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Día 17 del #Flufftober de Es de fanfics: Cumpleaños.

Abandono Voluntario: Los personajes de Hetalia le pertenecen a Hidekaz Himaruya.


Agasajo

Aunque parezca increíble, Iván cumple años en dos fechas distintas. Alfred se enteró de esto después del primer cumpleaños, relacionado directamente con la fecha de su partida de nacimiento: 12 de Junio.

No saben cuánto se lamentó el estadounidense al enterarse que había dejado pasar una fecha tan importante para su compañero de cuarto. Aun así, Iván le restó importancia, diciéndole que solía celebrar más su segundo cumpleaños que el primero.

— Es más fácil porque cae fin de año. Un solo gasto.

— Pero te estoy preguntando por qué celebras en esa fecha. Francis me dijo que sufriste un accidente.

Iván termina de colocarse su bufanda y le mira, sonriendo.

— Porque volví a nacer.

—...

— Esa noche —Empieza a contar Iván mientras le da la espalda a Alfred, mirándose otra vez en el espejo—, debí morir. El vidrio del auto dio tres vueltas de campana y yo...

De repente, Iván guarda silencio, sorprendido por el repentino acto de Alfred, de cubrirle la boca con su bufanda. Por un momento, piensa que le va a ahorcar, pero Alfred solo se queda de pie, detrás de él, procesando la información.

— Prometo que haré una gran fiesta.

Iván se sorprende con eso y se baja un poco la tela de su bufanda, girándose para negarse, pero Alfred se apresura y sale de la habitación. Cuando se encuentra sólo, Iván sonríe bastante conmovido. Haber visto esa faceta en Alfred, le hace mucha ilusión, ¿saben?

Por su parte, Alfred aprovecha la primera semana de las vacaciones de invierno para comprar todo lo que necesita para la fiesta, sorprendiéndose además de que Iván tuvo razón, sobre gastar de un solo porrazo. Pero no. Se supone que es un día especial (aunque no le guste admitirlo), y debe esmerarse en hacerlo exclusivo y alusivo a un cumpleaños. Nada relacionado a las fiestas de fin de año.

Así, llega el 30 de diciembre.

Iván es invitado a su propia fiesta, que es muy parecida a las estadounidenses. Es decir, con gente que ni conoce, trago, música y luces multicolores. No hay nada de original en esto, de no ser porque no fue planificada así. Alfred le recibe, avergonzado, diciéndole que no entiende cómo es que se enteraron de la fiesta.

— No te preocupes —Le dice Iván, pensando que, ni modo, está en los Estados Unidos de América. Cruza el linde de la puerta y se sorprende de ver, en el pasillo, a un trío de hombres besándose a la misma vez, borrachos y erectos. Lo peor, es que esa escena no es lo único relevante del panorama, no, claro que no, y Alfred se avergüenza.

— ¿Sabes qué? Mejor vámonos —Prácticamente, Alfred arrastra a Iván fuera de la mansión, pensando que ya después le mostraría el regalo que le compró por la web.

Por su parte, Iván se deja arrastrar, riéndose un poquitín.

— ¿Y a dónde se supone que vamos? —pregunta. Alfred le mira de reojo, deteniéndose.

— Eh...

— No hay problema si regresamos.

— ¿En serio?

Da. Quizás podamos aprovechar la fiesta y sacar fotos sugerentes para chantajearlos.

Alfred rueda los ojos, pero se ríe.

— A veces me pregunto cómo llegué a considerarte un enemigo.

Iván se sorprende con las palabras de Alfred, sonrojándose al deducir que le está considerando un amigo... Entonces, repentinamente, cae en cuenta de que sus manos siguen entrelazadas, a lo que Alfred se sonroja, soltándole.

Iván sonríe tímidamente.

— E-entonces volvamos —Asiente Alfred. Además, muere por mostrarle su regalo.

Así que, ambos regresan en sus pasos e ingresan a la mansión de la facultad, pasando por los pasillos repletos de alcohólicos y jóvenes cachondos.

Cuando llegan a su habitación, Alfred se sonroja tras abrir la puerta e Iván levanta las cejas al ver un GIGANTESCO oso polar de felpa sobre su cama. Lo peor es que sostiene una almohada en forma de corazón, rodeado de pétalos de rosa y algunas velas.

WHAT THE FUCK?!

¿Con qué empresa se supone que se había contactado? Histérico, se apresura en sacar su celular y buscar el número de su contacto mientras le va explicando a Iván que esto es un error. Un gravísimo error.

Curiosamente, Iván no se molesta, ni siquiera piensa que se trata de una broma, solo sonríe sinceramente, antes de echarse sobre el oso y abrazarlo con fuerza, cual niño. ¿De verdad está sucediendo?

Al poco rato, Iván se levanta de su cama, con el oso polar entre sus brazos, y sonríe.

Spasibo! Siempre quise un oso de este tamaño.

Alfred está sin palabras. En la línea, una señorita contesta la llamada, pero Alfred le cuelga.

— ¿No-no estás molesto?

— ¿Eh? ¿Por qué debería estarlo?

Alfred rueda los ojos.

— Todo es un desastre... —Se sincera, a lo que Iván sonríe.

— Lo es, pero lo más importante para mí es tu intención. Spasibo.

Alfred sonríe, sonrojado, sin entender por qué su corazón le late con fuerza.

— Mejor vamos a comer. Yo invito.

Hmmm. Está bien. Pero nada de hamburguesas, da?

Alfred se queja un poco, pero sonríe de igual forma, sin imaginarse que, a partir de ese momento, las cosas entre los dos cambiarían.

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