Capítulo 24: El segundo sueño

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La sesión había avanzado según Alaric entendía lo que su novio le iba diciendo. Se le hacía un poco extraño la naturalidad con que Jagger tomaba aquello, como si el tipo estuviese todo el maldito tiempo cerca de aquel elemento como para sentirse tan tranquilo a su alrededor. Pero, ¿no podía ser cierto, verdad? Si Jagger conociera el dichoso lugar de donde Kolter venía, el lugar ese que le quería de vuelta en el redil, se lo diría, ¿no? Quería creer que sí, pero la espinita de desconcierto nada más no se iba, y en aquel enorme lugar que les rodeaba de agua, muy a su pesar, quería volver a la habitación y sencillamente acabar con el resto de sus pequeñas vacaciones. 

-¿Todo bien, Al?

Y eso era otra cosa que no entendía. Su extraña reacción a ciertas palabras que el moreno decía, como si ya las hubiera escuchado antes. ¿De verdad las cosas se podían torcer de esa forma? Soltó un suspiro mientras negaba y ponía todo de sí para esconder su desconcierto por todo lo que su cabeza maquinaba.

-Estoy bien. Solo, ya sabes, cansado.

-Bueno, si mi pollito está cansado, deberíamos volver a la habitación.

Atinó a mover su cabeza de forma que el contrario entendiera que estaba de acuerdo en salir. Había logrado hacer más que una bolita de fuego y mantenerlo más allá de un minuto. El control seguía siendo débil, pero poco a poco mejoraba y sentía que se debía al hecho de que ya no confiaba del todo en Jagger. Si antes había sospechado que se guardaba algo, después de aquella sesión, sus sospechas iban mucho más allá de ser solo eso.

En silencio, se dieron una ducha rápida en las instalaciones de la piscina para, después, abandonar el lugar para dirigirse a la habitación que compartían. Lo cierto es que se sentía cansado, aún si no dejaba verlo. La cita había sido de las cosas más geniales que le habían sucedido en su corta vida, empezando porque era la primera a la que de verdad tuvo ganas de asistir. Soltó un suspiro mientras Jagger habría la puerta de la habitación y le permitía entrar primero.

-¿Quieres algo de comer? Sería el desayuno, ya sabes.

Con el ceño fruncido, miró su teléfono para notar que habían pasado más de dos horas practicando. Se había sentido, de hecho, como si hubiesen sido más que solo esas dos. 

-Diría que prefiero dormir pero la verdad es que el sueño se me ha espantado.

No agregó que estaba acostumbrado a no dormir en ocasiones. Recordaba con pesar aquellas noches donde su madre, Cherise, tenía que atender clientes "extra" en el bar donde trabajaba, mientras que él pasaba ese tiempo de espera fuera del bar, solo, con las estrellas siendo sus acompañantes. Su pequeña familia siempre fue conocida por la atención al cliente de manera personalizada. Supo que su madre tenía que vender su cuerpo para ganarse un tanto y poder darle de comer, aún si ella no probaba bocado en todo el día.

-Esa cabecita tuya está dando muchas vueltas. ¿Qué sucede, pollito?

Y ahí estaba de nuevo, ese cosquilleo en su nuca que dejó en claro que la frase usada en ese instante ya había sido dicha hace mucho. 

Se sentía un poco culpable, pero no lo suficiente como para decirlo. 

Kolter un día antes del dichoso viaje le había proporcionado la droga que servía para inhibir sus recuerdos originales y mantener los implantados en la superficie. Lo pensó lo suficiente como para lanzarse al vacío y aceptar que su vida jamás fue como creyó. Agradecía infinitamente a Cherise por haberle dado una vida lo suficientemente normal como para sentirse amado, cobijado y deseado como un hijo. Agradecía también que ella le enseñó muchas cosas que ahora le servían. Agradecía que le arropó en las noches donde se sintió insuficiente. Pero, aún si ella formaba parte de su vida y fue su verdadera madre, el resto de la misma seguía siendo una incógnita que ahora estaba más que dispuesto a encontrar. Por ello, la droga permanecía en un pequeño frasco en el fondo de su maleta.

AlaricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora