18. Magic ways

1.7K 117 9
                                    

Aquí tenéis un nuevo capítulo!

-Teléfono.

-¿Teléfono? -murmuró Maddox acomodando mejor la cabeza sobre su vientre. A su esposo parecía encantarle dormir entre el calor de sus muslos, y esta noche no había sido la excepción. - Tu teléfono. Amor, ¿por qué te has depilado? - le preguntó. Al instante, Joanne sintió los labios de él desperdigando besitos entre sus carnes. -¿Quién te llama a estas horas?

-Madd. - murmuró. Ella estaba tan agusto en este momento que no quería que nada del exterior perturbara su tranquilidad. -¿Por qué no sigues besándome? -le preguntó. Disfrutando de esta sensación de plenitud que había vuelto desde que hicieron las paces.-No estoy satisfecha.

Mentira.

Estaba más que satisfecha.

Sólo que se negaba a empezar una discusión que culminara alejando a Maddox de su cama otra vez.

-Sí. Una buena manera de cerrarme la boca, señora. - comentó en tono burlón antes de volver a poner su lengua a disposición de su clítoris. - Por cierto, me gustaría enviarle a ese abogado una foto desde mi centro favorito. - comentó. Su risa no tardó en oírse para finalmente culminar su venganza con un fuerte mordisco en la cara interna de su muslo. -También he decidido dejar mis marcas en cada rincón de tu cuerpo. Así, si te pierdes algún día, todos sabrán a quien le perteneces. Quizás debería obligarte a tatuarte mi nombre. ¿Qué te parece?

-¡Bobo! -lo regañó ella tirando de su cabello hacia atrás. -Ya te he dicho que no hace falta. Y para tu información, he descubierto que mi relación con Patrick terminó mucho antes de que se marchara a Seattle.

-Eso suena como música para mis oídos.

Era curioso hasta dónde llegaba la borrachera de amor del señor Cassady.

-Hablo en serio, Madd.

-Sólo bromeaba. -dijo para intentar apaciguarla. Aunque siguiera inmerso en su cruzada de llenarla de mordiscos. Un gemido no tardó en brotar de su boca al sentir cómo sus dientes se clavaban en su carne. -Amor, por ahora me conformo con que sigas llevando puesta tu alianza. ¿Lo harás? - Maddox no sólo la atravesó con esas pupilas, sino también con ese tono de voz infantil que la hizo reír. - ¿Y si vuelvo a comerme tu delicioso coño? Soy un chico grande, y necesito saciar mi apetito constantemente.

-Déjame pensarlo.

-No hay nada que pensar, señora Cassady.

Maddox se colocó por encima de la mujer apresándola bajo ese cuerpo fornido por el que las manos seguían picándole de las necesidad de tocarlo. Aunque esta apreciación de su belleza desde otra perspectiva la llevó a preguntarse en qué momento su esposo había trabajado tanto en su aspecto físico que se había deshecho del niño al que solían hacer bullying a la salida del colegio.

De hecho, ahora mismo se parecía más a un dios caído del cielo, o a un modelo de anuncio de Calvin Klein que a un oficial de un pueblo llamado Jackson Creek.

-¿Apreciando las vistas?

-Sí, señor Cassady. - respondió ella recorriendo esa piel del color de la avena con los ojos al que tenía acceso gratuito. -¿En qué momento creciste tanto?

-Mientras tú andabas distraída en otro amor. -respondió él sin un ápice de consideración. Otro dardo envenenado como ese, y tiraba la toalla. -Sólo quería ser la mejor versión de mí mismo para ti.

-Nunca hizo falta, Maddox.

La sonrisa que él dibujó en su boca trastocó su corazón de tal manera que tuvo que obligarse a guardar la calma.

#2 Mía, al fin (Trilogía Jackson Creek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora