22. Frágil

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Kirito podía darle muchos adjetivos a su novia; era hermosa, brillante, apasionada y amable. Podía ser un poco infantil y otras veces ser la más estricta y madura entre los dos. Claro que podía decir todo eso de ella. Pero entre las muchas maneras de describirla, la palabra “frágil” era una que no encajaba cuando la pensaba.

La explicación era bastante sencilla para él. Asuna era una mujer fuerte. Ella no se había derrumbado en ningún momento desde que él la conoció en esa mazmorra del primer piso del viejo castillo flotante. Incluso cuando fue cautiva del rey de las hadas, fue ella, quien aún herida, lo consoló.

Era por eso que cuando recibió el llamado de ella mencionando el miedo que tenía de salir de su casa, todo dentro de él había quedado conmocionado. Ella no era frágil, Asuna era su destello veloz, su aguerrida y gallarda vicecomandante, su esposa.

Su llanto le dolía, que no lo recordara, le dolía. Fue solo en ese momento que descubrió que ambos estaban igual de desolados, ¡y qué patético se sentía!

Le aterraba a él mismo lo mucho que dependía de ella, por eso verla frágil había sacudido sus cimientos.

Manejó tan rápido como pudo hasta llegar donde ella y aprisionadola en sus brazos se desahogó. Todo el miedo, la frustración, el terror de perderla se volvía irreal cuando fijaba en su mente un solo objetivo: amarla.

Sonaba muy sencillo cuando no había necesitado mediar palabras para enamorarla, el sentimiento simplemente había nacido mientras compartían todo en ese mundo, pero qué difícil se volvía cuando todo lo que una vez los unió, de un momento a otro se lo habían arrebatado a ella.

¿Cómo podía explicarle que se enamoraron poco a poco casi desde el principio? ¿Cómo decirle que se amaron hasta el cansancio durante dos semanas cuando se habían casado? ¿Cómo le decía que sin ella, él no era nada?

Y su extrañamente frágil compañera le había demostrado una vez más cuán dependiente era él de ella. Lo abrazó calmando sus demonios y culpas, le dijo que lo amaba y su determinación brilló reflejada en esos hermosos ojos avellanas.

Entonces volvió a amarla, desde el alma hasta el cuerpo.

La acariciaba con ternura mientras ella dormía en su cama, despejaba los mechones de cabello de su frente y con suavidad depositaba un beso en ella. La tarde comenzaba a morir por el color del cielo que podía ver a través de la ventana de la habitación de Asuna. Se puso de pie con una sonrisa sutil en sus labios. Le había hecho el amor como si fuera esa la primera vez.

Se prometió a sí mismo cuidarla siempre. Acomodó su chaqueta negra y la acarició una última vez antes de salir.

—Tu eres mí fuerza, Asuna.

Ella se removió solo un poco contra la mano de Kirito que la tocaba y la sonrisa de él se volvió completa. Ella no era frágil, y cuando llegaba a parecerlo, volvía a demostrarle que ella siempre sería eso; su fuerza.

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Nota de autor
Día 22 listo 👌🥰

31 días EndulzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora