Capítulo 12: La cruda realidad

7 2 0
                                    

Mini maratón (2/3)

Tamara bajó rápidamente del auto y fue hacia donde los policías seencontraban. La escuchaba gritar el nombre de su padre, la escuchaba tanasustada y posiblemente rota que estuvo por hacer la cosa más estúpida de suvida. Quiso correr y entrar para sacar al hombre, pero se recordó que en esemomento no tenía control sobre el fuego, así que entrar sería básicamentesuicida.

En ese momento podía sentir el fuego a pesar de estar a metros de distancia y dentro del auto. Buscó un lugar para estacionar e ir a donde Tamara se encontraba. Agradecía bastante que ahora estuviera un tanto más calmada, pero en cuanto lo tuvo en su rango de visión, se lanzó a sus brazos a llorar y decir que aún no encontraban a su padre. Todo lo que en ese momento podía hacer era sencillamente abrazarle. Decirle que lo encontrarían sería estúpido, porque hacer una promesa de ese tipo y que al final el cuerpo saliera calcinado, bueno, no quería pensar en las consecuencias.

Los minutos pasaban y él solo se sentía impotente. Si hubiera tenido la capacidad de controlar el fuego a su antojo, habría entado por otra puerta para buscar al padre de Tam, pero no podía, y estar del otro lado de la acción no le gustaba nada. La zozobra de saber si el señor estaba bien era horrible, y sus miedos finalmente se convirtieron en realidad cuando quince minutos después, unos bomberos traían a un hombre.

Nadie podía decir nada, todos solo se limitaban a mirar y rezar a su Dios para que nadie más saliera herido, y que si había, salieran vivos de ese infierno.

Vio cómo el hombre era subido a una camilla, misma que llevaron a una ambulancia, y luego esta partió rauda hacia el hospital.

—No sale, Al. Nadie me dice si mi papá está bien— dijo ella en un susurro, aun aferrada a su cuerpo.

¿Y si el fuego fue causado por su culpa? ¿Y si a eso se refería Kyle?

Estaba por decirle a Tamara que tal vez era el causante del incendio, indirectamente, cuando una joven policía se acercó hacia ellos.

—¿Eres Tamara Lissette Brown?

Tam se separó de su cuerpo para ver a la policía y asentir.

—De acuerdo. Tu padre ya fue ingresado en el hospital más cercano, y eres su contacto, así que te pedimos vayas para que obtengas informes. ¿Eres el novio?

—Lo soy. ¿Fue el señor que acaban de sacar?

—Sí. Lo único que sé es que tiene quemaduras algo graves.

Hizo una mueca y estiró su mano para tomar la de Tam y darle un apretón.

—Vamos entonces. Yo conduzco.

Ella solo volvió a asentir.

—Agradezco nos haya informado, señorita policía.

Llevó a Tamara hasta el auto, pero no arrancó en cuanto ella se puso el cinturón de seguridad.

—Puede que haya sido mi culpa— dijo.

—¿Por qué crees eso? — inquirió ella.

—Porque cuando llegamos a la facultad me llegó un mensaje sobre que iba a lamentar mi decisión. Y luego Jagger también me lo dijo en mensaje, porque al parecer le llamaron. Lo siento mucho, Tam.

Ella soltó un suspiro y se giró en el asiento para verle de frente.

—Nunca te dije cómo es que sabía que tú existías. Y no quería decírtelo porque ibas a odiarme por no decirte antes.

—Anda ya, ¿tan malo es?

—Mi madre, cuando era más joven, dio sus óvulos a una empresa porque no quería tener hijos físicamente. Ahí donde la ves es todo sobre la belleza del cuerpo. De esos óvulos nací yo. Pero al parecer no fui lo que ellos querían, así que me devolvieron y mantienen a mi madre callada sobre el asunto.

AlaricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora