Para cuando Jūgo regresó del primer turno para almorzar algo, le sorprendió la inusitada calma que reinaba en el sitio, además del nuevo acomodo. La sala/comedor finalmente había completado su transformación en una sala de juntas.
El sofá del viejo abandonado estaba al fondo, frente a él, la colección de sillas desiguales, luego un tablón de madera acondicionado para servir de mesa, y finalmente una pizarra blanca móvil.
—¿De dónde sacaron eso? —preguntó. Hasta donde recordaba, no habían querido cambiar los viejos colchones, porque no tenían dinero, y esas cosas no eran particularmente baratas.
—De gente muerta —respondió rápidamente Suigetsu, que era el que estaba exponiendo, señalándole un sitio para sentarse.
—¿No fuiste a trabajar? —le preguntó a Karin.
El gesto de la chica le pareció indescifrable; era como si sufriera, a la vez confundida, pero contenta de alguna manera.
—Les dije que me sentía mal —susurró.
—No se distraigan, maldita sea —los regañó Suigetsu —. Entonces, considerando las variables, y sobre todo la legislación para evitar denuncias por fraude, podemos fijar la tasa de costos con base en las que usan las compañías de desarrollo personal.
Sasuke frunció el ceño.
—Talento humano para la liberación —dijo Suigetsu, haciendo un gesto, como si pudiera ver una marquesina con el nombre.
Sasuke se llevó una mano a la cara, se sentía tan humillado, pero no había podido refutar el planteamiento coherente a fines de recuperación económica.
—No sé qué es peor —masculló —, que lo plantees como exorcismos o como coaching.
Karin se rio.
—Los espíritus no te atormentan, los espíritus hacen cosas y tú decides si te atormentan o no.
Suigetsu estaba eufórico, tanto que también se rio con la chica.
—¿Qué está pasando? —preguntó Jūgo.
—Suigetsu negoció con nuestro roomie.
La expresión en la cara de Jūgo era todo lo que se podía esperar dadas sus penosas circunstancias. Sin embargo, dejó que le explicaran lo que había sucedido luego de que se fuera por la mañana.
—Entonces —dijo —, lo que vamos a hacer es buscar ya no solo casas en venta por infestación paranormal, sino gente que simplemente quiere deshacerse de un problema.
—Para que nuestro roomie se los coma —completó Suigetsu.
Jūgo asintió, procesando la información.
—Pero eso nos remite a un problema que planteaba Karin desde la otra vez. ¿Qué diablos vamos a hacer con un fantasma cada vez más fuerte?
—Nos va a permitir una vida tranquila en la medida que le traigamos comida.
—¿Y qué garantía tenemos?
—Pues...
—¿Qué vamos a hacer si no cumple? ¿Demandarlo?
Suigetsu agitó las manos, como si disipara las dudas en el aire.
—Escucha, la razón por la que mató a los inquilinos anteriores fue para alimentarse de ellos, es todo lo que quiere. ¿No es así, Sasuke?
Sasuke se inclinó al frente, recargando los codos en la improvisada mesa. No era en absoluto lo que le gustaría, pero la situación ya era insostenible y no tenían la solvencia para una mudanza, al menos no en una zona decente. Aunque no tenía todos los datos duros, la proyección de Suigetsu era razonable, y les permitiría costearse una oficina en el centro, que era la ruta más estable para lo que el verdaderamente quería.
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La conjura de los INcrédulos
FanfictionQuebrados, desempleados, abandonados y muy endeudados, Sasuke, Karin, Suigetsu y Jūgo deberán enfrentar su fracaso como adultos profesionales independientes, en un sitio del que no podrán escapar... tal como pasó a los últimos inquilinos. /•/ Ficto...