¿Eh?

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—¿Esto ha estado pasando toda la semana? —preguntó Karin, completamente azorada cuando un vaso salió volando desde la cocina hasta la ventana de la sala/comedor —. De suerte es un desechable.

—Es que ya no quedan vasos de vidrio —dijo Jūgo —. Lo siento, no pude salvar tu taza de la vaca.

Karin suspiró. Sí la había estado buscando, pero esperaba que estuviera sucia en el cuarto de los chicos.

—De hecho, tampoco ya quedan platos. Todo lo que se podía romper ya se rompió. Hasta la mermelada.

Eso explicaba por qué todo en la alacena era de bolsa o sobre. Ni siquiera la cafetera se había salvado. SI bien la máquina estaba bien, la jarra de vidrio había sido reemplaza por una de peltre barato.

"Eso nos va a car cáncer", pensó.

—Olvidé decirte —agregó el chico luego de verla rebuscando cajones —. Anuda las llaves a la cabecera de la cama. Aparentemente pueden moverlas, pero no desatar nudos.

—¿Cómo es que ese viejo miserable le puede dar batalla a nuestro roomie? —preguntó con desanimo.

El otro se encogió de hombros.

—Me recuerda a mis padres.

Karin lo miró por sobre su hombro. Sabía que venía de una familia disfuncional, pero solo porque Suigetsu lo dijo alguna vez. No sabía cómo, pero siempre se enteraba de toda clase de cosas, y eso que no contaba con el canal extra de Sasuke.

—¿Se arrojaban cosas?

—¡Oh sí!

—Una vez, en el supermercado, nos encontramos con una antigua compañera de clase de mi padre, literalmente ella solo dijo "Hola, tanto tiempo sin verte", tomó un paquete de salchichas, nos deseó un buen día y se fue. Mi madre se volvió loca, le lanzó un frasco de mermelada a la cabeza. Pagamos más por las cosas que rompió que las que realmente íbamos a comprar, y nunca pudimos volver ahí, nos vetaron.

—Vaya, tenía temperamento.

—Tú tienes temperamento, ella era bipolar y casi nunca se tomaba el medicamento. Decía que la volvía un zombie.

Karin se puso a su lado, pero no supo qué decir. También sabía que su madre había matado a su padre, y actualmente estaba en un centro psiquiátrico del que no saldría jamás.

—¿Te imaginas cómo sería como fantasma? Tengo que irme, se me hace tarde.

Se agachó justo a tiempo, antes de que una sartén diera contra su cabeza.

—¡Te dije que era una mala idea! —gritó apenas vio a Sasuke saliendo del cuarto del baño.

—Yo les dije que esto podía tardar —se defendió —. De hecho, les dije que nunca en mi vida lo había hecho. Ni siquiera sé si funcionará.

—Lo único bueno —repuso Karin —, es que el otro departamento está listo.

Sasuke asintió, sin embargo, antes de que siguiera su camino, se quedó completamente petrificado.

—¿Sasuke?

Percibió un ligero temblor en sus labios, como si luchara por retomar el control de su cuerpo. Corrió hacia él, tomándolo por el brazo para obligarlo a moverse, pero estaba completamente rígido, y frío, como si de pronto se hubiera convertido en una estatua.

—¡Sasuke! —gritó —¡Reacciona! ¡Suigetsu!

Apenas con el pantalón puesto, Suigetsu salió derrapando de la habitación, encontrándose con Karin tironeando del brazo a Sasuke.

La conjura de los INcrédulosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora