Se amarraron al niño

3.3K 403 893
                                    

Martes

Se despertó de madrugada porque su vejiga le alerto que debía de ser vaciada. No pudo resistir sus impulsos de tomar agua en la tarde y ahí estan las consecuencias. Siembras lo que cosechas.

Levantarse es su nueva forma de tortura. Sin una botella a la mano para producir "coca de piña" en ella. Orinarse tampoco era una opción. Orinarse y echarle la culpa de las sabanas mojadas a Deku sonaba tentador, pero seria muy obvio para ambos quien de los dos fue.

Solo le quedaba una alternativa.

— Deku — llamo al peliverde mientras lo sacudía del hombro.

El adormilado peliverde se despertó perezosamente — ¿Qué sucede?

Mierda, no sabia como decirle que lo acompañara al baño sin sentirse patético en el proceso — Yo necesito que vengas conmigo

— Pero es de madrugada — se restregó los ojos para tratar de no ceder ante el sueño.

— Tu solo sígueme y ya — ordeno con ese tono autoritario al que Izuku se comienza a acostumbrar.

Ambos fuera de la cama, caminaron entre las penumbras de los pasillos. Katsuki, paranoico, creía escuchar murmullos y ruidos que no estaban ahí. Tenia ya un largo tiempo viviendo en el seminario y nunca antes le ocurrió algo como lo de la noche anterior. Se sentía vulnerable, un sentimiento que no se permitía mostrar por cuestiones de imagen. No quiere ser salvado por alguien menor que el; sin embargo allí va el, llevando al pecoso con amenazas pasivas para que lo acompañara sin saberlo, porque con el Izuku real se sentía mas seguro.

¿Qué tal si ese no es el verdadero Izuku? ¿Qué va a pasarle si el verdadero en realidad se quedo en la cama?

Paro en seco y el adormilado peliverde choco con el rubio cenizo — Pe-perdón — se disculpo antes que comenzara a gritarle. Katsuki no le contesto con palabras, pero si plantándole un beso que resonó fuerte por el total silencio de alrededor. Eso fue suficiente como para despertarlo del todo y poner su cara colorada por la fuerte impresión que se llevo su corazón — ¿Por que fue eso? — cuestiono nervioso.

"Es el real, el falso me hubiese quebrado un hueso o cortado la lengua de una mordida", pensó aliviado el cenizo.

— Solo camina — evito la pregunta. El menor solo asintió y le siguió.

Un par de pasos mas y ya estaban en el lugar de destino.

Pero antes de abrir la puerta — Oye Deku, ¿Qué me harás esta noche? — se atrevió a cuestionar sin mirarlo. Le palpitaba el ano del miedo.

La mente del pecoso viejo en dirección opuesta a la del párroco, imaginando que este se refería a cosas eróticas.

— Na-nada. Es el Padre Kacchan quien siempre me hace cosas a mi — si las palabras tuviese color, esas habrían sido color vino.

El de ojos rubíes le pidió al de orbes esmeraldas que lo esperara afuera.

Entro. Desde el momento en que la puerta se cerro, la perilla desapareció como por arte de magia oscura. Unos brazos fríos como la refri no se tardaron en rodearlo de la cadera.

— ¡Kacchan! Pensé que no vendrías esta noche, por eso incluso pensé en tomar la iniciativa e ir yo a visitarte — ese tono juguetón con el que hablo removió sus intestinos. Una rata de miedo carcomía su estomago.

Ave María PurísimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora