La sala/comedor del departamento se estaba convirtiendo en la nueva sala de juntas.
Cada uno tenía una silla de procedencia distinta, y ese era el único mobiliario con el que contaban para ese espacio, improvisando una minúscula mesa de centro con una caja de cartón.
El descubrimiento que había hecho el amigo del amigo de Naruto, revelando a un espía en su pequeño proyecto, había encendido la llama de la venganza en Sasuke. No era como si eso resultara particularmente difícil, y aunque a grandes rasgos, ese rasgo de su personalidad podía ser bastante beneficioso, también solía ser desproporcionado.
En palabras de Suigetsu, la razón por la que se había asociado con él, y no con la firma de su hermano, fue porque se conocieron en un seminario y "prefería estar en las manos del diablo, que en su camino".
Habiendo pasado la noche sin dormir, Sasuke había confirmado que, mientras ellos se habían hundido en deudas, Orochimaru prosperaba, justamente con los proyectos que ellos habían elegido presentar a sus inversores y que, de hecho, había engrosado su cartera de clientes con los que una vez fueron suyos.
—No voy a permitir que se burlen de mi —dijo con tono sombrío —. Así que pondré todo mi esfuerzo en levantar las cenizas de Hebi, y destruiré a Orochimaru por completo. Ustedes no tienen ninguna obligación de hacerlo conmigo, solo quería que lo supieran ya que vivimos juntos.
—¿Qué es lo que quieres hacer? —preguntó Karin.
Sasuke pareció sorprendido. No había pensado siquiera que se interesarían después de todo lo que ya habían sacrificado por un proyecto que era mayormente suyo.
—Bienes raíces.
Karin, Jūgo y Suigetsu intercambiaron miradas.
A esas alturas ya tenían claro que la contratación era complicada, el rumor de que eran un montón de fracasados se había esparcido y ninguna firma, despacho o agencia en general que se preciara de su estabilidad, se arriesgaría. Eso reducía sus opciones al emprendimiento (de nuevo) y ahora que sabían que no había sido culpa suya, sino una trampa, la confianza que creían perdida, de alguna manera volvió.
Sasuke les explicó el plan, y aunque naturalmente necesitarían dinero para invertir, había diseñado un plan que les permitiría operar con lo mínimo. Solo había impreso un juego en la máquina de la oficina que le había contratado en calidad de chico saca copias, y los tres se las fueron pasando, comprendiendo mejor el objetivo.
Karin sonrió. La forma en la que había explicado su idea le había devuelto un poco de brillo a su mirada, con todo y que era parte de un plan de venganza. Era como si la sombra de fatalidad que había arrastrado desde que vio el último balance general de la empresa*, se despejara un poco.
—Bueno —dijo Suigetsu —, supongo que ahora que puedo trabajar desde casa me puedo hacer cargo de buscar opciones.
Sasuke asintió.
—Puedo dedicar algunas horas por la noche —secundó Jūgo —. Ahora mismo, yo tengo el ingreso más alto, que no nos podemos permitir perder.
—De cualquier forma, yo estoy libre en las tardes —se apresuró a decir Karin —, y a medida que avancemos, puedo renunciar y dedicarme a tiempo completo.
Todos parecieron estar de acuerdo.
—¿Y esta compañía ya tiene nombre? —preguntó Jūgo.
Sasuke asintió.
—Taka.
Con los ánimos renovados, Jūgo volvió al trabajo, su hora para comer había terminado e iba tarde por unos quince minutos, pero nada que no pudiera compensarle a su jefa, mientras que Suigetsu y Karin fueron camino a la clínica. El turno de Karin iba a empezar y Suigetsu tenía consulta, solo para asegurarse de que no había empeorado desde la última vez que lo vieron.
Sasuke pensó que podría regalarle algo a Sakura en cuanto se lo pudiera permitir. Si no fuera por ella, la factura médica de Suigetsu los estaría dejando definitivamente en la calle.
Pero ya tendría tiempo para pensar en eso después, aún tenía que afinar muchos detalles y repartir las tareas del modo más eficiente. Él tampoco podía permitirse dejar el trabajo, simplemente no podía aceptar más dinero de Naruto e Itachi, así que cada minuto era valioso.
No se percató de cuando anocheció, al menos hasta que las puertas de las alacenas empezaron a temblar. Miró de soslayo. Karin las había asegurado con cordones, estaba harta de que se abrieran de golpe, especialmente porque era lo suficientemente alta como para recibir un golpe si no se quitaba a tiempo.
Luego hubo un gruñido gutural.
Al principio, quisieron justificarlo diciendo que se trataba de una cañería, pero las cañerías no hacían juramentos de dolor y muerte.
—Oh, tú no me vas a joder, criatura de la noche: yo voy a hacerlo.
*¿Pueden por favor imaginar a Sasuke y los demás como Don Roberto y compañía cuando Betty entrega el balance real de Ecomoda?
¡Gracias por leer!
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La conjura de los INcrédulos
FanficQuebrados, desempleados, abandonados y muy endeudados, Sasuke, Karin, Suigetsu y Jūgo deberán enfrentar su fracaso como adultos profesionales independientes, en un sitio del que no podrán escapar... tal como pasó a los últimos inquilinos. /•/ Ficto...