Capítulo 29

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Un año después...

Contemplé mi cuerpo en el espejo. Me sentía la mujer más hermosa del mundo, me habían dado los motivos suficientes para no dudarlo, el hombre de mi vida; Nelson.

—He esperado tanto este momento.— dije entre suspiros y pequeños saltos de alegría y emoción.

—¡Ya quiero ver el rostro de Nelson, Dios!—Exclamó mi mejor amiga, dando los últimos toques a mi peinado; llevaba una coleta alta, me cabello lucia brillante, lleno de inmensas ondas, su color castaño estaba más reluciente al igual que mi vestido de novia, ¿realmente estaba vestida de novia? No podía creérmelo.

Mi vestido caía en cascadas hasta el suelo, tenía que sostenerlo con mis manos, hasta que Ashley lo sostuviera ella mientras desfilaba en la iglesia donde tendría que estar dentro de media hora.

—Debo ser sincera; jamás pensé que te vería vestida así.— dijo Ashley, sacándome cientas de fotos en diferentes poses.

—Tampoco yo, así que supongo que el amor es una caja de sorpresas, Ashley. No sabes lo que trae hasta que la abres.

Ella pareció meditar y luego me mostró su perfecta sonrisa.

—Estás muy guapa.

—Eres la mejor hermana, ven acá.— dije sonriendo y la envolví en un cálido abrazo, Ashley sin dudas era la mejor amiga de todas, había apoyado mis locuras, me había echo salir de problemas, siempre había estado ahí.

Y es que la amistada está caracterizada por dos importantes compuestos; Estar y significar, ser y aceptar.

El auto en que nos íbamos había llegado, mis nervios eran incontrolables al igual que el inmenso entusiasmo.

Llegamos a la iglesia antes del tiempo establecido.

Tomé el ramo de flores en mis manos, mientras que Ashley sostenía los ruedos de mi largo vestido, la música dio sonido por toda la iglesia. Todas las miradas cayeron sobre mi en el momento en que entré por aquella puerta, mis ojos buscaron los de Nelson y vi el rojo intenso que se posó de inmediato en su mejilla, llevó sus manos su rostros y sonrió nervioso.

Habían chicas suspirando y otras exclamando sorpresa.

Se me fue imposible no sonreír, era demasiado orgullo para mi, ver a mis padres allí, a mis viejos amigos y, en especial, al chico que se había ganado este corazón.

Estábamos frente a frente, Nelson recorrió mi cuerpo con su mirada, y se detuvo en mis ojos, observé cómo los suyos se habían cristalizado, iba a llorar de emoción, se estaba conteniendo y eso incrementó más mi orgullo.

—Eres mi felicidad, Nicole.— susurró mientras el padre dictaba las responsabilidades que debíamos llevar a cabo en nuestro matrimonio. —Acepto ser tú esposo, en esta vida y en muchísimas más.—

—Te aceptó a ti, como mi legítimo esposo y único amor.— respondí y ambos colocamos el anillo en el dedo del otro, firmando nuestro pacto.

—Puede besar a la novia.— ordenó el padre.

Nelson estampó sus labios sobre los míos, me dió un beso corto, pero lleno de amor y sinceridad.

Los aplausos resonaban por todo el lugar.

Tomamos el vino y brindamos por lo nuestro. Sonreí y mordí mi labio inferior para evitar sonreír tanto. Estaba tan feliz que podría haber empezado a dar saltos por toda la iglesia.

Finalmente las canciones con letras románticas cobraban sentido para mi. No me iban las cursilerías, aunque podría llegar a ser cursi con Nelson. Escribiría cientos de poemas sobre cómo le brillaban los ojos cuando me veía bailar. No me cansaría jamás. Vería películas de amor y nos veía a los dos siendo protagonistas, aunque nuestra historia era mejor.

Lo imaginé conmigo en todas las estaciones del año. Veríamos crecer las plantas y las coloridas flores de los grandes jardines que visitaríamos o de los parques por los que pasearíamos.

Íbamos por ser felices contemplando las nieves blancas con formas de animales o personas.

En verano, tomaríamos limonada con hielo. El eco de los futuros hijos que tendríamos montados en bicicletas resonaría a nuestro alrededor.

En otoño, leeríamos libros, de esos que a Nelson le encantaban. Saldríamos a pasear e iríamos al parque del centro solo para oír crujir las hojas debajo de nuestros zapatos. Usaríamos gorros graciosos para cubrirnos del viento, y al llegar invierno, beberíamos café y tener el mejor momento con sexo.

En distintas partes de la casa, en distintas posiciones también, había que variar para encontrar más ardor y deseo.

—Vamos, lanza el ramo de flores.—dijo Renata sacándome de mis maravillosos pensamientos, haciéndome perder el hilo de todo lo que imaginé que podríamos ser e íbamos a ser Nelson y yo.

Unas que otras chicas deseaban el ramo de flores que tenía en mis manos, así que me puse de espalda hacia ellas y decidí lanzar el ramo de flores.

Todas ahogaron un grito, y giré a ver a quien le había tocado la próxima boda.

Ashley, si, mi mejor amiga sostenía aquel ramo de flores y enseguida besó a su novio con pasión y dedicación.

Ellos también se casarían.

Una semana con el Nerd {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora