Cuando lo vio, su mundo volvió a ponerse de cabeza.
"La hechicera más intimidante en un salón de preparatoria, pensé que éramos muy viejos para esto".
Teagan Ambrosius, la hija de Merlin y aprendiz de Morgana vuelve a reencontrarse con Hisirdoux Cas...
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—La hechicera más intimidante en un salón de preparatoria, pensé que éramos muy viejos para esto—. Habló con su masculina y linda voz, dejé caer la mochila sin pronunciar ninguna otra palabra al igual que él, solamente nuestras miradas.
—Estás tan bella como la última vez que te ví, mi Teagan—. Pronunció mientras observé como algunas lágrimas se amontonaban en sus ojos.
Mi mano derecha se elevó y realicé hice un pequeño hechizo para darle una cachetada con mi magia, sin necesidad de tocarlo. Al recibirla él no pudo evitar reír y volver a mirarme con aquellos ojos tan malditamente encantadores.
—Sigues siendo mi dulce hechicera—. Me habló tocándose la mejilla que había golpeado con anterioridad.
—Tonto Douxie—. Le hablé finalmente cuando las lágrimas cayeron y corrí hasta su dirección para rodear su cuello con mis brazos mientras él hacía lo mismo con mi cintura. Un abrazo lleno de cariño y dolor, casi 900 años después de aquella despedida. Cerré los ojos y disfruté de aquella sensación de protección y calidez que solo Hisirdoux Casperan podía hacerme sentir. Seguía siendo igual que siempre, tan sarcástico, tan amable, se había teñido el cabello de una manera parecida a la mía pero de color azul oscuro, seguía siendo mucho más alto que yo y no se soltaba de aquel abrazo.
—Douxie...—. Hablé débilmente.
—Shh, solo quédate así unos cuantos siglos más—. Me susurró mientras su agarre se hacía más fuerte.
—Unos minutos estarían bien—. Sonreí y después de un tiempo me solté mientras limpiaba mis lágrimas.
—¿Qué haces en Arcadia?—. Me preguntó sin soltar mi mano.
—Me mudé hace unos meses, el amuleto de mi padre me hizo venir hasta aquí. ¿Tú qué haces aquí?—.
—Vivo en Arcadia desde hace unos años. Trabajo en la librería y en el bistro—. Me sonrió.
—Ya veo—. Me solté de su mano al recordar lo que pasó, malditos sentimientos.
—Escucha, creo que este no es el lugar. ¿Qué te parece si nos vemos después y platicamos?—. Sugirió.
—No lo sé Douxie—. Evité su mirada.
—Porfavor Teagan, te ruego si es necesario—. Tomó mis manos nuevamente y me miró directamente a los ojos.
—En la cima de la montaña a las 6—. Le dije y salí del salón. Lo último que pude notar fue como Douxie brincó y dió gritos de emoción lo cual hizo que un sonrojo en mis mejillas apareciera.
...
—¿Entonces no volveremos a vernos?—.Ella preguntó con los ojos llorosos, primero se enteraba de la muerte de su padre y ahora esto.