29. Nuestro Hogar

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Había un enorme silencio, sin embargo, no era algo incómodo, muy por el contrario, era acogedor e incluso reconfortante. Era extraño como toda esa calma decía mucho sin mediar palabras entre ellos cuando reposaban en silencio sobre aquella mecedora.

Frente a ellos, un fogón crepitaba la madera con ruidos apagados y el fuego oscilaba dando el efecto de calor en una fría tarde de invierno.

Eran pocas, muy pocas las veces que podían estar así de solos. Ambos lo sabían y lo disfrutaban aunque fuera un corto tiempo. La cabaña de madera en el nuevo Aincrad era su hogar, el único que para Asuna era real, un lugar que ella podía llamar "Nuestro hogar".

Como si los pensamientos cobraran vida, Kirito se movió acariciando levemente el rostro de la undine y, con una voz tranquila pero profunda le susurró: —Este es nuestro hogar, Asuna.

Quizá él, como ella, pensaban en ese momento lo mismo. Ante el silencio y la sutil sonrisa de Asuna, Kirito volvió a hablar — un día, no muy lejano, podremos hacerlo en la realidad también.

Lo mencionó mirando el fuego de la chimenea, con sus mejillas coloradas por una proposición implícita en cada palabra que había dicho. Pero para ella, no era un secreto que aquello era su destino, vivir juntos, envejecer juntos, dentro de un lugar que ambos podrían llamar "nuestro hogar".

Asuna tomó las mejillas sonrojadas de Kirito, haciendo que él la mirara, no había nada que esconder entre sus ojos que reflejaban claramente el amor y anhelo en cada brillo titilando con la luz cálida del fuego. Tenía tanto que decirle a su amado espadachín, pero solo pudo verbalizar dos simples pero inmensamente poderosas palabras: —Te amo.

Kirito abrió sus ojos para luego entrecerrarlos con ternura, devolviendo el toque de sus manos tal como ella lo tenía, sosteniendo sus mejillas. Se acercó con lentitud, saboreando su respiración mientras acortaba distancia para besarla. Un beso tierno y lento, como promesa de un día cumplir ese sueño. Cuando se separaron, la sonrisa que Kirito le regaló fue tan sincera y amplia, que Asuna sintió su corazón detenerse un breve instante.

—Yo también te amo, Asuna, para siempre.

Aquella corta línea la sacudieron tanto como cuando Kirito las dijo la primera vez. Y ella lo amaba.

—Tendremos nuestro hogar también en el mundo real, pero por ahora, solo por estos momentos, este... es nuestro hogar...

—Estamos en casa, Asuna.

Se sonrieron como dos niños y se acercaron para volver a besarse. Pero antes de unir sus labios, oyeron la puerta abrirse y con ella, el ruido volviendo junto a sus ruidosos amigos. El beso tendría que esperar, aunque siempre podían conectarse a media noche, para poder besarse... y un poquito más...

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Nota de autor
Ya día 29!!! Y estoy casi terminando este reto... Puedo decir que sobreviví?!
Gracias y nos leemos mañana!

31 días EndulzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora