Prólogo

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La mañana del cuatro de febrero del 2006 una sombra se cernió sobre mi familia. La gran familia Monterrey se vio sumida en un lago de desesperación y oscuridad que la convirtió en la nada. Entre ellos, estaba yo, Miss Archer Monterrey, la trigésima cuarta en el linaje de los Monterrey.
Ese día mi familia se convirtió en la vergüenza de la corte, en el peor caso de conversión desde hacía siglos, un linaje entero, casi reducido a cenizas. Mi padre, mi madre, mis hermanos mayores, y abuelos. Todos tenían las manos manchadas de sangre. Todos murieron, menos yo.
Y aquí me encuentro hoy, viviendo en un apartamento escondido de la mano de dios en Tennessee, evitando a toda costa ser encontrada por lo que algún día fue mi hogar. Tengo 21 años, y sobrevivo todo lo bien que puedo sin poner en peligro la integridad de los que me rodean y de mí misma, intentando pasar desapercibida, tratar a los humanos de a pie como vecinos, amigos, y sobretodo, que ellos me vean a mí como a un igual, aunque no lo sea.

Si recorro mi apartamento poco tengo que decir de él, 60 m², paredes desgastadas con algunas señales de moho poco convincentes, quinto piso, tres vecinos más en esta misma planta, una habitación sin decoración, paredes desnudas, ninguna foto; todo lo necesario para evitar distracciones a la hora de salir corriendo.

Son las ocho de la mañana, me preparo rápido para un trabajo de camarera que conseguí hace unos meses cuando llegué aquí desde Italia, donde había permanecido escondida hasta que volví por nostalgia, estupidez, o inconsciencia. Gano poco, trabajo mucho, pero realmente tampoco quiero algo que llame mucho la atención.

Como decía, son las ocho de la mañana, noviembre y hace un frío horrible fuera, paso por mi cocina anudando el delantal negro sobre mi cintura, me paro en seco, llaman a la puerta y desde aquí puedo oler perfectamente que no es ningún conocido, menos un vecino y tampoco espero visita o correo hoy, ya que nunca tengo.

El aire se corta a mí alrededor, poco puedo ya respirar, me han encontrado.

Con un movimiento rápido cierro los candados de toda mi casa, servirá como una pequeña pero inútil barrera contra ellos, mientras me dirijo rápido al salón y busco bajo una vieja tabla todo lo necesario para huir una vez más. Pasaporte, dinero, tarjetas, y mucho más dinero. Llaman de nuevo, no oigo nada proveniente de fuera, debe haberse ocultado bien, sin duda vienen a por mí.
Me levanto y corro hacia la ventana del baño, sí, se que es un quinto piso, y sí, voy a tirarme.
Con medio cuerpo fuera, el viento de la mañana sacude mi cabello, lo revolotea y lo enreda como quiere, oigo como la puerta se sacude aún más, una, otra, y otra vez hasta que un crujido me da la señal para poder saltar.

Miro hacia abajo, nadie me está viendo, es ahora o nunca.


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HOLA, AQUÍ SUSANA. Este libro me hace muchísima ilusión, si les gusta dejen su opinión en los queridos y deseados comentarios, y no duden en expresar sus emociones ahí. Este es un lugar seguro, una casita e intentaré no hacerlos esperar cada vez que publique.

BESOS Y ABRAZOS.

Esclavo de las sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora