Capitulo 1

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  La vida era una mierda y estar en esa silla con sus manos esposadas se lo confirmaba, las miradas que lo juzgaban sin piedad eran las que menos le importaban en esos momentos, aunque en realidad nada le importaba, su vida se había vuelto un infi...

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  La vida era una mierda y estar en esa silla con sus manos esposadas se lo confirmaba, las miradas que lo juzgaban sin piedad eran las que menos le importaban en esos momentos, aunque en realidad nada le importaba, su vida se había vuelto un infierno y a pesar de que muchas personas sabían su situación ninguna tuvo el coraje de ayudarlo.

Todavía recordaba las miradas de sus vecinos cuando la policía lo saco esposado de la que alguna vez fue su casa, observo sus manos y las recordó bañadas en sangre, las voces se escuchaban muy distantes en ese momento y no podía entender lo que el abogado que le habían asignado le decía al jurado y al juez que estaba llevando su juicio.

Sabía perfectamente que no saldría bien librado de eso dado que los familiares de ese mal nacido tenían dinero y querían que cayera todo el peso de la ley sobre él, creían que la cárcel era el infierno pero se equivocaban, el infierno era de donde lo habían sacado esposado.

--Por eso señor juez pido que mi defendido sea puesto en libertad –escucho la voz de su abogado-

--El jurado entra en receso y daré mi veredicto en media hora después de analizar las pruebas –fue lo único que dijo el juez que miraba al pobre chico esposado como un buitre, el sonido del mazo se escucho y dos policías se colocaron al lado del joven para escoltarlo a una habitación donde seria vigilado hasta que llegara la hora del veredicto-

Muchas personas pensarían que estaba loco al no tratar de defenderse o simplemente interesarse en lo que le deparaba el destino, pero ¿de qué le serbia estar libre? ¿Ha quien le importaría lo que le pasara? Obviamente a nadie pues la única persona importante en su vida se había marchado de este mundo dos años antes.

Sin delicadez alguna lo arrojaron a una silla y se colocaron a los lados cuidando que no intentara alguna idiotez ¿acaso pensaban que escaparía de un tribunal? Por lo visto se habían dado una idea algo errónea de la clase de persona que era. Cerro sus ojos y descanso su cabeza en la mesa tratando de dormir un poco, todavía recordaba las palabras poco femeninas y amables que le había prácticamente escupido la madre del animal aquel que ahora se encontraba en la morgue.

Esa mujer estaba tan podría como el enfermo que alguna vez tuvo como hijo, en sus labios una sonrisa burlona se formo al recordar las suplicas de ese mal nacido que se autoproclamaba hombre.

--Solo tú sonríes con una situación como esta –dijo uno de los oficiales que se encontraban a su lado-

--Deberías al menos fingir que te sientes mal por lo que has hecho, así al menos podrían bajarte la sentencia que estoy seguro que serán muchos años –agrego el otro pensando que esas palabras harían sentir mal al chico, si solo supieran que no se arrepentía de la decisión que había tomado-

...

Treinta minutos o media hora como quisieran decirle, era un tiempo considerablemente corto que no tardo en llegar a su fin, el joven se encontraba de nuevo sentado enfrente del juez con su abogado al lado esperando la sentencia. Todos se colocaron de pie cuando aquel hombre de pelo blanco y bata negra entro a la sala con la paciencia de un verdugo que afilaba su hacha para estamparla en el cuello del acusado.

T̷r̷a̷s̷ L̷a̷s̷ R̷e̷j̷a̷s̷ -Y̷o̷o̷n̷M̷i̷n̷-✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora