Se lo madrearon al niño

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Tuvo suerte de que el domingo pasado después de que saliera huyendo de el bicolor y de todo, su madre le haya llamado para disculparse por no pasar por el y que fuera a casa. Dios estaba de su lado ese día o quién sabe de qué manera espantosa lo hubiera castigado la regordeta señora.

Izuku no sabe cómo ni de quién, Todoroki consiguió su número. Un día solo recibió un texto del bicolor y desde entonces hablaban cuando su madre no lo veía. Al final del día borraba todo el chat y le entregaba el celular a su progenitora para que lo revisara como de costumbre; sin embargó, antes de entregarlo a las máximas autoridades, Midoriya le avisaba a Todoroki para que este no le escribiera hasta el día siguiente.

Llegó el glorioso domingo y por consiguiente, el día que vería al Padre Katsuki de nuevo.
A pesar de esto, se sintió un poco más confiado porque la vez anterior no paso nada.

Camino hasta la iglesia, se preparó para la misa y en las bancas del atrio espero pacientemente a que la celestial celebración comenzará.

Katsuki entro al lugar con esos intimidantes ojos rubíes y devoraron a Izuku en cuanto lo encontraron.

Se acercó al muchacho, puesto que necesitaba sacarle información de lo que pasó después de que el heterocromático se lo llevó.

El pecoso que vio al rubio cenizo desde que entró, se levantó a su encuentro he hizo una reverencia frente a el — Perdón por salir huyendo de aquella manera el domingo pasado — todos los que pasaron por ahí miraron a Midoriya y al Padre con cautela y se preguntaron lo que había pasado para que el adolecente se estuviera disculpando de aquella manera, pero tampoco se sorprendieron, pues desde que el había entrado, el de sotanas negras lo agarro de "pato".

— Tsk — chasqueo la lengua — levanta la cabeza niño, estás llamando la atención de todos. ¿Que ven extras? ¡MUEVANSE! La misa está por empezar — todos salieron despavoridos del lugar — Y bien, ¿Porque mierdas el helado de fresa hizo eso?

— N-no lo sé...

— Seguramente para ir a empotrarte en alguna esquina — dijo aquello para que el pecoso negara, rogaba porque fuera así, pero su preocupación fue en aumento cuando el menor se sonrojo.

No sé sonrojo porque allá pasado lo que el oji rubí dijo, si no que recordó lo que el bicolor le confesó.

— No paso eso, Y-yo me fui corriendo después de que me bajo

— Entonces, ¿Porque te sonrojas?

— Porque... — "no necesito decirte" — me avergüenza las vulgaridades que dices

Tenía sentido, así que el mayor no le dió tanta vuelta.

Tomo al pequeño de los mofletes y más que besar sus labios, los mordió dejando hinchado en el proceso.

— Vamos, la misa empieza en 3 minutos

Siguió al párroco sin rechistar.

La misa fue lo de siempre. Sermones por aquí, gritos por alla, armoniosos tonos de voz, repartición de ostias y ostias.

Al final, Katsuki se quedó en la entrada persinando a los feligreses que iban agradecidos por sobrevivir un domingo más.
Despidió lo más rápido que pudo a todos para evitar que cosas como las del domingo pasado pasarán.

Cuando llegó a la sacristía, el pecoso aún estaba guardando cosas y aún habían "pingüinos en el iceberg".

Al lado del mueble dónde Izuku acomodaba cosas había una pequeña mesa con una cafetera.

El cenizo fue a servirse un café a pesar de que no le gustaba el café. Sin ver a Izuku dijo — te veo en mi oficina — y se fue a dicho lugar donde invitaba al menor.

Cinco minutos después, unos débiles golpes llamaban a su puerta. Dijo un pase y a paso lento, una mata de cabellos verdes y pecas entro.

— Siéntate aquí — señaló el escritorio.

Izuku como si fuese un perro bien entrenado por el miedo, obedeció.

El rubio cenizo se levantó y como sentado en el escritorio el pecoso quedaba mas a su altura, lo abrazo y recargo su barbilla en el huesudo hombro del menor.

— ¿Padre Kacchan?

No contesto.

Recorrió su espalda con sus grandes manos y paro en el borde de los pantalones. Con gran fuerza le jalo los pantalones hasta quitárselos. De no haberse aferrado al cuello del mayor, el de ojos esmeraldas se hubiera ido para atrás y golpeado seguramente.

Dejó la prenda a un lado y el volvió a sentarse. Abrió las piernas del menor para poder hundir su cabeza entre los pecosos muslos.

El cuerpo hormonal del adolescente se prendió enseguida y en su espina dorsal corrió un escalofrío.

El cenizo por su parte besaba y lamía con paciencia cada parte del menor.

— Ahhh — soltó un gemido involuntario.

Ese dulce sonido motivó más al mayor. Lo motivo a acostar a Izuku en el escritorio y sacarle la ropa interior.

A su Merced, iba a probar el primer bocado de aquella pequeña extensión que hacía de aparato reproductor en el pecoso.

Así es, IBA, porque el celular del menor que se hallaba en la bolsa del pantalón comenzó a sonar una y otra vez. Cosa que colmó rápidamente la paciencia del rubio cenizo aunque intento ignorarlo.

— Padre Kacchan, debo...

— Atiende el maldito celular de una vez — bufo. Se volteo a otro lugar y trato de hacerse el disimulado hasta que escucho una pequeña risita juguetona del menor — ¿De que carajos te ríes?

— Jaja no es nada, solo Todoroki enviando memes

Escuchar aquello fue como si le tiraran agua bendita. Sus ganas de probar el fruto prohibido se fueron al carajo.

— Sal de mi puta oficina !YA! — gritó mientras chasqueaba los dedos.

Como alma que lleva San Pedro, el peliverde se vistió y salió sin mirar atrás.

— CARAJO — golpeó el escritorio con ambos puños.

En eso alguien volvió a golpear la puerta.

— ¿Y ahora quien? SOLO PASE

— Veo que hoy estás de peor humor que de costumbre — bromeó el pelirrojo — Necesito que revises estas solicitudes para la recolecta del año — le tendió los sobre que contenían información de las personas que participarían en la recolecta.

Los tomo de mala gana, pero no pudo evitar sonreír con maldad cuando vio que el primer sobre pertenecía a la señora Midoriya.

Ave María PurísimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora