Han se alegró de dejar a sus espaldas la capital de Arden. El camino de Tamron discurría tan recto como la cuerda de un arco a través de la llanura que mediaba entre Ardenscourt y el río Tamron. Avanzaban a buen ritmo dado que no había montes que rodear, sólo algún que otro río o arroyo que cruzar. Pero en algunos lugares los puentes estaban destruidos y tenían que recorrer largas distancias río arriba o río abajo hasta dar con un vado. A menudo encontraban transbordadores improvisados que prestaban servicio a los viajeros del camino que iban del este al oeste.
Abundaban evidencias de la guerra que se estaba librando: granjas quemadas, compañías de infantería marchando, sólidas fortalezas cerradas a cal y canto con banderas de combate ondeando en lo alto, grandes campamentos de soldados. Repetidamente, el grupo de Han se apartaba del camino para esconderse en los árboles y así evitar las patrullas a caballo que ostentaban los muchos colores de las facciones enfrentadas.
Encontraron campos de batalla en los que su presencia ahuyentaba a los cuervos y a las aves carroñeras de los cuerpos en descomposición. Las carroñeras volaban en círculos encima de ellos, quejándose groseramente, y en cuanto ellos se marchaban reanudaban su macabro festín. En varias ocasiones vieron horcas con el apestoso fruto de ejecuciones recientes.
« Una buena época para los cuervos» , pensó Han. Era imposible que llegaran a tiempo para el día de la apertura del curso, retrasados como iban por haber salido tarde y por los numerosos rodeos.
Gata no iba a gusto con ese caballo que Jemson le había prestado: era una bestia poco agraciada y perezosa, casi con tan mal genio como Ragger. Gata iba clavada en sus lomos como si montara un erizo, sumamente incómoda, imposible de desplazarse. Las cosas fueron mejor cuando Han convenció a Gata de que lo cambiara por el caballo de refresco y usar el suyo para el equipaje.
La gran habilidad de Gata para manejarse en las calles de poco le servía en el campo, cosa que la ponía de un humor huraño y susceptible. No estaba acostumbrada a ser la segunda en nada.
Han y Bailarín se turnaban para enseñar a Gata los secretos de la vida en el bosque, como el seguimiento de pistas y la caza con arco. Sus reflejos eran rápidos y precisos, y siempre se le habían dado bien las armas blancas de todo tipo. Cuando tuvieron éxito con la caza, enseguida aprendió a despellejar y despiezar a los animales.
Se la veía apagada, muy diferente de la Gata que Han recordaba al frente de los harapientos. En el pasado el orgullo y la obstinación de Gata la habían metido en serios problemas. Ahora se mostraba irritable, como un perro que ha recibido demasiadas patadas.
Manifestaba un persistente prejuicio contra Bailarín por el crimen de ser miembro de un clan. Resultaba irónico que Gata, siendo de las islas Meridionales, hubiese adoptado en tal medida las actitudes del Valle.
Continuaban viajando de noche. Cuando se aproximaba el alba, buscaban un lugar resguardado donde pasar el día. Han y Gata ponían unas cuantas trampas mientras Bailarín encendía una fogata y montaba el campamento. Comían, dormían unas pocas horas y luego se incorporaban y sacaban sus libros.
Bailarín alternaba entre su libro de brujería Demonai y el libro de hechizos. Han memorizaba los hechizos y luego se esforzaba en conseguir que su amuleto hiciera lo que él quería. Unas veces lo lograba, otras no, pero al menos no hubo más chorretadas de poder ni extrañas conductas autodestructivas.
Acababa de librarse de aquel círculo vicioso justo allí, en medio de ninguna parte.
Mientras estaban enfrascados en la lectura, Gata permanecía con ellos. A veces sacaba su basilka y tocaba melodías dulces y melancólicas capaces de hacerle saltar las lágrimas a cualquiera, aunque no comprendieras la letra. Bailarín a menudo dejaba de leer y se inclinaba hacia delante, se abrazaba las rodillas y cerraba los ojos, escuchándola.
Ahora bien, cuando empezaban a practicar hechizos, Gata se marchaba indignada del campamento y no regresaba hasta horas después. Así dejaba claro que no quería tener nada que ver con la magia.
A Bailarín todavía le desagradaba el amuleto sustituto, aunque seguía cargándolo de poder.
—Esto no acaba de ir bien —dijo, señalándolo—. Es como si estuviera ocurriendo algo entre el amuleto y yo…, algo que me resulta ajeno.
Han se encogió de hombros.
—Tal vez todos sean así —aventuró. Vaciló un instante y luego apretó sus dedos contra el talismán Aguabaja—. A veces parece que éste ya tenga conocimientos y poder dentro de sí. He pensado que quizá sea porque…, porque soy quien soy. O por quien lo poseyó antes que yo.
Bailarín frunció el ceño.
—¿Crees que está maldito? ¿O crees que el maldito eres tú?
—Tal vez ambas cosas —masculló Han.
¿Y si fuese verdad lo que Elena le dijera a su madre? ¿Y si él estuviera maldito porque la sangre del rey Demonio corría por sus venas? Desde luego, la suerte de su familia había sido nefasta durante los últimos mil años: de rey de los Siete Reinos a ratero muerto de hambre.
—¿Por qué? ¿Quién lo poseía antes? —preguntó Bailarín.
Sobresaltado, Han miró hacia donde estaba Gata sentada con su basilka. Se había olvidado de su presencia.
Han no quería mentir a Gata pero tampoco quería asustarla más de lo que ya estaba diciéndole que estaba usando el antiguo amuleto del rey Demonio.
—Bueno —dijo—, había pertenecido a lord Bayar. El Gran Mago.
Gata lo miró pestañeando. Luego se levantó, dejando a un lado la basilka.
—Pues parece que te ha causado un montón de problemas —dijo Gata—. A lo mejor tendrías que devolverlo.
Dio media vuelta y desapareció en el bosque.
Han y Bailarín la observaron alejarse.
—Bueno —dijo Bailarín—, por si sirve de algo, no creo que estés maldito. De lo contrario, me mantendría bien alejado de ti. —Ladeó la cabeza, contemplando el amuleto de Han—. En cuanto al talismán, lo más probable es que sea extremadamente poderoso y que no sepas lo que estás haciendo. Al menos aguarda hasta que aprendas un poco antes de decidir nada.
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La Princesa Desterrada
AdventureObsesionado con la muerte de su madre y de su hermana, Han Alister viaja hacia el sur para comenzar a recibir educación en Casa Mystwerk, en el Vado de Oden. Pero es imposible huir del peligro: los Bayar, la poderosa familia de magos, lo acechan int...