La protectora

Una vida normal

...

—¡Buscarás a los ayudantes de Merlín y los matarás! Excepto a ella, si Teagan Ambrosius decide estar del lado de los cazatroles no te atrevas a tocarla—. Morgana le ordenó.

Angor Rot subió a una pequeña balsa y huyó del lugar...

...

Me desperté de aquel raro sueño con algo de desesperación, una simple pesadilla, tomé un baño para relajarme y tratar de despegarme de los pensamientos que me atormentaban desde hace mucho.
Caminé hacía mi pequeña cocina y me preparé un simple pan con mermelada. Me vestí con lo que siempre usaba: Mis converse rojos y una falda del mismo color (si mi padre siguiera con vida me regañaría por lo corta que es para su gusto, ya saben él es un viejo testarudo), lo terminé con una blusa negra con el estampado de mi banda favorita y complemente con unos accesorios los cuales todos destacaban por ser de colores oscuros y rojos, peiné mis negros y largos cabellos ondulados. Me miré al espejo satisfecha, hace unos años me había teñido mechones del cabello de color rojo, mi color favorito, hacía resaltar mucho más el negro oscuro de mis ojos y el color natural de mis labios, o eso había escuchado de los chicos que intentaban coquetear conmigo y siempre terminé ignorando.

Suspiré ante la soledad que me rodeaba, estaba acostumbrada pero en mis sueños más profundos aún deseaba la compañía de alguien.
Salí de mi departamento el cual había adquirido hace poco y caminé hacía la escuela. Conseguía dinero siendo escritora bajo otros nombres, cuando tienes una máscara de glamour puedes ser J. K. Rowling o hasta Stephen King (pero no le digan a nadie de mi secreto).
Hace unos pocos meses me había mudado a Arcadia, precisamente al principio del año escolar ya que tuve un raro sueño que me obligó a mudarme ahí, luego me enteré de que el amuleto de mi padre había elegido a un humano por primera vez, lo cual sinceramente me preocupó.
Había vivido sola moviéndome por el mundo después de que mi padre muriera y su aprendiz dejaran Camelot posterior a aquella batalla, sobrevivir junto a los mortales es fácil cuando manejas magia, además de usar todos mi años de vida estudiando y mejorando en la hechicería. Usé mi magia para rastrear el amuleto y ayudar a los cazatroles cuando necesitaran de magia, eso me hacía sentir más conectada con mi padre, cuando me dí cuenta de que la humanidad dependía de un chico de 16 en Arcadia obviamente lo vigilé para cualquier cosa que necesitara.

Mi padre me había dado la tarea de ser la protectora de los cazatroles, ciertamente no podía intervenir en su labor sagrada pero podía ser de gran ayuda siempre que ellos me lo pidieran, varias veces no quisieron de mi cooperación y eso terminó en desgracia.
Al llegar a la escuela tomé mi asiento en el lugar de siempre y me dí cuenta de las raras miradas que recibía, prácticamente era la chica nueva, la del acento británico y la emo antisocial (La gente reconoce a las personas con las uñas pintadas de negro como "emo" o eso aprendí hace una generaciones atrás).
Una chica rubia y de ojos azules chocó conmigo por error, rápidamente se disculpó y trató de entablar una conversación conmigo.

—Soy Aja por cierto—. Ella me sonrió después de hablarme de tantas cosas muy emocionada que ni siquiera pude seguirle el ritmo.

—Soy Teagan—. Le sonreí amablemente.

—¿Quisieras salir conmigo y mi hermanito algún día? A él le agradas—. Ella me mostró a un chico moreno y de cabellos cafés el cual sonreía tímidamente detrás de ella.

—Algún día—. Me despedí rápidamente siendo amable y caminé a mi siguiente clase.

No quería ser mala persona, aquellos hermanos me causaban curiosidad y quería conocerlos, pero he vivido 917 años y he sido testigo de muchas cosas, entre esas he visto a mis amigos humanos morir, era algo difícil encariñarme con la gente. Al entrar a la clase de Inglés el profesor nos pidió que tomaramos asiento y prestemos atención a la clase.