Se tranquilizo el niño

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Gracias a Dios que Kirishima había aparecido. Si no, no hubiese podido escapar de esa situación de kínder.
Se vio como una muñeca de trapo que estaba siendo jalada por dos niños que querían el mismo juguete, a través del diminuto reflejo que proyectaban los ojos del pelirrojo.
Se abrazó a sí mismo, el camino a casa nunca fue tan largo. Y Touya nunca tuvo tanto auto-control como lo estaba teniendo ahora para no asaltar a un niño indefenso y jugar un poco con el.
Odiaba admitirlo, pero Shoto tal vez tenía razón y mientras más esperara, más se deleitaría con ese rol de canela, cuando lo engullera en su boca.

Sacó su móvil y marcó un número — El niño ya está en su casa

Estaré ahí dentro de poco, ¿Esta la vieja ahí? — contesto la vos del otro lado de la línea.

— No, salió hace un rato y no a regresado

Dicho esto, colgó.

Midoriya miraba el canal cristiano porque era el único que su madre había habilitado en la televisión.
Un par de toques llamaron a la puerta. Algo que se le hizo fuera de lo común porque nadie iba a visitarlos y su madre siempre andaba las llaves de la casa.

Se levanto, se dirigió a la puerta y antes de abrir pregunto — ¿Quien es?

— Soy Shoto, necesito hablar contigo

Con miedo abrió la puerta. Puso en modo alerta sus sentidos por si aparecía su madre en cualquier momento.

— ¡¿Todoroki-kun, que te pasó en la cara?! — cuando le prestó mayor atención al mayor, fue evidente el labio reventado y un golpe en el ojo que con el pasar del tiempo se pondría más morado.

— No quiero preocuparte por eso, ahorita lo que más importa eres tú — sabía que el peliverde pone en primer lugar a los demás antes que a él.

El pecoso se estaba arriesgando mucho pero no pudo evitarlo — Pasa, tengo que curarte esas heridas

Satanas viene en dos colores.

El bicolor entró acompañado de Izuku detrás de él. El pecoso le indicó donde sentarse, donde se quedó unos momentos en lo que el adolescente iba en busca del botiquín.

Antes de volver con el mayor, Izuku lo vio unos minutos desde la puerta del baño.

— ¿Que te pasó? — preguntó, mientras se acercaba a él con botiquín en mano. Abrió la pequeña cajita, sacó un algodón y lo unto de un menjurje raro que su mamá guardaba ahí, en caso de excederse con los castigos que le imponía al peli verde.

— ... Bakugou me golpeó

— ¿Porque? — aquella declaración dejó desconcertado a Midoriya.

— Por ti. Dijo que solo eras un inútil anzuelo sin importancia y eso me molestó, entonces le reclame y el sin razón alguna me dio tres puñetazos

Pero, ¿No que Kirishima estaba ahí? ¿Como permitió que el Padre Katsuki le diera de golpes a Todoroki? Una pieza no encajaba en el rompecabezas llamado vida.

— Ya casi termino de curarte — dijo mientras pasaba el algodón delicadamente sobre las facciones heridas del bicolor.

— ¡Ouch! — exclamó cuando la bolita blanca se puso en contacto con su piel.

Por su culpa Todoroki tuvo que pelear contra el salvaje del Padre Katsuki. El bicolor lo defendió. Su corazón se estrujó de solo pensar aquello.

— Perdón — sus palabras al borde de las lágrimas.

— Midoriya — Shoto tomó con delicadeza la muñeca del pecoso que atendía sus malestares físicos. Dos hermosas esmeraldas lo miraron con debilidad — Sabes que tú me gustas, no tengo malas intenciones hacia ti. No se porque el Padre Bakugou diría eso pero, creo que deberías de alejarte de él, el no es una buena persona y solo te traerá desgracia. Solo piénsalo — el menor solo asintió — Me sentiría mejor si me das un abrazo — petición a la que no pudo negarse. Se sentía en deuda.

Ave María PurísimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora