Una vida no tan normal

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Teagan Ambrosius tuvo una vida muy larga y ajetreada, sin embargo creyó que era muy común y monótona.
Todo cambió cuando conoció a Jim Lake, él y su grupo de amigos la hicieron reconsiderarse si realmente la vida de la hechicera era normal, y vaya que no lo era.
Cazar troles, reencontrarse con viejos conocidos, pelear con hechiceras, conocer seres de otro planeta, viajes al pasado, salvar al mundo de semidioses, morir y volver... ni siquiera ella creía por todo lo que había pasado.
Ella, la hechicera más valiente y poderosa que cualquiera hubiera conocido estaba segura de algo, agradecía de que el amuleto llegara a aquel pelinegro de ojos azules.

—Buen día bella durmiente—. Escuchó a Douxie hablarle, se estiró y volvió a acurrucarse entre la calidez de la sudadera del chico y miró por la ventana semiabierta que el sol aún estaba saliendo.

—Buen día cariño—. Saludó entre un bostezo y bajó el parasol para mirarse al espejo sorprendiéndose a sí misma al no verse mal.

—¿Dormiste bien?—. Él se acercó levemente para dejar un suave beso sobre su frente y volvió la vista a la carretera. —Gracias por conducir hasta la media noche, sé que me aterra que no conozcas los límites de velocidad pero estamos llegando más temprano de lo que debimos—.

—Está bien entiendo la indirecta, te dejaré a tí el resto del viaje—. Sonrió para si misma y se colocó las gafas de sol amarillas que consiguió en un tienda de autoservicio. Era lo más llamativo entre su blusa negra y la falda carmesí.

Al contrario de lo que la mayoría deseó, ellos decidieron tener una boda muy simple y en compañía de sus más allegados, simplemente no querían cosas extravagantes porque una unión entre un chico de "19" y una niña de "17" iba a ser algo muy escandaloso en Arcadia.
Optaron por un ritual trol que consistía en jurarse amor eterno frente a la piedra corazón y sus almas estarían unidas para siempre, eso fue lo que Blinky explicó.

—¿En dónde está...?—.

—Asiento trasero—. Contestó el mago señalando la cámara de la chica junto a unas que otras fotografías en blanco y negro.

—Día... ¿47? Un día más en la luna de miel de Douxie y Teag—. Ella le sonrió a la cámara y enfocó al chico que conducía. —¿Algunas palabras maestro hechicero?—.

—Una petición señorita Casperan—. Pronunció sonriendo más de lo normal por el nuevo nombre de la chica. —No me filmes—.

—¡Vamos Doux! ¡Es como una película para nuestros amigos!—.

Claire fue la primera en insistir en que tuvieran una luna de miel, era necesario después de todo lo que pasaron. La bebé bruja quedó algo decepcionada cuando sus amigos eligieron un viaje por el mundo y unos días por la carretera en lugar de un hotel romántico, pero como juzgarlos... después de todo dos emos que hablaban con un gato se habían casado, no dos personas normales.
Ya habían recorrido los pocos lugares del mundo que les faltaba explorar y estaban muy satisfechos por eso (excepto la vez en que Douxie descendió a las catacumbas de París por petición de Teag, gritaba cada que veía un hueso pero creyó que valió por hacerla feliz).

—Un cenicero, una alberca, discos de vinilo y la vez que salté de ese tejado—. Ella mencionó al ver algunas fotos Polaroids que estaban en la guantera. —Si que eres bueno—.

—Te entiendo a tí y a tú sarcasmo—. Douxie la miró con la lengua afuera como si eso pudiera lastimarla. —Solo quiero captar cada momento—.

Teagan sintió que el corazón se le detenía.
Ella entendía por el dolor que pasó su Hisirdoux al perder a Archie, Nari y a ella el mismo día; quizás a simple vista parecían fotografías de cosas corrientes, pero para él eran recuerdos especiales.
Se acercó a él y lo tomó de las mejillas para plantar un dulce y rápido beso sin importarle que pudiera distraerlo y chocar.

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