Capitulo 14

582 19 0
                                    

Habían pasado más de una de una semana sin ver a mi mejor amiga, así que le llamé para quedar en una vieja pero encantadora cafetería. Teníamos mucho de que hablar.

Llevaba 10 minutos esperando por ella y, por fin había llegado.

Llevaba un abrigo blanco, parecía ser de su hermano, pues le quedaba grande, aunque era de admitir que se veía espectacular. Su cabello rubio estaba recortado más arriba de sus cejas, y como siempre; sus labios pintados de ese color vino que tan bien le quedaba, y que amaba.

—¡Te haz pedido de tanto, amiga!!!— grité, envolviéndola en un cálido abrazo.

Sonrió ampliamente y no sentamos a tomar el café.

—¿Así que te lo tiraste? No lo puedo creer.

—Cogimos muchísimo, mi tía se entera y tengo una paliza asegurada.— Ambas nos explotamos de risa en cuanto solté eso, sé que estaba roja y mi estómago dolía de tanto reír.

—Eres lo máximo, ¡por Dios!— dijo entre risas y tapando su boca con asombro.

—Y aún queda más.

—Ah, ¿si? Cuéntame hermana, que no queden detalles, eh.

—Dijo que eso no se quedaba ahí, qué hay próximas.— me acerqué a su oído para decirlo más bajo, ella abrió la boca formando un enorme cero, un poco ruborizada.

Ni siquiera aportó más al tema, y sé que pensó en la noche en que ambas nos acostamos con Nelson, por eso cambio de tema, yo le seguí, estábamos bajo alcohol, eso no contaba como traición. Olvidarlo era mejor.

"O tal vez sea Melvin quien te haya hecho restarle importancia "
Reprochó mi conciencia, castigándome y hundiéndome con aquella escena, o aquellas escenas, porque una no fue.

Después de dos horas conversando con Ashley, ambas decidimos ir a nuestros hogares, cuando llegué a casa volví a tomar café con mamá y subí a mi habitación.

Y sucedió por enésima vez... volví a pensar en él.

Volví a pensar en Melvin. Me traía muy alocada, no lo había visto en días y los recuerdos no cesaban, nunca paraban de pasar las imágenes por mi cabeza, aquella amenaza que me hizo después de lo sucedido en aquel patio, no dejaba de repetirse como un disco rallado en mi cabeza, por Dios. Era más que desesperante.

Es que... sus movimientos, la forma en la que me tomó las piernas y la llevó a donde quiso, la manera en que sus manos se aferraban a mi cadera, maldita sea.

Sus gruñidos.

Su respiración agitada.

Sus labios haciendo recorrido en todo mi cuerpo.

Me estaba tocando de imaginarlo, de verlo encima de mi, bañados en sudor.

Llevé mis dedos a mi boca y lo mojé.

Lo llevé a mi vagina. Mis dedos se deslizaron suavemente, entrando por completo. Estaba excitada con tan solo imaginar lo de ese día. Las piernas me temblaban. Con mi otra mano apretaba mi pecho derecho, me costaba respirar, moví mis dedos más rápidos, luego los mojé un poco más y lo pasé por mi clítoris, aceleré las entradas hasta que me deshice, sintiendo un inmenso placer, y sin comprender porque me había masturbado por cuarta vez.

Por la misma persona.

Misma escena, en serio no entendía.

En ese mismo momento, mi celular sonó.

Era un número desconocido, lo que me pareció demasiado extraño y decidí ignorarlo, lo hice hasta que sonó por tercera vez, y ahí lo tomé.

—¿Ajá?— Respondí confundida hasta el tope.

Una semana con el Nerd {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora