Capítulo 27

256 6 0
                                    

Al día siguiente, desperté hecha un desastre. Mi cabello estaba enredado, y mi labial estaba corrido al igual que el maquillaje que llevaba por motivos de mi cumpleaños, había quedado restos de ello en la almohada. Miré hacia el lado de la cama y Nelson ya no estaba.

Decidí vestirme para ir al consultorio donde Nelson trabajaba, era neumólogo y atendía más de 15 pacientes en tanda matutina.

El reloj marcaba las 10:00 am y me apuré en vestirme.

Al salir de la habitación, me topé con un inmenso desastre; mi ropa interior y la de Nelson estaban por doquier, y un calor intenso se posó en mis mejillas, recordando el salvaje sexo que habíamos tenido en plena fiesta, pero lo que más llamó mi atención, fueron unos gemidos proveniente de la habitación que teníamos para visitas o mejor chicho: La habitación que tenía Nelson para visitas y recordé que mi mejor amiga y su novio habían decido quedarse después que terminó la fiesta.

La curiosidad me consumía pero me limité a escuchar unos desesperantes gemidos y el estruendoso sonido que hacían sus cuerpos al chocar, entonces me imaginé en la posición que se encontraban y sentí un calor abrazarme por completo. Pero respire profundo y opté por darle espacio e ir a llevarle el desayuno a Nelson, como de costumbre.

Respire profundo y cerré la puerta principal, tomé el taxi y luego de unos 20 minutos, había llegado al hospital donde trabajaba mi prometido. Si, mi prometido, había iniciado una nueva vida con Nelson, donde podíamos ser nosotros mismo y era aceptable.

—Que sexi estás.— dijo Nelson a verme llegar, logrando que un rubor se posara en mi mejilla.

—Tú siempre lo estás.— respondí de la misma forma.

Sentía su mirada clavada en mi espalda mientras preparaba el café.

Nelson era un chico de armas tomar. No se cansaba y actuaba como si fuésemos dos personas que llevan horas de haberse conocido, pues su mirada y la forma en que me coqueteaba y me hacía el amor, era así, como la primera vez. Entonces entendí que el amor es nuevo cada día; más intento o menos, con más pasión y descontrol, que otros días.

—¿A caso quieres repetir?

—¿Repetir que?— pregunté, ignorando su todo perverso y sobre todo, desviando el tema, creyéndome la desinteresada, pero él ya conocía mis pasos.

Sonrió y se levantó del asiento. Se acercó hasta donde estaba, y con precaución, rosó sus dedos con delicadeza por mis mejillas que ardían a causa de su cercanía. Levantó mi barbilla y posó sus carnosos labios sobre los míos, calentando todas las áreas, él ya estaba caliente, sentía su miembro hacer presión en mi parte.

—¡Oh! Nena, como quiero devorarte aquí mismo.— susurró chupando mi labio inferior.

Un gemido se escapó de mis labios, me estremecí al escuchar aquellas palabras que tan cargadas de deseo estaban.

Lo aparté unos centímetros y sentí un vacío de inmediato, —Sabes que ando en mis días.— me limité a decir, sintiendo una punzada de dolor.

#

El cielo comenzaba a tornase gris, y unas nubes tomaban su lugar, parecían preparase para derramar un torrente de agua, y había decidido ir a casa de mi madre, mientras que esperaba la hora más cercana para regresar con Nelson, pues odiaba estar a solas en su departamento. El frío viento azotaba mi piel, consiguiendo que me estremeciera a su causa.

Decidí preparar la bañera y ponerla a una temperatura caliente para así poder combatir el violento frío que me arropaba, pero unos toques insistentes en la puerta me interrumpieron llamando mi atención, mi madre veía su programa favorito, así que me dirigí a la puerta para no molestarla.

Al abrir la puerta y ver de quién se trataba, cerré inmediatamente.

Marcus apareció ante mi vista, tomándome muy desprevenida, ya había pasado un tiempo desde aquel día que tuvimos sexo, entonces recordé donde fue y me sentí avergonzada. Había sucedió la madrugada que todos dormían en la fiesta de Nelson.

—Abre, vamos Nicole, ¡abre la maldita puerta!— vociferó agotado.

—¿Que deseas? ¿Que buscas en mi casa a estas horas?— lo encaré de brazos cruzados.

—Te deseó a ti, he venido por ti, ¿me dejas pasar?

—¿Qué?— lancé la pregunta con brusquedad, confundida por su actitud tan posesiva cuando no tenía el derecho de serlo conmigo, —No tienes el mínimo derecho de venir aquí y exigirme que vaya contigo y que me deseas, no soy un objeto, ¿tú que te crees?— volví a decir alzando un poco más la voz, estaba enfureciéndome más.

Él, descaradamente sonrió ante mi insulto.

—¿También vas a decir que no quieres repetir?— objeto, clavando sus ojos en los míos.

—Estoy comprometida con Nelson, lo que tú y yo tuvimos no fue más que un descontrol hormonal.— susurré, cerrando la puerta detrás de mi, lo que menos deseaba era que mi madre se uniera a una absurda discusión como aquella, —Solo fue un erro, marcus, así que vete ya.—

—Así que estábamos pasado de alcohol, eh?— dijo ignorándome por completo. Tambaleaba al hablar y su mirada parecía la de un maniático violador. Vestía bien, pero su camisa estaba estrujada, sucia y empapada de sudor o quizás algún líquido se había derramado. Tenía mal aspecto.

Mi mirada cayó en Nelson que venía acercándose apresuradamente hacia nosotros, me interpuse entre él y marcus, pero la estatura de Nelson nos sacó dos cabezas a ambos.

Nelson tenía mala cara, venía furioso y súper que todo terminaría mal, y así fue; Nelson estalló su puño contra el rostro de marcus y este cayó al suelo al instante.

Tape mi boca con ambas manos, nunca había visto la furia apoderarse de Nelson.

—Es mi chica, ¿me oyes? ¡No te metas con ella!— gritó muy cerca de su rostros, y luego estalló varias veces el puño en su rostro, dejándolo totalmente adolorido e hinchado, su labio inferior estaba partido y sangre baja de ellos.

—Nelson, ¡para ya!— gritaba intentando sostenerle, pero se me hacía una tarea imposible, hasta que alguien se acercó y les separó.

La respiración de Nelson estaba agitada y quería seguir golpeando el rostro de marcus, pero un tipo alto se lo llevó, parecía ser su amigo o algo cerca, pues no se interpuso pero si se llevaba su amigo a algún lugar, este se retorcía del dolor y sus ojos no podían abrirse a causa de las veces que Nelson le golpeó.

—No, no me toques, Nelson.— grité muy fuerte, cuando sentí que buscaba mi cuerpo, —No me gustan los tíos violentos.— volví a decir, se me hizo difícil no temblar y llorar a causa de su violencia sin saber nada, ademas marcus no podía defenderse, estaba embriagado.

—¿Que querías que hiciera? Iba a tocarte y decía querer repetir la ocasión contigo.— lanzó en un tono fuerte y brusco, asustándome aún más, —¿O a caso es lo que quieres?—

Sus palabras se clavaban como puñal en mi pecho, dejándome un dolor intenso, se veía dudoso, parecía insinuar que salir con marcus o que igual que el, tenía la necesidad de acostarme con el.

—Nelson, lo haz malentendido, esto no es cómo crees.— esta vez fui yo la que me acerqué, las lagrimas bajaban con rapidez, Nelson a igual que yo estaba herido.

Se quedó observándome, quizás buscando la honestidad en mis ojos.

—Necesito tiempo.— dijo marchándose.

—Nelson, esto es estúpido, no puedes irte y dejarme así no más.— grité tras su espalda, pero prefirió  ignorarme.

Encendió el auto y se marchó.

Una semana con el Nerd {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora