Capítulo 5: Entonces... ¿no soy un héroe?

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Durmió como un bebé, incluso se había levantado de tan buen humor que decidió le llevaría un desayuno a Jagger y Tamara.

Se duchó, se vistió y estaba picando fruta con una sonrisa de oreja a oreja; realmente se sentía como si estuviera flotando. ¿Sería de esta forma cuando fuera un médico? Esperaba que sí, porque el haber salvado personas ayer del incendio solo reafirmó que como médico estaba haciendo algo bien.

Con tres desayunos listos, ya solo esperaba el mensaje de uno de sus compañeros donde le daría el tema a tratar para la clase de hoy, porque al parecer el día que no entró habría examen oral, y quien no respondiera debía hacer un ensayo acerca del por qué un futuro médico no debía dejar de estudiar. Entendía el enfoque, solo que él no necesitaría más de una leída para memorizarlo todo.

Era aún temprano, faltaban cuarenta minutos para las siete, hora en la que su primera clase de ese día empezaba, y su compañero le envió el mensaje avisando que estaba por salir, que le había hablado a buena hora; no todos vivían cerca de la facultad.

-Bien. Todo listo.

Con las tres loncheras dejó el departamento para caminar hacia la facultad. Estaba pensando seriamente en si debía o no invertir en una moto, o quizá una bicicleta para transportarse, aunque la verdad es que caminar le levantaba el ánimo y, para qué negarlo, quince minutos eran nada a comparación de muchos que debían recorrer mínimo una hora para llegar a su destino.

En el camino se detuvo en un 7-Eleven para comprarse unas galletas. Como futuro profesional de la salud quizá debería comenzar a evitar los postres y comidas chatarras, pero la tentación era demasiada que se dijo que comenzaría a rebajar el consumo de dichas galletas, quizá sustituirlas por unas caseras bajas en azúcar y que tuvieran algún beneficio en su organismo. Si, eso es lo que haría.

Cuando llegó al estacionamiento de la facultad, un auto conocido ya estaba estacionado, y saliendo de éste se hallaba Tamara. Sonriendo, se acercó a ella para entregarle una lonchera.

-Mira tú, no sabía que podías cocinar.

-Bueno, vivir sólo enseña a valerse por si mismo. Además, desde pequeño mi madre me dijo que no debía esperar a que una mujer me hiciera de comer, que uno como hombre también podía- se encogió de hombros -Así que me enseñó a cocinar.

-Suena a que es una mujer interesante.

-Lo fue.

Pesaba, pero ya no tanto, aunque la nariz le hormigueó en señal de querer llorar. La cocina había sido una de las pocas cosas que ellos como madre e hijo hicieron juntos, y ella fue tan insistente en el tema, porque dijo que su hijo jamás sería un hombre machista que esperaría que la mujer hiciera todo. Que si ellas salían a conseguir dinero para el hogar, entonces él sentaría su culo y cuidaría del hogar en el caso de que se encontrase con una mujer de armas tomar.

Honestamente nunca le importó trabajar o ceder actividades a una mujer, porque de su madre aprendió que ellas podían hacer cosas que ellos no, y viceversa. Era como un equilibrio.

-Gracias. ¿A qué hora sales hoy?

-Ni idea. Si por mí fuera, ni vendría, pero la asistencia es importante, ya sabes.

Ella le miró recelosa. Los rumores corrían, y sabía que el alumnado, por voces de los profesores, conocían su peculiar condición del cerebro. Le daba gracia que muchos le envidiaban, aunque también era consciente de que debido a la hipertimesia podía concederse tiempos entre clases, o sencillamente no entrar; con leer bastaba.

-A veces me pregunto por qué siquiera estudias. Bien podrías pasarte todos los niveles educativos con tan solo leer, ¿cierto?

-Cierto, pero... -iba a mencionar que jamás experimentó una vida estudiantil normal, que la facultad de medicina era la primera escuela que pisaba en años, que nunca conoció lo que era tener compañeros de clase que después de convertirían en amigos. Que jamás experimentó su primer corazón roto ni la decepción de reprobar una materia. Nada. Era como un bebé aprendiendo a caminar en ese momento. Sería tan extraño contarle eso a ella, y era más extraño que no sintiera que cuando le contó a Jagger su rareza se sintiera fuera de lugar, incorrecto.

AlaricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora