Suigetsu se echó a llorar, arrodillado en el descuidado jardín frontal de una casi derruida casa de corte tradicional. Estaba tan vandalizada que apenas quedaba muro sin pintarrajear. No había una sola ventana funcional, en el techo se distinguían con toda claridad nidos de alimañas y hasta un arbusto había conseguido prosperar ahí. El jardín tenía latas y botellas de cerveza, basura en general y hasta una casa de campaña hecha jirones.
—No seas idiota Suigetsu —dijo Karin —. Claramente no hubiéramos podido vivir aquí.
—¡No seas idiota tú! —le gritó, dejando de lado su penoso espectáculo —¿Sabes cuál es la plusvalía en esta zona?
Sasuke chasqueó la lengua mientras pateaba una lata. Tenía que darle la razón. De haberlo sabido antes, hubiera hecho los arreglos para venderla.
La vieja casa crujió con fuerza, como si fuese a caerse a pedazos en ese momento y los tres la miraron con los ojos muy abiertos.
—¡Ah! —exclamó Suigetsu —. A eso se refería tu papá con que estabas capacitado para hacerte cargo. Pienso que nos va a tomar más que "un poco" de trabajo —agregó, aventurándose a rodear el jardín, quería ver qué más había.
—No lo entiendo —dijo Sasuke —. Mi padre realmente nunca ha creído en lo que puedo ver o sentir. Aceptó el ritual de la sacerdotisa para exorcizar a mi madre para que dejara de fastidiarlo por las noches. ¿Por qué esperaría a ahora?
—Sabes —susurró Karin, acercándose —, creo que sí te creía, pero la idea de que la mujer con la que había compartido su vida convertida en un espíritu vengativo era... demasiado. Quizás temía que no supieras cómo manejar esto... y ahora que, de hecho, tienes una empresa dedicada a esto... pues sí, estás capacitado para hacerte cargo.
Sasuke sonrió de medio lado. No imaginaba a su padre preocupado por él y su sensibilidad, pero tampoco se le ocurría ninguna otra razón en particular.
—Y quizás —continuó la chica —... quizás también se deba a que... bueno... no lo harás solo.
Karin sintió que se acobardaba cuando la miró a los ojos. Su mirada era tan profunda que le costaba sostenerla sin sentir que se perdía.
—Karin, hay algo que...
—¡Oigan! ¡Hay un jodido baño termal!
Sasuke se giró hacia Suigetsu deteniendo su avance entusiasta tan solo con la mirada.
—Lárgate a tomarle fotos —le dijo casi gruñendo.
—¿Qué? —preguntó el otro sin entender qué había hecho para ganarse esa actitud.
—¡Para cotizar una reparación! ¡Toma fotos!
Suigetsu frunció el ceño y volvió sobre sus pasos.
Sasuke resopló, se llevó la mano a la cara para controlar la frustración que le llegaba a provocar Suigetsu, pero ya no pudo encontrar las palabras adecuadas, aunque tan solo unos segundos antes estaban en la punta de su lengua. Tomó aire, se giró hacia Karin y la tomó de la mano.
—Quiero que estés conmigo —dijo.
Ella pareció contrariada, y no podía culparla, sonaba extraño tal como lo había planteado.
—Que estés conmigo —repitió —, juntos. Yo...
Karin lo tomó de la mano, sin darse cuenta de que estaba temblando, a punto de llorar.
—Yo...
—¡No te atrevas a usar la excusa de Lady Fyre! ¡Ya te dije que eso no tiene ninguna importancia! —exclamó —. Es diferente si no quieres —siguió, modulando la voz, de nuevo a su tono bajo usual —, pero no aceptaré que te convenzas que eso te resta valor.
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La conjura de los INcrédulos
FanfictionQuebrados, desempleados, abandonados y muy endeudados, Sasuke, Karin, Suigetsu y Jūgo deberán enfrentar su fracaso como adultos profesionales independientes, en un sitio del que no podrán escapar... tal como pasó a los últimos inquilinos. /•/ Ficto...