¡Argh!

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Karin abrió los ojos, acostumbrándose a la luz que entraba por la ventana desprovista de cortinas. Se sentían tan en calma, que no podía recordar cuándo había sido la última vez que durmió tan profundamente. Sentirse tan descansada era una sensación única, aunque había dormido en una bolsa de dormir en el suelo. Era extraño, aunque positivo de muchas maneras; oficialmente, habían cumplido una semana sin incidentes.

Le habían encomendado la misión de dormir en el departamento nuevo y asegurarse de que todo estaba en orden, y ya que pasó una semana sin incidentes, se podía mostrar el departamento al cliente interesado ese mismo día.

Era increíble cómo las buenas noches de sueño podían devolver incluso el optimismo.

Se dio una ducha rápida antes de ir al trabajo, y en todo ese rato, tampoco pasó absolutamente nada. Si no necesitaran del dinero, definitivamente se lo quedaría, ni siquiera escuchaba los autos de la calle ¡ni a los vecinos!

Luego de limpiar lo que ensució durante su estancia, salió, cerrando bien la puerta.

—¡Son increíbles! ¡De verdad!

La efusividad de la vecina la sobresaltó.

—¡¿En serio lo exorcizaron?!

Karin rio tímidamente. Esa chica realmente se había convertido en un tipo de fangirl.

—Pues eso parece.

—¡Son los mejores! ¡No hay duda de eso! Es una pena que no se vayan a quedar aquí, pero estaremos en contacto ¿no?

—Por supuesto.

—¿En dónde está su oficina?

Karin sintió que bajaba los hombros.

—Estamos en eso.

—Bueno, tengo el número de todos, ya les diré a mis amigos ¡Ah! ¡Por cierto! Mi escuela está organizando un festival, podrían venir, las cosas se ponen muy divertidas.

—Claro, le diré a los chicos, seguro les vendrá bien un rato para despejarse.

—¡Excelente! ¡Nos vemos después!

Karin ni siquiera intentó alcanzarla cuando corrió por el pasillo. Ella iba demasiado bien de tiempo y no le importaba esperar la segunda vuelta del ascensor, junto con dos mujeres que llevaban a sus hijos al colegio, y una más que aparentemente iba a trabajar también.

—Escuché que hoy es tu último día aquí. Gracias por lo del ascensor —dijo una de ellas —. Teníamos años pidiéndole al administrador que lo resolviera.

Karin les sonrió, haciendo una señal de victoria con los dedos.

—Suigetsu es un abogado muy persuasivo.

—Todo un tiburón —completó otra de ellas, algo por lo que todas se rieron, aunque Karin no entendió la broma, lo hizo por convivir.

¿Lo decían por sus dientes? Eran difícil de ignorar, pero era normal si habría botellas de cerveza con la boca. Sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo nada más de recordarlo mascando el hielo de las bebidas preparadas, y lo peor, era que ni siquiera parecía preocuparle visitar a un dentista o entender que era un problema.

—¡Buenos días!

Levantó la mano para saludar a Tenten, siempre enérgica y siempre la primera en llegar, y en esa ocasión, llevaba una enorme caja de cartón.

—Necesito tu ayuda —le dijo, yendo hacia ella y dejando la caja sobre el mostrador de la recepción. Karin se estiró para mirar el interior y vio un montón de calabazas y murciélagos de plástico, una bruja de trapo con cabello de lana, además de un montón de arañas y relleno de algún cojín que fungía como telaraña.

—¿No crees que es muy pronto? Aún faltan dos semanas.

—¡Tonterías! ¡La noche de brujas es la mejor noche del año! No tiene nada de malo hacer que dure un poco más.

—Hay dulces por montones y eres dentista, no se supone que alientes esto —dijo Karin, sacando un enorme tarro con forma de cráneo, junto con dos bolsas de dulces.

—Tonterías —repitió Tenten —. Vamos, hay que poner esto antes de que lleguen Sakura e Ino.

—¿Se molestarán?

—Nah, van a querer ayudar, pero no tienen gusto para esto. ¿Alguna vez has visto una telaraña que parezca algodón de azúcar?

A Karin se le ocurrían las invasiones de arañas que envolvían todo en capullos de seda: bancas de parque, botes de basura, árboles completos.

—Este es para ti —le dijo, poniéndole una diadema con pequeños cuernos rojos —. Tienen luces.

La pelirroja solo enarcó una ceja.

—¿Y tú qué vas a usar? —preguntó.

Tenten se acercó súbitamente a ella con una sonrisa exageradamente ancha, mostrándole que tenía los colmillos ligeramente pronunciados. Sin embargo, no se trataba de una dentadura de plástico de dos centavos, realmente parecían sus dientes.

—Son implantes removibles —le explicó —. Que, por cierto, este será el servicio de promoción.

Y le entregó unos volantes en los que desglosaba el costo de los diferentes modelos, que no se limitaban a los colmillos de vampiro, también había dientes tipo hombre lobo y una cosa asquerosa que se presumía como dientes de bruja.

Básicamente permitía hacer todas las actividades como comer o beber sin perder la caracterización y con la seguridad higiénica necesaria.

—Sí, está bien.

Sakura e Ino llegaron al poco rato.

—Se escaparon las brujas antes de tiempo, ¿no? —preguntó Sakura.

—Yo quería empezar desde inicios de octubre —respondió Tenten.

—No me sorprendería que el próximo año empieces desde septiembre —agregó Ino.

Tenten solo hizo un mohín.

—Vamos a hacer fiesta este año también, ¿no?

—Por supuesto. El 31 de octubre, no antes — Sakura miró a Karin —. Deberías traer a los chicos, si se la viven trabajando, se van a volver locos.

Karin solo sonrió de medio lado, pero aseguró que se los diría.

Quién iba a decir que pese a todo serían lo suficientemente populares como para que los hayan invitado a dos fiestas para noche de brujas. Eso debería darles gusto, por lo que habían hablado en los mensajes, no la estaban pasando tan bien, aparentemente el sueño de Suigetsu de ver un mano a mano entre dos fantasmas, se estaba cumpliendo.

No podía creer que realmente se compadeció del anciano olvidado. Con esa maldita actitud, ya hasta entendía por qué nadie lo había echado de menos.

Hizo una escala para comprar algo de cenar. Las transferencias de la noche anterior ya habían caído en su cuenta, y había sido bastante productiva.

—Debería comprar un atuendo especial por las fiestas —se dijo, cuando pasó por un escaparate que ya anunciaba los "disfraces" de temporada. Si es que así se podía llamar a esa lencería temática, bastante elemental en el concepto que sugería.

—¡Ya estoy en casa! —anunció.

Inmediatamente se sintió repelida. El ambiente se sentía tan pesado que incluso parecía caliente.

Los tres estaban en el sofá, se les notaban las ojeras bajo los ojos, la piel pálida y el semblante agobiado.

—Definitivamente necesitan relajarse con una fiesta de noche de brujas.

Suigetsu rodó los ojos hacia ella.

Ayer fue 31 de octubre, hoy es 31 de octubre, mañana será 31 de octubre. ¡Vivimos en un maldito Halloween infinito!

—¿Pues qué pasó?

La conjura de los INcrédulosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora