El trastorno de identidad disociativo comúnmente llamado personalidad múltiple es como si varias personas conviviesen dentro de un mismo cuerpo.
Aquí narro mi día a día en este cuerpo relatado en historias cortas. Demostramos que no somos lo que el...
¿Quién es? Ahora se daría por fin a conocer la verdadera causa de todo.
Aquellas sensaciones y sentimientos que nos desbordaban sin explicación y de forma repentina debían tener su origen lógico y yo estaba dispuesto a descubrirlo. Solo el pensar en que estábamos perdiendo la cordura me hacia esforzarme mas aún en encontrar el origen de aquellos comportamientos que nos hacían dudar de nosotros mismos.
Pensé y pensé en lo que podía estar ocurriendo y una idea apareció en mi mente como una revelación. Ya que yo aparecí sumido en una oscuridad y aprendí con el paso del tiempo creí que quizá yo no era el único y había otro alter oculto en cualquier parte de aquel mar de penumbra que existía fuera de nuestra sala ¿y si existía otro alter como yo del que no nos habíamos dado cuenta antes? ¿Y si ha sido creado después de mí y es por eso que está perdido? ¿Qué clase de alter y que forma tendría? Puse todo mi empeño en descubrir quien o que estaba detrás de aquella sensibilidad que hasta ese momento no habíamos notado y que era cada vez más frecuente en nuestro día a día.
Traté de lanzar mensajes al aire, gritando como si ese otro alguien me escuchase e intentando hacer que se sintiese cómodo para que se dejase ver y entrase con nosotros o al menos para que encontrase el camino a nuestra sala como una luz minúscula en una tormenta de oscuridad.
Días pasaron en los que yo hablaba aparentemente con nadie y de vez en cuando aquellos sentimientos nos abordaban entorpeciendo nuestra vida cotidiana y adornando nuestro tiempo con adorables gestos infantiles sin obtener ninguna respuesta a mis llamados.
Al fin, un día sin más estando en casa obtuve una respuesta. La puerta de nuestra sala interna se abría apenas un poco y yo sabía que estaba a punto de ocurrir algo que cambiaría nuestra vida aunque nunca pensé que hasta un punto tan grande.
De repente veo aparecer una mano por el borde de la puerta, por la altura de esa manita no debía tener un cuerpo muy grande y de pronto apareció el milagro.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Una chica de apariencia muy joven y con unos rasgos tan tiernos que te provocaban romperte de ternura apareció por la puerta, asomándose un poquito y mirando al interior con ojos miedosos.
-Vamos, acércate... no vamos a hacerte daño -le dije con voz calmada y con confianza.
-...
-Ven, siéntate con nosotros, hay un sofá entero para ti y es muy cómodo.
-...
Entonces pasó del todo y pude verla. Vestía con una sudadera negra que le llegaba por las rodillas, tenía las mangas cubriéndole las manos y se las frotaba mientras miraba hacia el suelo con una carita rojita de vergüenza. Cerró la puerta tan suavemente que no produjo casi ningún ruido y con la voz mas dulce que puedas imaginar dijo:
-¿Pue...puedo?
-Claro que si, pasa y siéntate con nosotros.
-Va...vale -me dijo con un tono de lo más tierno.
Óscar no dijo nada, solo se dedicaba a mirarla como si de un ángel se tratase y a observar lo que estaba ocurriendo.
No tarde en sentarme a su lado y preguntarle:
-Dime ¿Cómo te llamas pequeña?
-Me... llamo Leaf (ó///ò) -me dijo suavemente muy roja.
-¿Que edad tienes Leaf? Si no te molesta la pregunta claro -le dije con una sonrisa.
-Qui...quince (u///u)
-Me alegro mucho de conocerte Leaf, él es Óscar, es el dueño del cuerpo y yo su compañero Deby, tú también estarás aquí con nosotros y veras como te gusta todo lo que hacemos aquí juntos.
-¿Eres... un gatito... que habla? (O///o) -me pregunto con una mirada super tierna.
-Bueno, no soy un gatito normal, yo soy mas inteligente. -le contesté riéndome.
Ahora había quedado la mayor parte de las cosas resueltas con la aparición de la dulce Leaf. Aquella ansia de chocolate, nuestros gestos infantiles en algunos casos, la amnesia de no saber como llegábamos a algunos sitios y el gusto por los chicos que nos abordaba en ocasiones estaban siendo provocadas por aquella niña y sin más comencé a explicarle un poco como funcionaba todo, tanto nuestro día a día como las funciones del cuerpo y como debía controlarlo ella también. Parecía bastante distraída mirando a su alrededor pero no quise agobiarla con demasiada información aunque mas tarde me demostraría que era mucho mas atenta e inteligente de lo que me había parecido desde un principio.
Así pues, Óscar y yo junto a la nueva incorporación, Leaf, estábamos a punto de ver nuestras vidas cambiar. Ya nunca volvería a ser todo igual.