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No recordaba cómo era la luz, o cómo era el aire fresco, sin ese olor a sus propios desechos, casi sentía cómo sus pulmones recibían dolorosamente ese respiro.

—¡Sasuke!

La voz le pareció lejana y distinta, y no fue capaz de reconocerlo cuando se arrodilló frente a él, sacudiéndolo por los hombros.

—¿Tu madre está contigo?

"Yo estoy contigo"

Sus ojos se ajustaron lentamente a la silueta frente a él, y el rostro de su padre intentaba ajustarse a sus memorias, pero el hombre frente a él parecía más viejo de lo que era antes, las líneas bajo sus ojos eran más grandes y más oscuras, parecía más delgado y tenía barba. Su padre no solía dejarse la barba. Sin embargo, era él.

—¡Aquí está!

Lo levantó en sus brazos y se lo pasó a alguien más, que lo estrechó contra su cuerpo, forzándolo a recargar la cabeza en su hombro. Cerró los ojos, empezaba a preferir la obscuridad, la luz dolía demasiado.

—¿Sasuke?

Abrió los ojos despacio, luchando contra la luz, pero no era su padre quien estaba ahí.

—Naruto...

El chico se abalanzó contra él, aunque se arrepintió enseguida cuando lo escuchó quejarse.

—Lo siento, dattebayo.

—Karin...

—Ella está bien, pero se volvió loca cuando se dio cuenta de que le falta la mitad del pelo.

Sasuke quiso reírse, pero hasta eso le dolía. Una vez, el hijo de un cliente le pegó una goma de mascar, apenas fue en las puntas, pero estuvo chillando y haciendo juramentos de venganza todo el fin de semana.

—¿Qué pasó? Me siento fatal.

—Pues por algún motivo creíste que podrías parar una bala con la mano, obviamente no pudiste y llegó al pecho. De suerte no te atravesó un pulmón, pero bueno, te sientes del asco por la anestesia, no por la herida. Ya me debería ir, se supone que avise cuando despiertes.

Naruto se acercó, poniendo la mano alrededor de su boca para acallar su voz.

—Que no se te olvide. Karin, Suigetsu y tú salieron por unos tragos para celebrar un negocio cuando se llevaron a Karin, ustedes trataron de seguirla, fueron por Shino y Jūgo se les unió después, llegaron y todos ya estaban muertos. Omite toda la parte de que anduvieron en el territorio de Gatō, y el robo del auto. Suigetsu dijo que sí dijeran que movieron dinero en el video para ganar tiempo, es que la transferencia que te hizo Itachi va a ser difícil de ignorar.

—Sí, entiendo.

Naruto estaba por salir cuando Sasuke lo detuvo. El rubio miró por sobre su hombro.

—¿Revisaron nuestro departamento?

—Sí, obvio.

—¿Y no encontraron nada?

—¿Qué iban a encontrar?

Pensó en un cadáver de cien años, o un millón de ryō en efectivo, pero Naruto no hizo alusión a ninguna de las dos cosas, así que se limitó a suspirar.

Dos detectives entraron poco después, y repitió la historia como había pasado con las omisiones que Naruto dijo. Sin embargo, los hombres no parecían especialmente quisquillosos, claramente solo querían cerrar el caso y olvidarse de una vez por todas de un criminal que era más como una piedra en el zapato.

La conjura de los INcrédulosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora