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Día 11 del #Flufftober de Es de fanfics: Por primera vez.

Abandono Voluntario: Los personajes de Hetalia le pertenecen a Hidekaz Himaruya.


«Vivencia»

Como Alfred F. Jones tiene suerte, mucha, pero muchísima suerte, en su primera participación en un concurso realizado por Red Bull, salió ganador y se llevó dos boletos para hacer Skydive. Como imaginarán, Alfred presumió a quien sea que le quisiese escuchar o no, sobre vivir una experiencia extraordinaria y única. Lastimosamente, la mayoría de sus conocidos preferían tener una experiencia sobre el suelo o en el mar, en el peor de los casos.

— Si quieres, puedo ir contigo.

Alfred levanta la vista y mira a Iván con un gesto de cansancio, hasta que procesa las palabras.

Really?!

A Iván no le hace feliz compartir ese tipo de experiencias con Alfred, peor si es su primera vez, pero... le parece tan divertido y emocionante lanzarse desde una avioneta a 2.500 metros de altura y a una velocidad de 200 kilómetros por hora, que lo consiente. Sonríe.

Alfred agudiza la mirada, suponiendo lo erróneo.

— No vas a lanzarme, ¿oíste?

— ¿Lanzarte?

Alfred frunce el ceño, haciendo sonreír aún más a Iván, que empieza a entender lo que sucede. Aun así, a pesar de la desconfianza, Alfred e Iván se reúnen el fin de semana a las afueras de la Gran Manzana; y, juntos, se encaminan al punto de encuentro, donde les espera una avioneta blanca con la bandera de los Estados Unidos estampada en el estabilizador vertical.

La emoción ayuda a que Alfred baje la guardia. Aunque, como cada uno estará unido a un instructor, las posibilidades de que sea empujado son pocas. Por eso, ¡a disfrutar!

El instructor líder es preciso con la información. Mientras explica cuál es el procedimiento, va entregando a cada uno la ropa que vestirá. Luego, se ponen a hacer un poco de calentamiento, alargándolo un poco más debido a la nubosidad en la ciudad. Tenían que esperar por un buen tiempo.

Curiosamente, Alfred e Iván lo aprovechan para hablar y reírse por tonterías, logrando que sus compañeros se unan a la conversación y se sorprendan al saber que son estudiantes de física.

Llegado el momento, casi por el atardecer, Alfred sonríe extasiado cuando empiezan a alistarse, dando brinquitos por la emoción mientras Iván mira a su instructor con una sonrisa; se acaba de dar cuenta que es más bajito que él.

Alfred se ríe a carcajadas, imaginándose perfectamente la extraña combinación que harán, por lo que recibe una sonrisa fulminante por parte del ruso. Así, luego de miradas tensas también, el grupo de Skydive asciende.

Alfred puede sentir sus fuertes latidos mientras aprecia, con ojos de niño. la impresionante vista de la isla de Manhattan. Iván aprecia también el paisaje. Pero, por algún motivo, la alegría de Alfred le llama más la atención. Sonríe.

— ¡Muy bien, equipo! ¡En cinco minutos nos lanzamos! —Grita el líder en plena marcha, a lo que el resto asiente, emocionadísimo.

Iván termina por anexarse a su instructor, aparentemente tranquilo, mientras la puerta de la avioneta se desliza. En el final del conteo regresivo, todos gritan y empiezan a saltar uno detrás del otro; y Alfred puede escuchar perfectamente que alguien grita "Vodkaaaaaaa". Se ríe porque, pese a la turbulencia, puede asegurar que ese alguien fue Iván.

Entonces, Alfred empieza a gritar también, sintiendo el aire chocar directamente contra su cara. Sin saber por qué, empieza a buscar con la mirada a Iván, riéndose cuando ve su cara.

Estira los brazos.

Drrrrr!

Así, al cabo de unos minutos, cada uno de los instructores libera su paracaídas, estabilizándose para el óptimo descenso. Posteriormente, cuando los pares empiezan a aterrizar en la plataforma ubicada en el río Hudson, cada uno se recibe con un choque de cinco, contentos por la increíble experiencia.

Una vez aterriza, Alfred hace lo mismo, pero, cuando llega al lado de Iván, la emoción le es tan desbordante que, prácticamente, le abraza.

— ¡ESO FUE AWESOMEEEE! —La sonrisa que tiene Alfred.

Iván sonríe de igual forma con la experiencia, pero su emoción se termina cuando Alfred pisa la plataforma.

Auch... —murmura Alfred, separándose de golpe y mirándose un pie.

— ¿Qué sucede?

— Nada... Creo que pisé mal —Y cuando lo vuelve a hacer, un agudo dolor recorre su tobillo derecho, obligándolo a agacharse un poco. Al parecer, durante el aterrizaje, Alfred no había avanzado correctamente en la caminata, torciéndose el tobillo en algún momento.

El instructor se disculpa, pero Alfred le pide que no lo haga. A fin de cuentas, la experiencia de la caída libre es lo que más quiere rememorar. Claro, hasta que llega ese momento.

Una vez que el barco les deja en el puerto, y Alfred recibe la debida atención médica, Iván...

—...

Iván tuerce un poco el cuello y le mira desde su posición, con duda.

— ¿No vas a subir?

— ¡No! —Se sonroja Alfred—. Aun puedo caminar, ruski. Y si no, pido un taxi. ¡Es New York!

Iván se molesta un poco y se incorpora, girándose.

— ¿Acaso quieres que te lleve como princesa?

What?! ¡No! W-wait, mejor dicho, no quiero que me lleves.

Iván le mira con una carita..., a lo que Alfred rueda los ojos. Extrañamente, se ríe después.

Ok, ok. Pero después no te quejes.

— ¿Es que pesas mucho?

— ¡No! —Miente, concluyendo que esto de ser cargado no es buena idea. Sin embargo, antes de alejarse, Iván le sujeta de la muñeca y lo acerca a su espalda tras girarse de nuevo, cargándole en un simple movimiento—. ¡Aah!

Iván sonríe por el susto de Alfred y aprovecha esa distracción para cargarlo correctamente, cuidando de no tocarle de más. Mira hacia el cielo nocturno, en su forma única de pensarse las cosas, y sonríe.

— No. No pesas mucho.

Alfred se sonroja mientras rueda los ojos. Ahora bien, podría retorcerse y bajarse molesto, pero, por algún motivo, no lo hace.

— No pienses que te voy a agradecer —Dice Alfred entre risas mientras apoya su mentón en el hombro de Iván, abrazándolo por el cuello. Es extraño que no se estén peleando, ¿no lo creen?

— No importa.

Jeez... sí que eres raro.

Iván sonríe con suavidad, pensando que el raro aquí es Alfred. Miren que "invitarle" y permitirle estar cerca, después de todo lo que han vivido... Sin esperárselo, es él quien se lo agradece.

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