El amuleto

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—Vendel de Dwoza, me humillo ante tí pidiendo de tu ayuda—

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—Vendel de Dwoza, me humillo ante tí pidiendo de tu ayuda—. Fue lo primero que Arturo le dijo al gran Trol cuando por medio de los portales de Claire llegamos hasta su escondite.


—¿Humanos?—.

—Gunmar está a punto de atacar. Los monstruos buscan vengarse de ambas especies—.

—¿Después de todo lo que hiciste quieres que peleemos esta guerra por tí?—. Vendel miró al rey, el cual estaba de rodillas ante él.

—No por mí, junto a mí. Por el bien común—.

—¡Santos Glorkus! Claro que no—.

—Si ganamos esta guerra estaremos en paz—.

—Los malos están listos para matar y nosotros somos simples mineros. ¿Cómo esperas que ganemos?—.

—Les daremos un arma secreta—.

—¿En serio creen que pueden resolver esto?—. Jim nos preguntó. Claire no se separaba de su lado y yo estaba junto a Douxie, todos nerviosos por lo que los troles decidieran.

—Si no lo hacen, todos en Camelot y Dwoza están condenados—. Mi novio respondió con seriedad.

—Tranquilos, le conté a papá sobre los cazatroles. El amuleto lo arreglará todo—. Les sonreí tratando de tranquilizarlos.

—Mi hija está en lo correcto. Futuro cazatroles, Teagan, ¿puedo hablar con ustedes a solas?—. Papá nos pidió y lo dos asentimos alejándonos de la multitud.

—¿Ocurre algo malo papá?—.

—Cazatroles es necesario que lo sepas, y también tú Teagan porque no quiero que te sientas culpable por no poderlo proteger. Esto está fuera de mi poder. Cuando regreses al presente, el fragmento terminará su trabajo—. Papá habló haciendo que él corazón se me rompiera, justamente lo que no quería que pasara.

—Está bien, gracias por intentarlo Merl—.

—¡No, no lo permitiré! Mi deber es cuidarte, haré todo lo que sea necesario para que estés vivo—. Le dije a Jim seriamente.

—Teagan, hiciste un excelente trabajo, en realidad cuidaste de mí. Ni siquiera hubiera llegado hasta aquí sin tí—. Jim me sonrió como si no estuviera pasando nada.

—¡No Jim! Siempre te sacrificas por todos sin pensar en tí mismo. Te prometí a tí y a Claire que estarían en casa sanos y salvos. ¡No quiero perder a alguien que quiero como mi hermano!—. Grité sintiendo como las lágrimas bajaban por mis mejillas.    —Ya no quiero, no quiero perder a más familia—.

—Teagan, el destino decidirá lo que tenga que pasar—. Jim secó mis mejillas y me abrazó fuertemente tratando de hacerme sentir mejor.

—Que se joda el destino. Mientras los cazatroles estén bajo mi protección, nadie saldrá herido—. Respondí correspondiendo al abrazo.

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