14. Rainy Seattle

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Aquí tienen un nuevo capítulo!

Joanne revisó su teléfono por décima octava vez en una hora para no encontrar mensaje alguno que le dijera dónde se encontraba su esposo, a pesar de que éste se hubiera comprometido a acompañarla a la cita de revisión con la obstetra de esta prestigiosa clínica de Seattle. Todavía su vientre no reflejaba señales de un embarazo al estar finalizando recién el primer trimestre, pero ella podía notar los cambios en su cuerpo, no sólo físicos sino también emocionales, e incluso hormonales. Éstas últimas eran las que la tenían siempre con un pañuelo en el bolsillo, sobre todo, desde hace unos días en que el ambiente en su casa dejaba mucho que desear. Aquel ramo de flores enviado por Patrick había afectado a Maddox más de lo que hubiera podido imaginar, y aún cuando las echó al cubo de basura y le hizo saber que había escrito al abogado para pedirle que la situación no volviera a repetirse, su esposo no había vuelvo a ser el mismo de siempre.

Y ella lo echaba terriblemente de menos.

— Señora Cassady, la doctora la está esperando. —le advirtió la recepcionista desde la comodidad de su puesto. —¿Hay algún problema?

— Es que...—Joanne se levantó de su asiento y se dirigió a la mujer. —...el señor Cassady no ha llegado aún. No sé qué hacer.

—¿Él le dijo que vendría?

Joanne asintió con la cabeza en lo que echaba un vistazo de nuevo al reloj de la pared, y comprobaba que eran las seis en punto pasadas.

—A la seis y cuarto, la doctora debe atender a otra paciente. — le comunicó. La recepcionista no parecía saber qué más hacer, y abandonó su puesto para acercarse a ella. — Lamento no poder darle otra alternativa, señora Cassady.

—No se preocupe.

—Puede llamarnos en cualquier momento para concertar otra cita. — le recordó la mujer. Ella se limitó a asentir con la cabeza al no saber cómo lidiar con esto. — La estaremos esperando para atenderla con mucho gusto.

— Se lo agradezco. —dijo al fin.

—Muy bien. —ella le trajo su abrigo, y la ayudó a colocárselo. — Que tenga una buena tarde.

— Igualmente.

La mujer abandonó la clínica con el ánimo por los suelos, y unas cuántas lágrimas a punto de derramarse por sus mejillas, por no mencionar ese tormenta que estaba desatándose sobre su cabeza que no ayudaba a proporcionar algo de esperanza a su día. Joanne volvió a marcar el número de Maddox, se puso el teléfono en la oreja, y acabó escuchando únicamente a su buzón de voz. De haber ocurrido algo, Sunshine o Hunter se hubieran comunicado con ella, así que sólo podía ser que a su marido le hubiera surgido algún problema en el trabajo, y que no haya tenido tiempo para comunicárselo.

Daría un paseo para intentar despejarse, y después regresaría a Jackson Creek sin más.

—¡Oye! — exclamó al coche negro que había pasado a toda prisa levantando el agua de la carretera. —¡Maldito desgraciado! —ella no había sido la única que había acabado empapada sino también una pareja. —¡Qué le pasa a la gente!

Sus vaqueros estaban completamente mojados, y su gabardina se encontraba en peor estado.

Mierda.

#2 Mía, al fin (Trilogía Jackson Creek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora