo.

Iván le mira fijamente mientras Alfred comienza a fruncir el ceño. ¿Van a pelear?, se preguntan algunos, luego de descubrir un poco sobre sus pasados. Sorpresivamente, Iván sonríe, levantando la mano hasta el rostro de Alfred.

Alfred retrocede un poco, para evitar lo obvio, pero Iván logra quitarle los lentes.

Fuck, ruski —En serio, se está molestando.

Iván se prueba los lentes y levanta las cejas.

— Tienes una medida muy alta.

— Si, gracias por repetir lo mismo que miles. Ahora, dame eso.

Iván le esquiva mientras sigue mirando a través de los lentes.

— Supongo que ahora podrás ver mejor. Ya no te distraerás tan fácilmente —Sonríe Iván, a lo que Alfred frunce el ceño, gruñendo.

Entonces, Iván se quita los lentes y se los coloca a Alfred, que se sonroja un poco con la cercanía y porque es la primera vez que ve a gran detalle los violáceos ojos de Iván.

— Lo único lamentable es que ya no podré ver el intenso brillo de tus ojos.

— ¿Eh?

Iván sonríe, acariciando un poco el flequillo de Alfred y, sin entender sus propios impulsos, besa la frente de Alfred, haciéndole sonrojar no sólo a él, sino al resto de sus compañeros.

— No estés molesto, da?

Alfred se convierte en una masa balbuceante, sin entender qué diablos había sucedido.

Los primeros indicios de un desbordante amor, al parecer.

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