Cacería de brujas

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—¿Tienen idea de lo que han hecho? Sabía que mi hija era una desobediente y mi aprendiz un ignorante, pero, ¿viajar en el tiempo?—.

—Lo manejamos muy bien dadas las circunstancias—. Hisirdoux se excusó.

—Además fue tu idea, papá—.

—Entonces querida hija, Hisirdoux arruinó todo porque mis planes son perfectos—.

—Por cierto maestro, yo no tuve nada que ver, fue él—. Douxie del pasado, el cual ya había despertado intervino.

—No te metas Hisirdoux, nosotros tenemos que mantenernos al margen—. Mi yo más jóven le susurró.

—Las líneas del tiempo están completamente desordenadas—. Mi padre habló con desesperación al notar como el mapa del tiempo emitía luces rojas y estaba fuera de control.

—¡Podemos arreglarlo!—. Douxie se empeñó en convencer a su maestro.

—¡Tu intromisión ya causó muchos problemas!—.

—Con el mapa del tiempo podemos cambiar las cosas. Todo volverá a ser como antes—. Archie subió a la mesa para observar el mapa.

—No funciona de ese modo. El mapa solo deja entrever posibles futuros—.

—No es tan malo papá—.

—¡Por mis barbas! ¿No es tan malo?—. Él gritó al ver lo que el mapa señaló.

—Por mi madre—. Los dos Douxies exclamaron y la Teagan del pasado se cubrió la boca ante la impresión.

Un caballero tocó la puerta, el rey me buscaba a mí y a Morgana, miré a mi antigua yo y ella asintió sabiendo que yo tenía que encargarme de esto. Llegué hasta la corte del rey en dónde Morgana me tomó de la mano y nos plantamos frente a él, al igual que Claire que venía a acompañarnos.

—¿Para qué nos llamaste, hermano?—.

—Las criaturas del calabozo escaparon con ayuda de magia de las sombras, que coincidencia—. El rey habló directamente.

—Mi pequeña Teagan y yo estuvimos en la biblioteca toda la noche, siendo unas hechiceras buenas—. Ella mintió con una sonrisa cómplice en la cara. Extrañaba nuestra manera de ocultar cosas entre nosotras y nuestros pequeños secretos.

—Vieron a las criaturas huír por el bosque salvaje, ustedes dos nos ayudarán a cazarlas—.

—¿Qué?, ¿por qué?—.

—Consideralo una prueba de lealtad, hermana. Me traes sus cabezas o la tuya será la próxima en la guillotina. Incluyendo a tu aprendiz—. Arturo habló fríamente.

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