2. Crema

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— ¿Entonces tengo que seguir batiendo?
Preguntó concentrado. Llevaba un mandil y su clásica camiseta negra, se veía casi blanca, estaba empolvado.

Aquello le causó gracia a Asuna, la que soltó una breve carcajada algo contenida.

—Asuna. — Reclamó con las mejillas infladas como si fuera un niño. Aunque solo logró que ella riera con más ganas.

Kirito, luego de entrecerrar un poco los ojos, la miró con una sonrisa traviesa mientras que ella seguía concentrada en burlarse de la tierna apariencia de su aguerrido espadachín. Tomó con su dedo la mezcla que contenía el recipiente en sus manos y sin piedad la estampó sobre la nariz de Asuna.

— ¡Oye!

Protestó sin dejar de reír.

— ¡Ahora los dos nos vemos aficionados!

Mencionó sabiendo que la cocina, era una de las tantas tareas que Asuna hacía mejor que él. A ella no pareció importarle la burla y sumergió su dedo en la crema del recipiente que tenía Kirito y sin limpiarse aún su nariz, se llevó la mezcla a su boca para probar.

— ¡Esto sabe increíble! De aficionado no tiene nada, Principal-dono.

En algún punto entre las risas y las últimas palabras mencionadas por Asuna, él se había quedado en otro mundo. Quizá verla acercarse y probar la crema había hecho detenerse a su corazón.

— ¿Qué ocurre?

Asuna le había preguntado mientras limpiaba su nariz con un trozo de tela. Kirito volvió a poner su dedo en la crema blanca y la probó en silencio, pero con una sutil sonrisa y sin dejar de mirarla. Ella sabía que la intensidad con la que él la miraba en ocasiones podía desarmarla, así que instintivamente desvió sus ojos al horno tras ella, desde donde ya empezaba a salir un aroma dulce.

— ¿Está huyendo, Asuna-sama?

Su encarnación había atrapado la cintura de ella. Kirito tenía aún la crema en su dedo y lo acercó a la boca de Asuna. No dijo más palabras, pero ella sabía que quería que probara directamente desde su dedo la crema que él había hecho, bajo su supervisión, para ese pastel que ella horneaba.

—Se quemará…

Asuna murmuró refiriéndose al horno que, al igual que en el mundo real, se chamuscaría si se quedaba más tiempo expuesto a los elementos térmicos. Empero, Kirito, respondió con una sonrisa.

—Yo también.

—Eres un tonto. — La voz de Asuna había salido con un tono en extremo sensual; y es que apenas terminó de mencionar aquello, sus labios se abrieron para suavemente lamer el dedo de Kirito que por esos cortos segundos olvidó incluso cómo respirar.

Asuna aprovechó ese instante para deshacerse del brazo masculino y apagar el horno. El ambiente estaba caliente y no era precisamente por la cocción del pastel.

Un carraspeo los hizo voltear a mirar en dirección a la puerta de entrada a la cocina. La joven con cabello largo castaño los miró con complicidad a ambos y salió con una sonrisa del lugar. Era evidente que llevaba ahí algunos minutos. Asuna trató de correr tras ella, pero Kirito la detuvo y en el impulso ella quedó sujeta a su pecho.

—Rina-san, quiero explicarle…

—Ella no necesita que le expliquemos nada, Asuna… — Kirito corrió un mechón avellana tras la oreja de Asuna y la miró con ternura, el aire cargado de tensión había dejado una suave sensación de cómplices y cercanos a ellos dos. Él besó su frente y murmuró suavemente. — ¿Adornamos este pastel?

Asuna dejó salir una risa pequeña y limpió los restos de harina en el cabello de él. Ya tendría tiempo de explicarle a su amiga que aquello que vio, solo era un vergonzoso juego sin ninguna otra connotación, aunque bien sabía que eso había tenido todas las implicaciones posibles, pero lo dejaría para después, ahora debían concentrarse en decorar el pastel que habían hecho ambos para Liena, después de todo, era ella quien cumplía años ese día.

No obstante el motivo del pastel, bien se sentía que esa crema, había sido regalo para ellos dos.

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Nota de autor
Día dos cumplido 😊

31 días EndulzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora