Capitulo 1.

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Los días habían transcurrido de lo más rápido, casi sin darme cuenta; ya era el día de irme a casa de mi tía Ruth.

Estaba realmente enfadada con mis padres, tanto que empecé a empacar mis cosas sin ni siquiera dirigirle la mirada, por que realmente estaba enfadada, y cuando lo estoy; disimular no se me da.

—¡Vamos hija! Solo es una semana.— dijo mi madre detrás de mi.

—¿Por qué no me llevas contigo entonces?— respondí encarándola por fin.

—Ya te he dicho que es nuestro aniversario.

—Y yo te he dicho que no me apetece ir a casa de nadie.— dije elevando mi tono de voz, era normal en mi, alterarme por la mínima cosa.

—Te guste o no, vas a quedarte por una semana en casa de Ruth.— sentenció mi padre, entrando en mi habitación.

Me quedé callada y sin decirle tan si quiera una palabra, salí de allí. Llevé mis cosas al auto donde mi iría a casa de tía Ruth.

Iba en el taxi, observando la gran distancia y el tiempo que llevábamos en el camino, ya habían pasado 30 minutos aún no llegábamos, tomé mi móvil y busqué alguna de aquellas fotos que me ponían de buen humor: Una foto morbosa de mi ex novio Yeral, me encantaba y aún no dejaba de pensar en grandioso orgasmo que ambos tuvimos, ¡Si que merecía una oportunidad! valía la pena.

No me había dado cuenta que habíamos llegado, hasta que el taxista me lo avisó.

—Mi madre paga.— Dije dando un portazo.

—¿Sabe usted que sus padres no estarán por una semana?— reprochó molesto.

Giré mis pies y me dirigí hasta su ventana. Tiré de mi pelo hacia atrás y solté una carcajada para después decir lo siguiente:

—Es lógico que sepa, soy su hija.

—Escúchame bien niña malcriada, ¡necesito mi dinero, es todo! No me importan ni tus padres y mucho menos tú.— Reclamó alzando su tono de voz y eso no me gustaba.

—No tengo dinero, mi padres deben pagar, yo no elegí venir aquí, que se hagan cargo ellos de pagarte a ti.— solté y me dirigí a la casa donde tendría que soportar tanto.

El tipo del taxi vociferaba multitudes de insultos  hacia mi, más todos los ignoré. Así de sencilla solía ser. Pocas cosas me importaban.

Toque varias veces el timbre hasta que por fin abrieron.

Frente a mi tenía el hijastro de mi tía Ruth.

Frente a mis ojos tenía esa clase de chicos que son tan guapos, pero parecen no darse cuenta de lo tontos y atrasados que son, Nelson era de unos 20 años, llevaba siempre unos lentes y eso ya se veía llegar,  siempre había multitudes de tareas, leía y escribía sin parar, era tan hermoso pero eso de niño estudioso no me agradaba en lo absoluto.

—¡Bienvenida! Nico.— dijo con una sonrisa que me provocó un infarto.

—Gracias.— respondí con cara y actitud de niña sana.

"Cosa que no eres Nicole". Pensé.

Rodé mi vista por todo su cuerpo deteniéndome en una parte específica: Su erección. Estaba en forma de curva, ¡Caramba! No pude disimular las ganas que tuve de tocarlo allí mismo, mordí mi labio inferior y agarre mi pelo de esa forma pícara que me encantaba hacer cuando alguna situación cómo está me provocaba deseos infernales.

"Eres una descarada."
Gritó mi conciencia.

El soltó una risita un tanto nerviosa, podía sentir lo apurado que lo tenía la situación en su entre pierna, y también fue más que consciente que aquella cosa que tenía allí curvada, me estaba sorprendiendo demasiado.

Reí y me adentré a la casa donde pasaría una divertida semana. Viendo lo que había en este chico, era imposible hartarme de estar aquí.

—¡Oh! Nico, me alegra que estés aquí.— dijo mi tía Ruth dejando a la vista su fantástica sonrisa.

—Para mí es un placer tía Ruth.— respondí.

Ella a lo mejor pensó que el placer era por verla a ella, cuando ya había visto el motivo de por fin aceptar estos días aquí.

Mordí mi labio inferior y pasé a dejar mis cosas en la habitación que me había indicado, no pude evitar echarle otro vistazo, estaba sentado con una pila de cuadernos y libros sobre la mesa, ya no podía ver lo que había en su entre pierna, ¡Maldita sea la hora en que se sentó! Grité mentalmente y también me enojé.

Cambie mi actitud automáticamente. Estaba tan caliente que no pude evitar guiñarle un ojo y meter mi dedo en la boca para luego chuparlo, cuando vi que me observaba subir a las escaleras.

Voy por ti chico, eres mi chico. No pude evitar pensar en las grandiosas cosas que podría llegar hacer con aquel personaje que tenía Nelson en su entre pierna ¡Virgen del Altagracia! Me estaba volviendo loca y era mi primer día allí y es que ni día, era apenas una hora lo que llevaba allí. ¡Qué atrevida!

Nelson sonrió ante la locura que había hecho y solo pensé y me aseguré de una sola cosa: iba a montarme allí.

Una semana con el Nerd {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora