18. Carta de Amor

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¿Por dónde podría empezar? Aunque lo pensaba una y otra vez, seguía rompiendo el papel que tenía sobre el escritorio. En ese mundo no tenía la opción de enviar un correo o un mensaje vía online, definitivamente eso era mucho más sencillo que decírselo, o ahora, escribírselo de puño y letra. Es que resultaba mucho más personal.

Una carta de amor, sonaba a cursilería, una a la que él, por supuesto, no estaba acostumbrado. Pero se trataba de ella, de su compañera incondicional y sobre todo, su más grande amor.

Podría decirse que Asuna estaba acostumbrada a su forma de ser, su falta de palabras e incluso esa extraña manera en la que podía llegar a comportarse cuando había más personas alrededor. Ya fuera por timidez u otra razón. Aunque todos quienes los veían, aseguraban que las miradas que cruzaban e incluso el tono de voz que usaban entre ellos, denotaba eso que no decían, se amaban y, desde que se habían quedado en ese mundo, compartían una misma cama, eso debía significar lo suficiente para gritar a viva voz lo que ellos eran.

Y entonces estaba esa otra parte, esa en la que habían otras chicas que llegaban a sentir algo por él y de uno u otro modo, jamás él las rechazaba abiertamente. Es que si lo pensaba detenidamente, ninguna de ellas le decía con todas sus letras que querían algo más que solo su amistad, pero él no era ciego.

Revolvió sus cabellos al pensar en que si él, con toda su falta de relaciones sociales podía notarlo, era más que evidente que Asuna lo hacía también.

Aunque su amada era demasiado buena amiga, nunca le reclamaba ni a él ni mucho menos a ellas. Pero todo el alboroto de su mente se debía a una sola escena, una pregunta.

¿Has recibido cartas de amor?

Él no debió oír esa conversación de chicas, pero ante la pregunta a Asuna por parte de Liena, su curiosidad pudo más que él.

Primero ella había titubeado. Claramente no era por él, él jamás le había hecho una. Entonces, ¿De quién?

—No, bueno sí, pero no es importante.

—Vamos, seguro Kirito no ha sido el único que se ha enamorado de ti.

Eso no le gustó. Bien sabía que en Aincrad hubo muchos y no podía negar que en el instituto de supervivientes también.

— ¡Aaah! Esto es muy difícil.

— ¿Qué puede ser difícil para el Principal dono?

Esa inconfundible voz suave, era Asuna. Volteó a ella cubriendo tras su espalda el papel con las pocas líneas escritas. Le sonrió y tardó algunos segundos en contestarle.

—Ah bueno, sabes que no soy bueno con discursos.

Sabía que su respuesta no era la mejor y que esa chica frente a él, tenía esa aterradora pero tierna capacidad de leerlo como si fuera un libro abierto. Y así fue, Asuna emitió un ligero sonido de entendimiento y luego caminó solemnemente hacia él.

Entró en pánico y sus mejillas se colorearon demasiado como para que Asuna lo ignorara.

Ella soltó una risilla encantadora y luego elevó sus manos hasta los hombros de Kirito. Por el rostro de ella, Kirito podía ver muchas emociones, entre ellas ternura, amor y un pequeño destello de anhelo. Se preguntó por un instante a qué se debía y la respuesta vino de los labios rosados de ella.

—No me importan lo que un montón de palabras pueda decir si no vienen de ti, Kirito kun. —Ella sabía, ¡Ella sabía! — y tampoco necesito que lo escribas si con tus acciones lo sé.

El rubor en sus mejillas seguía adornando el rostro del Principal. De alguna manera ella había descubierto lo que él estaba tratando de hacer.

— ¿Me viste?

Preguntó con un tono derrotado, pero al mismo tiempo, encantado de sus palabras. Ella podía decirle con tanta facilidad lo que sentía.

—Algo así. ¿Me lo darás?

Asuna apuntó la pequeña hoja de tres líneas escondiendo el rubor que coloreo sus mejillas en el hombro de él. Kirito entendía perfectamente que aunque a ella le bastaba lo que él hacía y demostraba, leer o escuchar de su boca o su propio puño y letra esos sentimientos, era algo que sobremanera le gustaba. Sonrió con ternura y sostuvo con sus manos la pequeña cintura de ella.

—Sabes que soy pésimo con las palabras y un simple "te amo" siento que es tan insuficiente para lo que hay aquí adentro por ti. — Él había apuntado el centro de su pecho, sin soltar con su otra mano la esbelta figura de su amada. Uniendo su frente a la de ella, suspiró y siguió. — Una vez te dije que mí vida te pertenecía y eso no ha cambiado... Pero hay algo que sí, porque crece y crece y no parece tener fin... Y está tan profundo dentro mío y tan fuera en mí piel cuando te tengo cerca... Yo... Yo no sé cómo explicarlo, Asuna.

Los hombros pequeños de Asuna temblaron, un sollozo imperceptible llegaba a oídos de Kirito que levantó el mentón de ella, solo para que las palabras que quería seguir diciendo se quedaran atoradas en su garganta al ver los brillosos ojos avellana que tanto tiempo había amado. Entendió con toda claridad porqué le era tan difícil decirle sus sentimientos; y es que ni él mismo era capaz de verbalizarlos. Era un bom bom constante y acelerando en su pecho y luego una explosión que lo dejaba en la inmensidad de sus ojos, y entrar a un abismo sin retorno cuando su bello cuerpo femenino le era descubierto a su mirada y luego la paz de habitarla. Era tanto, tanto. Y solo un te amo abandonó sus labios, un simple te amo.

—Todo de ti, cada día, es una carta de amor, Kirito kun. Te amo, yo te amo.

Lo pensó antes de besarla. Quizá un te amo, sí era un perfecto resumen para una carta de amor.

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Nota de autor
Bien, día 18 y vamos por más. Este sí me salió más fluff 🤭

31 días EndulzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora