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Día 18 del #Flufftober de Es de fanfics: Abrazo.

Abandono Voluntario: Los personajes de Hetalia le pertenecen a Hidekaz Himaruya.


Abrazo

Alfred se ha quedado con la curiosidad de saber que se siente ser abrazado por Iván. Por lo que pudo ver, el ruski no estrangula a las personas como creyó. Aunque... lo que abrazó fue un oso de felpa y no a una persona en sí, pero... Se entiende la idea.

Lamentablemente, Alfred no puede acercarse y pedirle a Iván un abrazo. No, claro que no. Uno, porque es vergonzoso y dos, porque no tiene ni idea de cómo reaccionará. Podría burlarse de él, ¿saben? Por eso, buscó oportunidades.

La primera, fue durante una campaña de abrazos gratis hecha por la facultad. La perfecta oportunidad, ¿no lo creen? Pues no, no lo fue. Alfred sufrió un martirio cuando quiso acercarse. Hubiese sido fácil de no ser porque Iván es temido por todos. ¿Un abrazo del oso ruso? No, gracias.

El único loco era Alfred y quizás sus locas fanáticas, pero ninguno quiso acercarse. En realidad, nadie de la facultad, salvo los hijos de los profesores, que estuvieron encantados de ser lanzados por los aires... La envidia que sintió Alfred.

La segunda oportunidad... No, es que no hubo más, y Alfred se siente miserable por eso.

Iván nota su desdicha y le pregunta lo que sucede, en un sketch único entre los dos. Por suerte, no se encuentran en la biblioteca.

Alfred le dice que nada mientras se pone de pie, en espera de que las puertas del tren se abran.

Iván le mira antes de levantarse también, siguiéndole en silencio.

Cuando salen de la estación, Alfred da un respingo cuando una persona, repentinamente, acerca su rostro hasta el suyo, asustándole no sólo por su horrible apariencia, sino porque le gruñe como el zombie que es. Retrocede un par de pasos, divertido con la situación, cuando... sucede el milagro.

De imprevisto, Iván abraza a Alfred por la espalda, soltando un gritito porque, en serio, en serio, ABORRECE a los zombies.

Y Alfred podrá sentir que, a pesar de su miedo, Iván le abraza con una extraña delicadeza, haciéndole sonrojar aún más cuando siente su respiración en su nuca, temblando un poquito.

Sin saber por qué, Alfred se siente en la gloria, petrificado, mientras los zombies pasan muy cerca de ellos dos, desfilando por el festival de The Walking Dead.

No se lo va a decir a nadie, pero, por primera vez, Alfred se alegra de temerle solo a los fantasmas.

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